sábado, 28 de julio de 2012

¿QUIERES CAMBIAR DE VIDA?



Nunca es tarde para cambiar. No lo dejes para mañana, ya que podría ser demasiado tarde. Aprovecha el ahora, pues el futuro no existe. Vive el presente en plenitud y vive para la eternidad. ¿Qué pasaría, si Dios te llamara en este momento a su presencia y te hiciera la revisión de vida? ¿Estás preparado? Veamos algunos casos en los que no estaban preparados, pero que su experiencia del más allá cambió su vida.

El sacerdote norteamericano Steven Sheier se dedica a hablar por todas partes de su experiencia del más allá. Se la contó personalmente al periodista francés Pierre Jovanovic. El 18 de octubre de 1985, a las cuatro de la tarde, Steven Sheier estaba al volante de su coche por una carretera del Estado de Kansas (USA). Al querer pasar a otro coche, chocó con otro que venía de frente. Los del otro coche no sufrieron graves consecuencias, pero él quedó sin sentido. No se acuerda de nada más. Lo llevaron al hospital y después en helicóptero al hospital de Westley, Wichita, porque su estado era muy grave. Milagrosamente fue sanado. Él cree que fue debido a tantas oraciones de sus feligreses y de otras personas; pero también por intercesión de la Virgen María. Los médicos le dijeron que, si sobrevivía, quedaría sin poder hablar y con un respirador artificial permanente. Él dice:

Permanecí en el hospital desde el 18 de octubre de 1985 hasta el 3 de diciembre. No recuerdo mucho de mi estancia en el hospital y mucho menos del accidente. Pero me he restablecido en tiempo record sin ninguna intervención quirúrgica... En el momento del accidente, fui llevado delante del trono de Cristo. Él me juzgaba, sobre todo, como sacerdote. Me di cuenta de encontrarme delante de Él y que no había ninguna cosa que discutir. Cristo decía: “Este hombre, desde hace 12 años, ha sido sacerdote para sí mismo, no para mí. Irá a donde se merece”.

Entonces, he sentido la voz de su Madre:

- Hijo mío, perdónalo.

- Madre, desde hace doce años ha sido sacerdote de Steven Sheier y no mío. Deja que ejercite mi justicia divina.

- Hijo mío, démosle una oportunidad y veremos si vuelve a Ti. Si no, que se haga tu voluntad.

- Madre, te lo confío, es tuyo.

María me ha salvado de aquello que me esperaba. Los médicos me han dicho que soy un milagro viviente, porque una parte del hemisferio derecho del cerebro estaba dañada y no había ninguna posibilidad de sanarla. Sin embargo, después del accidente no he tenido ninguna recaída ni dolor de cabeza ni dolor de columna, a pesar de tener dos fracturas en el cuello de una vértebra cervical. Ya han pasado siete años del accidente y estoy en perfecta salud. Soy una prueba viviente de que el infierno existe. Ahora mi misión es contar a todos mi historia para convencerlos de que existe otra vida después de la muerte y que el más allá depende de lo que estamos haciendo en esta vida. La gente no cree en el infierno ni en el diablo... Yo soy la prueba viviente del poder de intercesión de María, porque me he dado cuenta de que Él no le podía decir no... Antes de mi accidente, mi ministerio era simplemente profesional, sin ningún fervor, sin demasiada oración, sin un verdadero amor. Era de Steven Sheier, pero ahora he entendido que debo amar y servir a Jesús .

- Dennis era alcohólico, se enfermó gravemente y lo llevaron al hospital. Dice: Yo estaba en la cama y, de pronto, me vi fuera de mi cuerpo en el techo, mirando hacia abajo a mi débil cuerpo. Entonces, la habitación quedó a oscuras. Era la ausencia de luz. El vacío. Pero antes de sentirme en total oscuridad, tuve la revisión de mi vida. Me di cuenta de que había sombras de gente y pude oír cadenas arrastrando, oí murmullos y me sentí aterrorizado. Pensé que eran mis ancestros, que venían por mí y yo no quería ir. En medio de todo esto, vino una pequeña luz y yo murmuré: Dios mío, estoy listo para irme, si tú quieres, pero yo he tenido una vida tan inútil que yo desearía otra oportunidad para cambiar. En ese momento, toda la habitación se iluminó y regresé a mi cuerpo y pude oír a los doctores que decían: “Está vivo”. Yo me había alejado de la Iglesia desde los doce o trece años. Ahora asisto a alcohólicos anónimos, he vuelto a la Iglesia católica y pertenezco a grupos carismáticos. Me siento como un cristiano que ha encontrado su casa en la Iglesia católica .

- Un joven intentó suicidarse. No se había portado bien en toda su vida y la verdad es que no le importaba demasiado. Se tomó una sobredosis de alguna droga y tuvo dos diferentes niveles de experiencia. El primer nivel, consistió simplemente en un dolor físico, una sensación de molestia y de horror conforme se iba acercando al umbral de la muerte. Tuvo un paro cardíaco en presencia de sus amigos y se volvió de color azul.

Ellos consiguieron traer a la mayor brevedad médicos que lo reanimaron. Después de entrar en la fase crítica de la muerte, me describió la experiencia más terrorífica que jamás haya oído. Describió imágenes de seres horribles, que le agarraban y le apretaban. Fue como bajar al infierno de Dante. Tuvo una experiencia claustrofóbica, hostil, terrorífica, sin la más leve experiencia positiva. Ningún episodio fuera del cuerpo, ningún ser de luz, ninguna cosa bonita y agradable. Sin embargo, esta experiencia lo transformó por completo. Él había visto claro sobre sí mismo. Ahora era un hombre sano y decidido y tenía un sentido tan firme de por dónde debía ir en la vida que resultaba admirable .

