Para quienes no tengan la fortuna de llegar a costas seguras hay varios
consejos:
A- No salgas de tu casa por ningún motivo, aunque te golpeen la puerta (Todas las videntes advierten sobre el punto, dicen que los demonios serán los dueños de la noche y que tratarán de engañar a las personas)
B- Tapa las ventanas con cortinas gruesas, ojalá negras.
C- Guarda alimentos enlatados o al vacío, en lugares frescos, preferentemente
subterráneos o armarios sellados.
D- Afuera el aire será irrespirable, estará envenenado, si sales morirás. No habrá electricidad, por lo que se debe tener velas (No cualquiera) Solo bastará tener una vela, la cual arderá los tres días sin apagarse.
E- Rezar y nombrar al arcángel Miguel cuyo nombre significa "Quién como Dios" serán las únicas armas con las que se contará, pero serán infalibles y asegurarán la vida. También hay que rezar por nuestros seres queridos que no están con nosotros, no hay que olvidar a nadie, pues a pesar del horror habrá misericordia para los elegidos. Punto especial y fundamental, son las velas
benditas, en medio de la oscuridad iluminarán el camino de los elegidos.
PROFECÍA
Hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz:
¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: 'Algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él' a un Obispo vestido de Blanco 'hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre'. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante,
apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas
seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios". Lucía de Fátima.
Quién tenga ojos para ver, ¡que vea!
José Miguel Pajares Clausen
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