domingo, 26 de agosto de 2012

EL PAPA RECUERDA QUE LA EUCARISTÍA FUE PIEDRA DE ESCÁNDALO INCLUSO PARA SUS DISCÍPULOS



El peor pecado de Judas, la mentira.

Tras el discurso de Cafarnaum, los apóstoles no comprendían el alcance de sus palabras sobre su Cuerpo y su Sangre.

Desde el balcón del patio interior del Palacio Apostólico de Castelgandolfo, Benedicto XVI ha comentado este domingo, antes de rezar el Angelus, la reacción de los discípulos al sermón sobre el "pan de vida" que había dirigido Jesús a los discípulos tras el milagro de los panes y los peces.

"Una reacción", dice el Papa, "que Cristo mismo provocó conscientemente". Fue de confusión y extrañeza. Algunos de sus mismos discípulos, cuenta el Evangelio de San Juan, dejaron de seguirle.

"¿Por qué?", se pregunta el Papa: "Porque no creyeron en las palabras que decía Jesús: yo soy el pan vivo que baja del cielo; quien come mi carne y bebe mi sangre tendrá la vida eterna".

"Palabras verdaderamente inaceptables e incomprensibles para ellos, porque las entendían en sentido exclusivamente material, cuando en realidad en ellas se anunciaba el misterio pascual de Jesús: que Él se entregaría por la salvación del mundo", comenta Benedicto XVI.

Pero es entonces cuando San Pedro, a preguntas del Divino Maestro de si también ellos van a abandonarle, le contesta: "Señor, ¿adónde iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna. Y hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios".

Siguiendo a San Agustín, el Papa contesta las palabras de Pedro: "Hemos creído y conocido. No dice: hemos conocido y creído, sino hemos creído y luego conocido. Hemos creído para poder conocer. Si hubiésemos conocido antes de creer, no habríamos llegado ni a conocer ni a creer. ¿Qué hemos creído y qué hemos conocido? Que tú eres el Cristo Hijo de Dios, que tú eres la misma vida eterna, y que en la carne y en la sangre nos das lo que tú mismo eres".

Sólo Judas continuó con Jesús "no por fe ni por amor, sino con el secreto propósito de vengarse del Maestro", recuerda el Papa. Se sentía traicionado por Él porque "quería un Mesías vencedor, que condujese una rebelión contra los romanos. Jesús había desilusionado esas expectativas".

Pero "la falta más grave de Judas fue la falsedad, que es la marca del diablo". Así que pidamos a la Virgen María, concluye el Papa, "que nos ayude a creer en Jesús, como San Pedro, y a ser siempre sinceros con Él y con todos".

ReL

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