En ocasiones cuando pedimos valor,
Dios nos envía a un enemigo, y cuando pedimos amor nos envía a alguien a quién
odiamos.
El
historiador ingles Arnaldo Toibin dijo que toda historia se forma por la
reacciona a un desafío. En la vida ocurre lo mismo, algunos lo esquivan otros
se rinden ante él y quedan esclavos de las circunstancias y terminan
destruidos.
Otros tratan
con el desafío con sus fuerzas humanas y terminan heridos.
Otros lo
enfrentan con el Señor y empiezan una nueva vida creando un mundo nuevo.
El desafío y la reacción de
Israel.
(Éxodo 12:40-42) Cuando Faraón dejo libre al pueblo de Dios
todos salieron luego de la pascua, pero más tarde Faraón se arrepiente,
decidiendo recuperarlos y pensó:
¿Cómo habría de dejar ir libres a 3
millones de esclavos después de 430 años? El pueblo de Dios comenzó a
desesperarse porque tenían el ejército detrás y el mar rojo delante. El pueblo
de Dios decidió rendirse y dijeron: “Volvamos a Egipto, Volvamos a la esclavitud”.
Pero solo Moisés reaccionó dependiendo de Dios, decidido a vencer el desafío.
Éxodo 14:13-14. ¿Cual es la
diferencia entre los hijos de Dios y los inconversos? Que si los inconversos
están ante un gran desafío, huyen o se rinden. Pero para los que creen, el
Señor esta por detrás del desafío. Así que debemos depender de Él y enfrentar
las cosas con valor. Aunque no veamos nada, ni oigamos nada, ni toquemos nada,
y nuestro camino se vea oscuro, la palabra dice: "Aunque ande en valle de
sombra y de muerte no temeré mal alguno porque tu estarás conmigo, tu vara y tu
cayado me infundirán aliento". Si estamos frente a un desafío tenemos que
pensar positivo. No piensen que el Señor no esta en medio. Él dijo: “He aquí yo
estaré con ustedes hasta el fin del mundo”. Él es el mismo ayer, hoy y por
siempre. Tenemos que depender del que murió y resucitó, y reaccionar ante el
desafío. Es difícil porque en la realidad vemos al enemigo pero no vemos al
Señor. Por eso necesitamos tener experiencias de fe.
Creemos al oír la palabra, pero si
no tenemos experiencias nos rendiremos ante los desafíos. Por eso el Señor nos
manda las dificultades para que tengamos experiencias y podamos vencer los
desafíos. ¿Por qué le mando Dios osos y leones a David y le hacia matarlos? ¡Si
solo era un muchacho! Lo hizo solo para que tenga la experiencia de vencer y
esta preparado para más.
Nosotros creemos al oír la palabra,
pero cuando vienen las pruebas esa fe muchas veces desaparece como neblinas ¿dónde
estaba la fe? Queremos clamar a Dios pero terminamos huyendo.
Pero el que tiene experiencia en la
vida espiritual, piensa que en ese momento también está el Señor, que ahí
también le va a contestar. Si vamos con el Señor ocurren milagros
inimaginables. "Dios ha preparado para los que le aman cosas que ojos no
vio ni oído oyó ni han subido a corazón del hombre". Cosas que sobrepasan
a nuestra imaginación.
Él ya sabe nuestro mañana, y debemos
creerlo aunque no tengamos ninguna señal. Entonces, ¡¡Cuan necesaria es la
experiencia!! Moisés experimento con el Señor 40 años en el desierto, por eso
en esos momentos pudo depender del poder de Dios. (Ex. 14:21-22). El milagro de
abrirse un camino en el mar ocurrió porque Moisés reacciono ante el desafío. Si
hubiera retrocedido nunca hubiera ocurrido. Él tenía una fe experimentada. Fue
desafiado, creyó y oró; por lo cual el Señor abrió el mar Rojo (Ex. 14:28).
Si las personas que no creen tratan
de hacer lo mismo del que cree puede ir a la ruina. El poder de la fe abrió el
Mar Rojo, el Jordán, no es que fue algo ́natural. ¡Cuántos desafíos tuvo el
pueblo de Israel en el desierto! No había comida, pero al orar Moisés cayó maná
del cielo como lluvia, cuando pidieron carne porque estaban desnutridos, Moisés
oró y vinieron codornices y comieron hasta hartarse. No había agua, Moisés oró,
golpeó la roca y salió agua; tenían frío de noche y calor de día, entonces
Moisés oró y Dios les mando una nube para cubrirles del sol y una columna de
fuego para que no tuviesen frío de noche. Como Moisés no tenia experiencia,
enfrentaba los desafíos orando. Todos tenemos pequeños o grandes desafíos y si
reaccionamos ante ellos orando, el Señor nos responderá. ¿Por qué les dio el
Señor semejantes desafíos? Cuando pedimos valor, nos envía a un enemigo y
cuando pedimos amor nos envía a alguien a quién odiamos. Deuteronomio 8:14-16.
