El Mar
Muerto, localizado entre Israel y Jordania es famoso por ser el punto más bajo
de la superficie terrestre. Es también una viva atracción turística por sus
saludables balnearios, a los que se dirigen muchos para tomar baños de agua
salada, y comprar cosméticos elaborados con el lodo de ese mar.
¿Te has
preguntado alguna vez por qué le denominan Mar Muerto? Diferente a la mayoría
de los grandes lagos, este no tiene salida. El río Jordán fluye hacia el Mar
Muerto pero no hay circulación a la inversa. Sin compartir lo que recibe,
muere.
Lo mismo se
aplica a los seres humanos. Cuando recibimos dones de talento, educación,
capital financiero, u otros recursos, podríamos pensar que al compartirlos con
otros, quedaría menos para nuestro disfrute personal.
Sin embargo,
cuando no ofreces de ti mismo a otros, una parte de tu ser, muere.
Las personas
hablan del sacrificio que he hecho pasando
en África, gran parte de mi vida. ¿Puede esto ser llamado
sacrificio, si tan sólo es admitir una gran deuda con nuestro
Dios que nunca podremos pagar? ¿Es un sacrificio algo que te
recompensa con salud, con la conciencia de estar obrando bien,
con paz mental y una radiante esperanza de un glorioso
destino? Enfáticamente, no es un sacrificio. Antes es un
privilegio… De esto no debemos ni hablar si recordamos
el gran sacrificio que Él hizo, dejando el trono de Su Padre
en lo alto, para darse a Sí mismo por nosotros.
Y no os
olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se
agrada Dios.
Hebreos 13:16
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