jueves, 19 de abril de 2012

¿EL MUNDO EN NUESTRAS MANOS?


Esta fotografía de Joachim&Malik, pertenece a un blog de fotografías al que estoy suscrito. Me ha llamado la atención el título que da a esa fotografía: "El mundo en sus manos."

Ese niño es posible que crea, que en la galleta María que sostiene en su mano está concentrado el mundo. A esa edad su mundo, a parte de su madre, es esa galleta que es suya, que se está comiendo.

A los adultos nos puede ocurrir algo parecido. Nuestro mundo no es una galleta, pero sí aquello que poseemos, que dominamos, que es nuestro...Y sin casi darnos cuenta, vamos trasladando ese ansia de posesión a todos los ámbitos de la vida, y acabamos siendo aquello que poseemos y considerándonos más, si poseemos más.

Estudiamos para poseer una carrera, que nos permitirá poseer un trabajo, que nos hará poseer un puesto importante en la sociedad. Transformamos el amor en un acto de posesión del otro y lo abandonamos cuando creemos que ya no lo poseemos o queremos poseer a otra persona.
Utilizamos la religión para poseer, aquí prestigio y luego una recompensa en el más allá...

Hemos olvidado que somos hombres por lo que somos, no por lo que tenemos. Hemos restringido el mundo a nuestro pequeño entrono. Sólo pensamos en el Otro cuando lo puedo poseer, dominar, manipular; cuando creo que me será de provecho.

Esto nos lleva inexorablemente a la soledad. Cierra nuestros horizontes y nos enclaustra
en nuestro yo. Y el Yo no tiene sentido, sino existe un Tu. No un Tu para poseer, sino un Tu para relacionarnos.

Enfermedades, problemas, pueden encerrarnos en nosotros mismos. Pero hemos de intentar salir cuanto antes de nosotros mismos. Necesitamos respirar el "aire" del exterior. Estamos rodeados de gratuidad...de cosas, personas...que se nos dan sin que intenten poseernos. La luz que entra por nuestra ventana o la lluvia que cae sobre los campos, nos enseñan que el mundo es gratuidad.

Si salimos de nuestro encierro, veremos, que, a nuestro alrededor, hay muchas personas que están esperando nuestro ser gratuito, que nos necesitan. Un saludo, una sonrisa...A veces un
simple detalle tiene un gran valor.

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