El salmo 8 es uno de mis preferidos. Me gusta rezarlo contemplando el cielo estrellado. En
nuestra sociedad postmoderna, hemos pasado de considerar al hombre como centro de la creación, de creer que con la ciencia todo lo podíamos alcanzar, a considerarnos un átomo perdido en la inmensidad del cosmos y a declarar que nuestra vida carece de sentido. El salmo 8, desde la humildad de reconocerN nuestra indigencia, nos señala que, a pesar de su nadería, el hombre es objeto del amor de Dios.
Pascal nos dejó estas bellas palabras: " Todos los astros, el firmamento, las estrellas, la tierra y el universo, no valen lo que vale el más pequeño de los espíritus. El espíritu conoce todo esto y los astros no saben nada."
Ciertamente vivimos en un mundo que no se nos presenta agradable, precisamente. Quizá no
sea peor que el de otros siglos, pero ahora estamos informados al instante de lo que ocurre en cualquier parte de la Tierra. Hace unos siglos, si dos tribus africanas se exterminaban entre ellas, nadie se enteraba en occidente. Hoy mueren diez personas en un atentado en Nairobi y los medios lo difunden a los pocos minutos. Sin embargo, nuestro entendimiento se cierra a todo lo que no es palpable, material, documento periodístico.
Hemos perdido esa otra mirada que nos hace ver más allá de las cosas físicas, la mirada del espíritu. William Blake que vivió en la última mitad del siglo XVIII y la primera del XIX escribió: "Si limpiáramos las puertas de la percepción, cualquier cosa nos parecería tal cual es, infinita.
Pero el hombre se ha encerrado en sí mismo, hasta el punto que no sólo ve las cosas a través
de las estrechas fisuras de su caverna." ¿Qué escribiría ahora? Confundimos la realidad con las sombras que se reflejan en la pared de la cueva y no sabemos salir al exterior y ver la realidad. La realidad es tan sólo lo que podemos tocar o lo que nos dice la televisión. No sabemos ver la grandeza que se encuentra tras cualquier ser, por ínfimo que sea.
de las estrechas fisuras de su caverna." ¿Qué escribiría ahora? Confundimos la realidad con las sombras que se reflejan en la pared de la cueva y no sabemos salir al exterior y ver la realidad. La realidad es tan sólo lo que podemos tocar o lo que nos dice la televisión. No sabemos ver la grandeza que se encuentra tras cualquier ser, por ínfimo que sea.
El drama actual es que no sabemos ver el sentido de la vida. Sin la Encarnación la vida no tendría sentido. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?
El día en que Dios se hizo hombre, ese ser ínfimo que somos, se transformó en el camino hacia Dios para los demás...
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