Estaban en
silencio, pero como ocurría muchas veces, el Anacoreta sorprendió a su joven
seguidor con una reflexión inesperada:
- El verdadero
enemigo de la vida no es el sufrimiento, es la tristeza.
El joven
interrogó con la mirada al anciano. Este, sonrió e intentó explicarse.
- Pasamos la
vida huyendo del sufrimiento y nos parece que no nos deja vivir. Pero el
verdadero enemigo de la vida es la tristeza.
Guardó unos
momentos de silencio y añadió:
- Cuando nos
sacrificamos por los demás, ese sufrimiento nos da vida. Nos hace crecer y da
sentido a nuestra existencia. En cambio la tristeza mata en nosotros la pasión
por vivir. Nos hace insolidarios y nos encierra en nosotros mismos. La tristeza
es la que nos ciega ante el futuro y nos quita las ganas de vivir.
Miró al
joven seguidor y concluyó:
- Intentamos escapar del
sufrimiento, cuando es de la tristeza de los que deberíamos huir...
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