La fe va de la mano con la razón.
La solidez de la fe es directamente proporcional a creer en la Palabra de Dios.
La solidez de la fe es directamente proporcional a creer en la Palabra de Dios.
Estoy parado en medio de carretera y se acerca un camión ¿qué hago?
Puedo pensar:1. El camión no me va hacer nada porque yo creo que Dios me va a salvar.
2. Si no me salgo de la carretera, el camión me a pasar por encima y me va a matar.El primer pensamiento es absurdo porque solamente me quedé en la fe. El segundo pensamiento es el correcto porque acepto inconscientemente que Dios me dio gratuitamente la inteligencia necesaria al nacer como para saber que tengo que salirme… aquí apliqué la fe y la razón.
Mientras más acepto la Palabra de Dios, mi fe es más sólida. Por ejemplo: Pongo sobre una mesa la imagen de yeso de la Virgen María ¿La estoy poniendo sobre una base sólida? No, porque si me tropiezo con la mesa se caerá la estatua de yeso y se romperá. (Algunos creen que se rompe la virgen, y eso sabemos que no es posible; lo que se rompe es el yeso… sólo tenemos que comprarnos otra).
Bueno… volvamos a la solidez de la fe. Si coloco la estatua en el piso. ¿La estoy poniendo sobre una base sólida? No, porque puede venir un terremoto y adiós estatua. Entonces vamos a ponerla bajo el piso. ¿Qué hay bajo el piso?, el mundo entero. ¿La estoy poniendo sobre una base sólida? No, porque todos sabemos que el mundo algún día se va acabar y adiós estatua.
Cambiamos ahora la palabra “estatua” por la de “fe” sobre la misma idea, y nos preguntamos ¿en dónde entonces pongo mi fe para que sea tan sólida que nunca se caiga y se rompa? ¿Existe algo tan sólido? Si, debemos ponerla en algo que siempre haya estado, está y estará… en Dios.
Mientras mi fe tambalee estoy en peligro de perderla. En Dios no existe el gris, sólo el negro y el blanco… ¡estás con Él o no estás!
Puedo pensar:1. El camión no me va hacer nada porque yo creo que Dios me va a salvar.
2. Si no me salgo de la carretera, el camión me a pasar por encima y me va a matar.El primer pensamiento es absurdo porque solamente me quedé en la fe. El segundo pensamiento es el correcto porque acepto inconscientemente que Dios me dio gratuitamente la inteligencia necesaria al nacer como para saber que tengo que salirme… aquí apliqué la fe y la razón.
Mientras más acepto la Palabra de Dios, mi fe es más sólida. Por ejemplo: Pongo sobre una mesa la imagen de yeso de la Virgen María ¿La estoy poniendo sobre una base sólida? No, porque si me tropiezo con la mesa se caerá la estatua de yeso y se romperá. (Algunos creen que se rompe la virgen, y eso sabemos que no es posible; lo que se rompe es el yeso… sólo tenemos que comprarnos otra).
Bueno… volvamos a la solidez de la fe. Si coloco la estatua en el piso. ¿La estoy poniendo sobre una base sólida? No, porque puede venir un terremoto y adiós estatua. Entonces vamos a ponerla bajo el piso. ¿Qué hay bajo el piso?, el mundo entero. ¿La estoy poniendo sobre una base sólida? No, porque todos sabemos que el mundo algún día se va acabar y adiós estatua.
Cambiamos ahora la palabra “estatua” por la de “fe” sobre la misma idea, y nos preguntamos ¿en dónde entonces pongo mi fe para que sea tan sólida que nunca se caiga y se rompa? ¿Existe algo tan sólido? Si, debemos ponerla en algo que siempre haya estado, está y estará… en Dios.
Mientras mi fe tambalee estoy en peligro de perderla. En Dios no existe el gris, sólo el negro y el blanco… ¡estás con Él o no estás!
Señor, yo creo en Ti, pero incrementa mi fe.
“Si Jesús, María y mi Ángel de la Guarda están conmigo… ¡quién contra mí!”
“Si Jesús, María y mi Ángel de la Guarda están conmigo… ¡quién contra mí!”
Autor: José Miguel Pajares Clausen
No hay comentarios:
Publicar un comentario