Nunca
consideres a la gente como buena o mala, sino piensa que toda persona es
plenamente egoísta, ambiciosa, malvada, estúpida, inocente e intachable.
Se
trata de que las personas actúan de la mejor manera que saben y pueden, dentro
de las circunstancias en que se encuentran; y que, por consiguiente, son en
todo caso inocentes e intachables; solo que su CONDICIONAMIENTO de toda la vida
y las circunstancias en que se encuentran las llevan a considerar que lo que
están haciendo está bien, lo que a nosotros, con nuestro propio
CONDICIONAMIENTO nos puede parecer estúpido o depravado.
No
se trata de negar la existencia del Libre Albedrío en el hombre, sino sólo, y sabiamente,
subrayar el papel que los CONDICIONAMIENTOS previos juegan en la conducta
humana. Eso ayuda a entender y aceptar con mayor facilidad a los demás y su
manera de portarse, por desagradable que a menudo nos resulte.
Todos
hemos heredado del mundo del cine – que nosotros mismos hemos creado – la
imagen del Bueno y el Malo, y la aplicamos, desgraciadamente, a toda persona
que se pone a tiro de juicio en nuestra vida, dividiendo a la humanidad entre
buenos y malos – con imágenes bíblicas para hacerlo mas evidente – sin caer en
cuenta que al hacer esto estamos usurpando el Papel de Dios, con funestas
consecuencias para nuestra vida social y nuestro desarrollo personal.
Las
personas decentes somos distintas de los criminales públicos, no en lo que
somos, sino en lo que hacemos. En el fondo, todos somos lo mismo, todos
llevamos al Santo y al Pecador dentro de nosotros, dispuestos a saltar a escena
en cuanto se lo permitan; y luego son las circunstancias de la vida y las
tendencias de la mente las que nos llevan a actuar, a unos de una manera y a
otros de otra. No hay lugar ni para la vanagloria por un lado ni para la
condenación por otro. Aun aquellos que a nosotros nos parecen perversos y
malvados, no actúan en realidad por malicia, sino por ignorancia.
MI
CONCIENCIA NO ME REPROCHA NADA, PERO ESO NO Q UIERE
DECIR QUE YO ESTÉ SIN PECADO
Nadie
actúa por maldad. Aun el terrorista, al poner una bomba que va a matar a gente
inocente ante el horror del mundo entero, cree con toda su alma que va a
hacerlo cumpliendo con su deber, a veces a riesgo de su propia vida, que está
obrando en servicio de su grupo o de su país, o incluso que le “está haciendo
un favor a Dios”. Nadie hiere por herir, a no ser que sea un loco.
En
el curso de la vida hay que enjuiciar inevitablemente acciones y actitudes que
nos afectan; pero aun ahí hay que separar cuidadosamente, por una parte, el
juicio práctico de lo que esa persona representa para mi y, por otra, el juicio
moral de lo que ella es en sí.
Puedo
enjuiciar a las personas como enjuicio la utilidad de una secretaria o la
eficiencia de un agente de viajes, con desprendimiento y objetividad: Este
agente hace un buen trabajo, es puntual, es exacto, de fiar; o al contrario: es
un inútil que no hace más que complicar las cosas sin ayudar en nada. Juicio
práctico y directo que regirá después mi conducta y mi relación con ese agente
y con esa persona; pero sin juzgar en ningún caso a la persona como tal.
JESÚS
NO CONDENÓ NI SIQUIERA A LA MUJER ADÚLTERA
Publicado
por: José Miguel Pajares Clausen
No hay comentarios:
Publicar un comentario