sábado, 5 de mayo de 2012

CÓMO SE LLEGA A LA POSESIÓN O INFLUENCIA DIABÓLICA Y LA FORMA DE ENFRENTARSE A ELLA


«Así se vence al demonio» de J.M. Zavala.

Los poseídos y los exorcistas entrevistados por José María Zavala nos ponen un nudo en la garganta, pero también ofrecen una esperanza... y la advertencia de no meterse en la boca del lobo.

Hay quien no cree en la posesión diabólica simplemente porque no cree en el demonio. Hay quien cree en el demonio, pero piensa que la posesión diabólica es sólo una explicación pre-científica para trastornos psiquiátricos hoy bien conocidos y descritos.

UNA INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA

Y también hay quien acude a poseídos y exorcistas para preguntarles qué tienen que decir. Como ha hecho José María Zavala en Así se vence al demonio (LibrosLibres), un acopio de testimonios excepcional y decisivo por su nervio periodístico y por la seriedad del abordaje.

Es importante esto último. Un exorcista "de verdad" es un sacerdote de la Iglesia católica que ha recibido el mandato de su obispo para esa función, una vez descartada -normalmente tras criterio médico- cualquier otra opción razonable. Es decir, cuando hablamos de posesión, hablamos de un triple filtro de tres personas cualificadas. Ese sacerdote, por último, está obligado a seguir un ritual preciso sin apartarse un milímetro.

EL EXORCISTA OFICIAL DEL VATICANO

Con estas premisas, Zavala ha exprimido a media docena de exorcistas para que cuenten lo que han vivido. Entre ellos, Gabriele Amorth, que fue exorcista oficial de la diócesis de Roma (es decir, designado por el mismo Papa para esa función, y quien describe dos exorcismos que practicó Juan Pablo II), Salvador Hernández, de la diócesis de Murcia, o Lorenzo Alcina, de la diócesis de Mallorca, el más veterano de España -empezó en 1976-.

SATÁN JUNTO A LA CUNA

A través de estos sacerdotes, ha contactado con una decena de personas que han sufrido una posesión, se han librado de ella a través de un exorcismo y han accedido a transmitir su experiencia.

Como por ejemplo, Manuel, joven empresario cuyos problemas empezaron a través de una morbosa y obsesiva relación con una mujer mayor que él. O Sor María del Rosario, de 32 años, religiosa de clausura a quien el demonio sólo atacaba en el convento (y con piruetas brutales que corroboran ante el autor otras religiosas), como si quisiera apartarla de su vocación.

UN BEBÉ VÍCTIMA DE UN MALEFICIO

O el espeluznante caso de Ricardo, un niño de dos años víctima de un maleficio a quien sus padres llegaron a ver suspendido en el aire mientras el pequeño señalaba en la habitación un inquietante e invisible compañero de juegos.

Ahora bien, Zavala no ha escrito un libro para meter miedo. Las películas hacen eso mucho mejor, y algunas que han contado con asesoramiento eclesiástico (El exorcista, El exorcismo de Emily Rose, El rito) no se alejan demasiado de la realidad, más allá de algunas concesiones a la taquilla.

CON DIOS AL LADO, PELIGRO CERO
Al contrario: Así se vence al demonio, y el mismo título lo sugiere, se ha escrito para llevar esperanza allí donde hay dolor, porque el mensaje, muy claro, es que la fortaleza del diablo sobre el hombre es pura nada ante el poder de Dios.

Los exorcistas son policías eficaces porque tienen superioridad de armamento: los demonios huyen ante el rito y ante la oración, los sacramentos y los sacramentales (como su típica reacción al agua bendita). El padre Salvador Hernández, alma en buena medida de esta obra por la amplitud de su testimonio y de sus casos, ofrece detallada cuenta de cómo esas armas producen su efecto sanador.

Cuidado con la güija o el espiritismo.

Pero éste es también un libro de advertencia. Los demonios no se cuelan libremente en nuestra vida. Se cuelan si les abrimos la puerta. Y esa puerta son los maleficios, la brujería, el espiritismo, la güija o, por supuesto, el satanismo.

TRAPECISTAS POR LOS AIRES... SIN TRAPECIO

En última instancia, el mundo de la oscuridad es el ámbito propio de la bestia. Lejos de él, nada hay de qué preocuparse, en lo que a posesiones se refiere. Meterse en él por curiosidad, por irresponsabilidad o buscando obtener beneficios (los famosos pactos con el diablo por el poder, el dinero o el éxito) puede traer consecuencias desastrosas.

El exorcismo es, pues, sólo una ultima ratio en circunstancias muy raras... aunque cada vez más habituales, a medida que la fe se pierde. Es mejor prevenir.

Eso sí, cuando hay que realizarlos, son también un instrumento de apostolado. Cuenta Zavala el caso del padre Matthieu, un exorcista francés con experiencia en los casos más duros. Llamaba a los más ateos o pasotas para que le ayudasen a sujetar a los posesos más violentos. ¡Cuando una fornida troupe circense recorrió volando una habitación, agarrada a un empresario de sesenta años que levitaba, esa tarde todos acabaron pasando por el confesonario!

Carmelo López-Arias/El Semanal Digital

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