Dice que Dios les mando esos desafíos para luego bendecirlos. Eso les hizo
arrepentirse, los hizo menguar les probó y les hizo sufrir y fue el proceso
para convertirse en un vaso de bendición. Por lo cual el Señor nos hace pasar
por pruebas.
Nuestras vidas también pasan por
interminables desafíos. Son diferentes a los del pueblo de Israel. El pecado,
las tentaciones del mundo, las enfermedades, la pobreza, el fracaso, la muerte,
la ansiedad, las angustias, el odio, la ira, la procuración, las frustraciones
y la desesperación; estos son los desafíos que nos traen sufrimientos. (Stgo.
1:2-4). Antes cuando era un niño en la fe preguntaba al Señor por qué me
abandonó. Después de crecer cuando vienen las pruebas le doy gracias por todo.
Cuando Pablo y Silas fueron encarcelados, ensangrentados por los golpes, y con
hambre, ellos alababan al Señor, tanto que hubo un terremoto que les liberó.
Hagamos lo mismo cuando pasemos por pruebas y ocurrirá un terremoto en los
cielos. Traerá paz. En el desierto de la vida no hay nadie que no pase por
pruebas y no debe olvidar que tiene que alabar y orar.
LA GRACIA QUE RESTABLECIÓ A JESUCRISTO DEL DESAFÍO Y
DE LA REDENCIÓN
Roland Hayes es un cantante famoso
cristiano. Pero tuvo que pasar por muchas pruebas. Un día fue a Berlín para un
concierto y los alemanes no sabían que era de color. Al subir al escenario, los
alemanes le tiraron cosas y le gritaron: ¡No queremos oír la música de un
negro! ¡Fuera! ¡Vuelve a tu país! Pasó por un tremendo shock. Al darse vuelta
para volver tuvo una visión. Era la visión cuando Jesús estaba en el patio de
Pilato rodeado de gentes que gritaban que sea crucificado. Le acusaban con toda
clase de mentiras, su pelo estaba desordenado, le escupían, todo su cuerpo
estaba herido, pero el no levantaba la cabeza humillado por los insultos. Allí
el Espíritu Santo le dijo: ¡Mira! Hasta Jesús pasó por esos sufrimientos y ¿por
qué tú no? Si no hubieses querido ser famoso no pasarías por eso. Él le dijo:
"Si Señor", y empezó a cantar llorando en medio de los gritos. Sin
llorar era emocionante la música, ¿cuánto mas llorando? Todos callaron y
empezaron a oírlo. Al terminar los que hacia un rato le estaban injuriando,
¡empezaron a aplaudirlo! El cambio del corazón del hombre es impredecible.
Así como Jesús ya venció, si oramos
por fe, dependemos de Él, sale de nosotros una fe poderosa que derrota al
enemigo y nos da la victoria. Si dependemos de Jesucristo, el Espíritu Santo
nos ayuda. No nos ha dejado como huérfanos sino que nos envió a su Espíritu
Santo. (Rom. 8:26). El Espíritu Santo vino para ayudarnos, tenemos que decirle
siempre: ¡Ayúdame, te reconozco, te recibo, te doy la bienvenida, dependo de
ti! Es el Espíritu de Jesús. El que le dio la victoria a Jesucristo en la cruz
esta dentro de nosotros y cuando ese poder se manifiesta aunque estemos
atribulados en todo no estamos angustiados, en apuros más no desesperados,
derribados más no destruidos. La ley del Espíritu de vida ha entrado en nosotros
y ha vencido a la ley de la muerte.
Además la
palabra de Dios nos da una fuerza increíble. Eso lo experimente en Colombia. No
sabía en que momento vendrían a buscarme en la persecución de los guerrilleros,
había guardias armados alrededor del hotel. Lo único que tenia para agarrarme
era de la palabra de Dios, “Él es mi castillo, mi torre fuerte, mi Dios en
quién confiaré”. “Él te librará del lazo del cazador”. Con solo escucharlo
tenía consuelo. No sabía cuando iban a venir por mí. Pero la biblia dice: “No
temerás al terror nocturno”. Significa que nos protege de las balas que nos
puedan disparar, de toda plaga que ande en oscuridad, y de todas las
calamidades naturales. Estas palabras tienen poder (Sal. 119:49-50).
Su palabra es consuelo en las tribulaciones, y nos salva. Su
palabra es valiosa, téngala siempre con usted, medite en ella y viva dando
gracias. Cuando estamos bien parece que la misma no es tan necesaria, pero
cuando pasamos por pruebas, no hay otra cosa en lo que podamos refugiarnos.
Solo la palabra no nos abandona y estará con nosotros hasta el fin.
David Yonggi
Cho
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