A veces estoy lleno de caprichos: necesito un jersey especial, el compact disk de moda, o los guantes de "ski" de la marca tal. ¿Cómo me vas a pedir algo, si tengo el corazón lleno de cosas humanas? Debo usar los instrumentos (vestido, coche, casa, etc.) que correspondan a mi entorno laboral, social y familiar. Pero con señorío, es decir, sin dejar que el corazón se apegue a esos medios materiales.
«Y llamó a los doce y comenzó a
enviarlos de dos en dos, dándoles potestad sobre los espíritus inmundos. Y les
mandó que no llevasen nada para el camino, ni pan, ni alforja, ni dinero en la
bolsa, sino solamente un bastón; y que fueran calzados con sandalias y no
llevaran dos túnicas. Y les decía: Si entráis en una casa, permaneced allí
hasta que salgáis de aquel lugar. Y si en algún sitio no os reciben ni os
escuchan, al salir de allí sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio
contra ellos. Y habiendo marchado, predicaron que hicieran penitencia; y
expulsaban muchos demonios y ungían con óleo a muchos enfermos y los curaban.»
(Marcos 6, 7-13)
Comentario
realizado por Pablo Cardona.
I. Jesús, envías a predicar a los apóstoles. Pero, ¿no podías predicar
directamente? ¿Para qué necesitas apóstoles? ¿Para qué me necesitas a mí? A
veces me excuso con estos razonamientos y me olvido de que Tú quieres
necesitarme a mí porque así yo te necesitaré más a Ti, y entonces te buscaré
más y te amaré más. «Dándoles potestad sobre los espíritus inmundos.»
Jesús,
me das gracia abundante para que no me deje dominar por el ambiente pagano y
materialista que me rodea. Si acudo frecuentemente a los sacramentos y soy
constante en la oración, recibiré tu gracia. Entonces, seré yo el que vaya con
mi propio ambiente, dando ejemplo de vida cristiana. El camino del apóstol no
requiere muchos medios materiales. Es más, requiere desprenderse de lo
superfluo y aún de lo necesario.
Jesús,
a veces estoy lleno de caprichos: necesito un jersey especial, el compact disk
de moda, o los guantes de "ski" de la marca tal. ¿Cómo me vas a pedir
algo, si tengo el corazón lleno de cosas humanas?
II. «El desprendimiento que predico, después de mirar a nuestro Modelo, es
señorío; no clamorosa y llamativa pobretería, careta de la pereza y del
abandono. Debes ir vestido de acuerdo con el tono de tu condición, de tu ambiente,
de tu familia, de tu trabajo..., como tus compañeros, pero por Dios, con el
afán de dar una imagen auténtica y atractiva de la verdadera vida cristiana.
Con naturalidad, sin extravagancias: os aseguro que es mejor que pequéis por
carta de más que por carta de menos.
Tú,
¿cómo imaginas el porte de Nuestro Señor?, ¿no has pensado con qué dignidad
llevaría aquella túnica inconsútil, que probablemente habrían tejido las manos
de Santa María? (...) Tú y yo nos esforzaremos en estar despegados de los
bienes y de las comodidades de la tierra, pero sin salidas de tono ni hacer
cosas raras. Para mí, una manifestación de que nos sentimos señores del mundo,
administradores fieles de Dios, es cuidar lo que usamos, con interés en que se
conserve, en que dure, en que luzca, en que sirva el mayor tiempo posible para
su finalidad, de manera que no se eche a perder» (Amigos de Dios.-122).
Jesús,
si quieres que sea apóstol en medio del mundo, debo usar los instrumentos
(vestido, coche, casa, etc.) que correspondan a mi entorno laboral, social y
familiar. Pero con señorío, es decir, sin dejar que el corazón se apegue a esos
medios materiales. «El espíritu de penitencia y su práctica nos conducen a
desprendernos sinceramente de todo lo que poseemos de superfluo, y a veces
incluso de lo necesario, que nos impide «ser» verdaderamente lo que Dios quiere
que seamos» (Juan Pablo II.-Alocución.-20-II-1980).
Jesús,
Tú ibas elegante, no cochambroso. Tenias una túnica sin costuras, de las
buenas, que te habría tejido tu madre, Santa María, y la cuidarías bien. Por
eso los soldados no la rompen en partes, como solían hacer con la ropa de los
ajusticiados, sino que se la juegan a los dados. Que aprenda a imitarte también
en esto: cuidando bien lo que tengo, para que dure; no haciendo gastos
superfluos; prescindiendo con naturalidad de lo que no es estrictamente
necesario para servirte en medio del mundo.
Fuente: Una Cita con Dios, Tomo VI, EUNSA
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