Todas
nuestras acciones, no sólo las espirituales, como las que nos propone el
evangelio de hoy, deben tener como única motivación a Dios y el amor a los
hermanos.
El
Evangelio de hoy
Mateo 6, 1-6. 16-18.
Mateo 6, 1-6. 16-18.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: "Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de
los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su
Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no
lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las
calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su
recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo
que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve
lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean
como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya
recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu
cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y
tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara
triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que
la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su
recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara,
para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo
secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará".
Reflexión
Pbro. Ernesto María Caro
Ante estas palabras de Jesús, sería interesante el preguntarnos el motivo de
nuestras acciones, ¿qué es lo que está detrás de nuestra caridad, de nuestro
servicio? Y es que es triste que, dada la fragilidad de nuestra vida, muchas
veces nos sintamos impulsados a servir, o a hacer la caridad por motivos muy
lejanos a la vida evangélica. Muchas veces se sirve al patrón, al supervisor,
incluso a nuestros mismos padres, sólo por motivos de conveniencia, siempre
buscando qué ventaja puedo tener de mi acción. Muchas veces la caridad que
hacemos a nuestros hermanos necesitados tiene un trasfondo egoísta o
utilitarista que en nada se parece al que nos propone Jesús. Todas nuestras
acciones, no sólo las espirituales, como las que nos propone el evangelio de
hoy, deben tener como única motivación a Dios y el amor a los hermanos. Cuando
esto es una realidad, de ordinario se sirve con mucha discreción, pues lo
importante no es que los otros lo vean, sino que nuestra acción verdaderamente
ayude a los demás. Esto, si bien es una gracia, es también un ejercicio.
Busquemos que nuestra caridad y servicio sean por amor, de manera que sólo Dios
lo vea, pues de esta manera nuestra recompensa nos la dará Dios y no los
hombres.
Permite
que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como
María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Pbro. Ernesto María Caro
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