- Anita tenía 29 años y se decía atea, cuando intentó suicidarse, tomando una caja de píldoras. De su experiencia, dice: Vi a mi abuelo, que había muerto un año antes. Él me dijo:

¿Qué piensas del infierno? Regresa.

Yo estaba en una habitación fría y oscura. Junto a mi abuelo estaba un hombre, que parecía Jesucristo, con pelo largo y bigote. Vestía un simple vestido y no tenía sandalias en los pies. Él tenía la misma mirada de desaprobación que mi abuelo. Entonces, fue cuando vi todo lo malo de mi vida. Vi cosas que habían sucedido años antes y no podía recordar conscientemente. Estaba siendo juzgada. Todo lo que hice a alguien, aunque no hubiera querido hacerle mal; todo lo malo, lo vi claramente. Me sentí juzgada por cada pequeña cosa que había hecho. Después, mi abuelo me dijo que debía regresar y lo hice, hallándome en mi propio cuerpo. Ahora sé que mi vida tiene un propósito y he comprendido que mentir o hacer daño a otros es malo .

- David Lorimer, en su libro Whole in One narra lo sucedido a un delincuente prisionero, que le dijo: Sólo vi las escenas en las que había hecho daño a otros. Parecía que no terminaban nunca. Era un gran número de personas conocidas o desconocidas a quienes había hecho daño. Eran cientos, a quienes nunca había visto, pero que habían sido dañados indirectamente por mí. La pequeña historia de mi larga carrera criminal fue revivida por mí, incluidas las palabras y pensamientos. También las omisiones, aun las realizadas inconscientemente. Nada fue omitido en esta pesadilla de injurias que yo había causado a los otros. Pero lo más terrible era que cada sufrimiento que les había causado, lo sentía dentro de mí .

- Una religiosa me escribió el año 1991 una carta sobre su experiencia, cuando era una jovencita alocada. Me decía: Hace más de treinta años era yo muy joven y estuve muy grave al operarme de apendicitis a las tres de la mañana. El médico me dijo que moriría esa misma noche. Yo me vi salir de mí misma y me presenté ante la presencia de Dios, que me dijo:

- ¿Qué has hecho de tu vida? ¿Qué me traes?

Yo me quedé confusa y contesté:

- Mis manos están vacías.

Entonces, sentí el disgusto de Dios. Esto fue horroroso. Y, después de tantos años, lo siento como una vivencia y me horroriza pensar que otra vez me encuentre con las manos vacías. Por esto, mi única ilusión es sufrir y poder ofrecer con amor todo lo que hago por la salvación de las almas. Quisiera dar a todos y llenar así mis pobres manos. Ya tengo una mano totalmente paralizada y me sube por el brazo, que lo tengo insensible; no lo siento y tomo morfina para el dolor, porque el médico me lo ordena. Sin embargo, soy tan feliz... ¡Qué bueno es Dios y cuánto nos ama!

En su caso, el cambio fue tan profundo que, de ser una jovencita vacía y preocupada solamente por las fiestas y las diversiones, se hizo religiosa para servir enteramente a Dios y a los demás.

- Olga Bejarano tuvo en 1987 un paro cardíaco por asfixia y se le paralizó la glotis. Estuvo en coma profundo y clínicamente muerta. Entonces, tenía 23 años. Actualmente, no ve, no habla y no se mueve ni puede comer, pero se siente feliz. Vive gracias a un respirador artificial, pero siente, piensa y tiene una afabilidad extraordinaria. Ella cuenta el cambio extraordinario de vida después de sentir la presencia amorosa de la luz en su experiencia de NDE. Dice:

Esta experiencia transformó mi vida, dándole un giro de 180 grados. Le daba gracias a Dios por lo que me había sucedido y por darme una segunda oportunidad de ser mejor... Si hubiese muerto y no hubiese regresado, no tendría nada de qué sentirme orgullosa. Mi vida hasta entonces, había estado centrada fundamentalmente en vivir para tener y no para ser. Desde que nacemos, nos educan para ir al colegio y estudiar mucho con el fin de obtener un buen trabajo y mucho dinero para hacer muchas cosas. Pero ante la muerte, lo material de nada sirve. Sólo éstas son las preguntas importantes: ¿Qué he hecho yo en la vida por los demás? ¿Qué dejo de positivo en la vida? En este mundo todos tenemos una misión y yo todavía no la había cumplido. Afortunadamente estaba con los ojos abiertos a un nuevo modo de vida en el que cambié el tener por el ser .

- Carolina era una mujer alta y atractiva de cuarenta y tantos años. Tenía la sonrisa más espontánea que yo he conocido. Estar a su lado era una experiencia extraordinaria. Ella era cordial y entrañable con todo el mundo: con el recepcionista, el camarero... Una noche, durante una cena con ella, me relató su historia.

Seis años antes se había descubierto un bulto en el pecho. Cuando se lo extirparon, el médico le dijo que tenía un aspecto extraño, pero que hasta tres días después no le podría decir si era canceroso y se había extendido. Ella me dijo: “Creí que era el fin para mí. Toda mi infelicidad salió a flote. Aquellos tres días fueron los más largos de mi vida. Sentí como una auténtica bendición, cuando me comunicaron que no era cáncer. Pero decidí no echar por la borda lo que aquellos tres días habían significado para mí: No seguiría viviendo como lo había hecho hasta entonces” .

Ella, como tantos otros, no había estado preparada para enfrentar la muerte. ¿Estás tú preparado para morir? ¿Necesitas cambiar tu modo de vivir y de pensar? Todavía estás a tiempo. Mientras hay vida hay esperanza. No dejes para mañana lo que debes hacer hoy. ¡Vive para la eternidad!

PADRE ANGEL PEÑA

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