El Anacoreta y su joven seguidor paseaban ante un espléndido paisaje en la montaña. El joven preguntó:
- ¿Por qué nos sentimos tan bien interiormente, cuando nos encontramos rodeados de belleza?
Sonrió el Anacoreta y respondió:
- Porque nuestro interior no es ajeno a lo que percibimos a nuestro alrededor. Ese paisaje exterior resuena en nuestro paisaje interior. Por eso aquí nos encontramos más felices y nos parece que tenemos más energía, que todo es bueno. Nos parece estar más cerca de Dios.
Hizo una breve pausa y concluyó:
- Pero lo inverso también sucede. Nuestra belleza interior, el vivir conscientes de la presencia de Dios en nosotros, transforma nuestro entorno y lo percibimos más hermoso. Por eso hay personas que son capaces de ser felices, de ver la belleza en los medios más hostiles.
Y siguieron felices su paseo...
Joan Josep Tamburini
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