Si quieres ser feliz, no busques en el lugar equivocado, busca a Dios, solo en el encontraras todo lo que necesitas.
La búsqueda de la felicidad ocupa en todos los seres humanos, el primer lugar en la escala de motivación. Todos compartimos el mismo deseo, la misma filosofía, el objetivo principal en la vida es ser felices.
Nadie desea vivir para sufrir o para lamentar cada paso que dé. Nuestro mayor deseo es encontrar la senda que conduce a la felicidad verdadera, esa prosperidad que satisface el alma y deleita el espíritu, brindándonos paz sin medida.
Salomón fue el rey más sabio y próspero de todos los reyes de Israel (Ecl 1:16). Antes y después de él, ningún rey gozo de tanta sabiduría, ciencia y prosperidad. Él se dedicó a buscar el significado de las cosas, en particular, el verdadero significado de la vida y la felicidad.
A diferencia de los filósofos de la antigüedad, Salomón tenía un panorama más amplio y completo sobre la vida y la esencia de la felicidad.
Los grandes filósofos griegos por ejemplo, buscaban también respuestas a todos los interrogantes referentes a la existencia y la felicidad, pero sus conceptos eran desprendidos de la gran capacidad de observación y análisis que poseían, en cambio Salomón, no solo fue dotado de una mente brillante capaz de hacer conjeturas precisas y detalladas sino que a todo ello le agrego la experiencia personal (Eclesiastés 2:3), él no solamente veía como se hacían o desarrollaban determinadas cosas, sino que también, debido a su gran riqueza y posición de liderazgo, pudo experimentarlas en su vida personal.
Según el relato bíblico, él no se privó de nada. Entrego su vida a los placeres, a la adquisición de bienes materiales y su fama supero a la de todos sus contemporáneos.
NUNCA HUBO EN ISRAEL, NI ANTES NI DESPUÉS, UN REY COMO ÉL.
Además podríamos agregar que cuando escribe este libro, el libro de Eclesiastés, del cual estamos tomando la base de este mensaje, Salomón estaba en la etapa final de sus días, no a punto de morir, sino más bien en su etapa de madurez. Esto le da a su punto de vista peso y equilibrio ya que en esta etapa podemos saber qué es lo que tiene verdadero valor en la vida. Siempre presto atención a la gente mayor, a sus consejos, a sus vivencias, ya que puedo comprender en pocos instantes lo que a ellos les llevo años aprender, o quizás, toda una vida.
Te propongo un ejercicio. Toma un bolígrafo, un papel y escribe una lista con 20 cosas que te gustaría hacer, tener o ser en la vida y que crees que te brindarían felicidad si pudieras hacerlas realidad. Luego de elaborar la lista imagina que estas en los últimos momentos de tu vida... ¿cuantas cosas de tu lista tendrían realmente valor? ¿Cuántas de estas cosas realmente lamentarías no haber hecho, ahora que estas a un paso de la eternidad?
Normalmente en esos momentos las personas no se lamentan por no haber tenido la casa de sus sueños o el auto último modelo que tanto deseaban, en esos momentos posiblemente lamentemos lo que no dijimos, o no hicimos, como por ejemplo pedir perdón a aquellos que herimos con nuestras palabras, hechos o actitudes, perdonar a quienes nos hirieron, pasar más tiempo con nuestros seres queridos, haber ayudado más a quienes necesitaban de nosotros, habernos esforzado más en nuestro matrimonio o en nuestra relación con Dios, seguramente podrías agregar mucho más a esta lista.
La falta de dinero es una de las razones más habituales que la gente utiliza para explicar su insatisfacción en la vida. Muchos dicen "Si tuviera suficiente dinero haría esto o aquello y entonces sería realmente feliz". Muchas de esas personas, cuando llegan a tener ese dinero, no realizan sus sueños y siguen siendo igualmente desdichadas, lo que prueba que su problema no era la falta de dinero. Buscaron opulencia y más tarde, después de conseguirla, descubrieron que todavía son infelices. Muchos en el intento de alcanzar algún logro en su vida olvidan la parte más esencial de ella. Otros, después de conseguir algún tipo de éxito, deciden abandonar sus hogares separándose de sus familias, para luego comenzar otra, creyendo encontrar allí la verdadera felicidad, con el paso del tiempo los que siguen ese camino llegan a la misma conclusión, que la senda iniciada, solo era una ilusión, y de allí en más llevan una vida de sufrimiento y dolor.
ES COMÚN CONFUNDIR POSESIONES DE BIENES TERRENOS, PODER Y RIQUEZAS, CON TRIUNFO Y FELICIDAD.
Es claro que el dinero no hace la felicidad, como tampoco lo hace la ausencia de este. Es bueno poseer dinero, lo malo es que el dinero te posea a ti.
La esencia de la vida no se esconde en el dinero ni en bienes materiales; estos son necesarios pero nunca elementales.
Salomón fue claro en y directo en relación a las riquezas y a los placeres de esta vida, su conclusión fue la siguiente "...he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu y sin provecho debajo del sol." (Eclesiastés 2:11)
Comprendió también que no hay felicidad en esta vida separados de Dios, ya que él nos brinda la capacidad de disfrutar todas las cosas (Ec 2:24).
Lamentablemente muchos tienen un vacío tan grande en sus corazones que no pueden encontrar satisfacción prácticamente en nada. Dinero, popularidad, bienes materiales, éxito laboral o ministerial, logros académicos, vacaciones, placeres, etc..., nada de ello puede aliviar o satisfacer la profunda necesidad interior. En cambio, cuando la plenitud de Dios llena tu alma, descubres la felicidad en las cosas simples de esta vida.
Salomón concluye su enseñanza con el siguiente resumen "Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre." (12:13)
Si quieres ser feliz, no busques en el lugar equivocado, busca a Dios, amalo con todo tu corazón, síguelo, solo en el encontraras todo lo que necesitas para ser verdaderamente feliz...
"prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian..." (Salmo 34:8).
Por Mario R. Serrano
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