lunes, 24 de septiembre de 2012

EL ESPÍRITU COMPETITIVO




Es una de las lacras de nuestra sociedad. Y en ello tenemos bastante culpa los educadores. En la escuela, en vez de enseñar a los chicos a competir con ellos mismos, les hemos enseñado a competir con los demás. Hemos creado una sociedad de rivales. De manera que, la sociedad se ha convertido en un campo de batalla, en el que debemos luchar constantemente para hacernos un lugar y un nombre en el mundo. El trabajo es una competición. La investigación es una competición. El comercio es una competición. Se trata de ser más que el otro. Hay que derrotarlo.

Hoy más que nunca necesitamos el valor de la fraternidad. Es imposible que en un mundo competitivo exista solidaridad. ¿Cómo vamos a ayudar a quien consideramos un enemigo? Hemos de intentar considerar al otro como un hermano. Considerar que sus problemas son mis problemas. Hemos de reconocer que todos luchamos por lo mismo y todos somos igualmente vulnerables.

Cierto que todos somos diferentes. Pero al mismo tiempo todos estamos unidos por un mismo destino y formamos parte de una misma Tierra, cuya viabilidad depende de todos nosotros. Todos somos diferentes, pero todos provenimos del mismo Ser. Y los cristianos sabemos además, que todos somos hermanos en Jesús. ¿Por qué nos cuesta tanto reconocerlo en la práctica? ¿Cómo hemos de anular este sentido competitivo de la vida y cómo lo sustituimos por una fraternidad, una solidaridad, que haga de este mundo un lugar de paz y de amor?

Joan Josep Tamburini

No hay comentarios:

Publicar un comentario