EL FUTURO ES MÁS DE NUEVA EVANGELIZACIÓN QUE DE MISIONES.
¿Qué pasará si se amplía la libertad de la Iglesia y se puede evangelizar de forma más directa en Cuba, con hospitales, escuelas, predicadores, más misioneros, etc...? La realidad es que se parte de muy abajo: apenas un 2% de cubanos van a misa los domingos, un 10% quizá si se cuentan los que acuden de forma más esporádica. Sólo un 60% son católicos en algún sentido.
Francisco
Ortega, uno de los responsables del Instituto Español de Misiones Extranjeras (http://www.ieme.org/), explica la panorámica que obtuvo visitando a los misioneros españoles en Cuba hace un año.
"Es una situación atípica. Por un lado las iglesias se llenan, la gente que va a misa es muy participativa e incluye a mucha gente joven. En general, los cubanos tienen iniciativa,
cada día hablar de ´ir a resolver´, que significa buscarse la vida por ese día, al menos. Por otro lado, el régimen no deja que la Iglesia haga acción social. Si un misionero del IEME en
Guatemala enseguida abre un dispensario, una escuelita, etc... en Cuba no puede. Así que los misioneros trabajan con comunidades y fomentan la ayuda persona a persona. En Cuba, como
hemos vivido en otros países latinoamericanos, sabes que hay ´orejas´ o ´chivatos´, así que cuando predicas vas con cuidado, para no dejarte caer en trampas".
"FALTA ALEGRÍA CARIBEÑA"
El padre Antonio López Sánchez, hoy en España, estuvo en Cuba, en Cienfuegos, de 2001 a 2008, después de haber pasado 37 años de misionero en Colombia, Perú y Nicaragua.
"Cuba es muy distinta al resto de Hispanoamérica", explica el padre López. "Por un lado, cuando
llegas ves que la gente tiene mayor nivel cultural que en muchas zonas de misión, la población está casi toda alfabetizada y escolarizada y hay muchos universitarios. Los niños de 8 años leen perfectamente en misa. No hay racismo, cosa que sí existe en otras zonas hispanoamericanas. Pero en Cuba ves también que falta la alegría tan habitual en el Caribe. Hay hambre, escasea el alimento. Cuando yo llegué, la Iglesia vivía muy atemorizada. Aunque era después de la visita de
Juan Pablo II, las autoridades trataban de endurecer sus reglas. Podías trabajar si te ceñías a lo exclusivamente religioso: oración, catequesis, culto. Pese a todo, en Cienfuegos dábamos cursos de Doctrina Social de la Iglesia, y el Estado lo permitía... En La Habana los dominicos del Aula Montesinos ya podían hablar de temas sociales con pensadores del gobierno", explica este misionero del IEME.
DISTRAER A LA GENTE DEL CULTO
"No había violencia externa pero sí pautas que los dirigentes marcaban. Por ejemplo, programaban actividades atractivas justo a las horas de culto y lo sabían. Ponían películas para
atraer a los niños, justo a la hora de catequesis, por ejemplo. Se organizaban actividades para alejar a la gente de la Iglesia, pero las comunidades cristianas trabajaban muy bien y no les funcionaba con los practicantes. Allí el cura está de animador, porque muchas comunidades
funcionan bien casi solas", añade el padre López Sánchez.
"Todos éramos conscientes de que en nuestro entorno había personas que venían a ver lo que se predicaba. Teníamos que decir las cosas de forma que no hiriesen. Nada de críticas directas. A
veces algunos misioneros se metían en líos, no por críticas directas al régimen, sino por denunciar cosas concretas injustas. El párroco de Santa Rita ha apoyado mucho a las Damas de Blanco en temas de derechos humanos, por ejemplo."
Pastoral personalizada y de escucha El padre Juan Bayona, que estuvo cinco años también en Cienfuegos, hizo lo que le dejaba el régimen, algo para lo que estaba bien equipado como
misionero: acompañar, escuchar, atender, animar.
"Los cubanos tienen una gran necesidad de ser escuchados, alentados, de recibir ánimo y esperanza", explica. "Hay que dedicar a eso mucho tiempo y energías y lo aprecian mucho. Hay que saber saludarles, uno a uno, con afecto, y escucharles. En el Caribe, la gente se mueve mucho por el corazón, hay mucho amor entre ellos. Pero la vida es muy difícil y la gente tiene que
luchar mucho. Son muy sensibles, si les tratas con amor se les esponja el corazón. El sacerdote debe ir a quererles."
Con él estaban tres religiosas vedrunas españolas ("una de La Rioja, otra de Valladolid y otra de Murcia", especifica) que llevaban más de 10 años en el país y se encargaban de la catequesis, las visitas a los enfermos, el trato con los más pobres, etc...
El padre Bayona cree que hay futuro para Cuba, porque hay capacidad de perdón y reconciliación. No es un pueblo rencoroso. "A los españoles, europeos, nos mueve mucho la razón pero ellos no tienen las entrañas tan endurecidas, el corazón lo entienden perfectamente,
entienden los gestos de perdón. Tienen capacidad de reconciliación. Son desenvueltos y vivos y pueden lograr un mejor desarrollo".
EL PODER DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD
Ambos misioneros destacan la devoción por la Virgen de la Caridad de El Cobre. Explica Antonio López que "lo de la Virgen del Cobre hay que vivirlo. Allí nadie, ni el ateo más radical, hablarán mal de la Virgen. Hace años que se permite que la Virgen de la Caridad procesione y todos le siguen: es el mayor signo de unidad de Cuba, y su devoción ayudará a la reconciliación. Está en todas las casas y en todos los corazones. Pero, ojo... también está en la santería..."
El padre Bayona tiene una anécdota ilustrativa. "Yo llevaba unas estampas de la Virgen de la Caridad y estaba hablando con alguien de ideología contraria a la fe, pero él vio que yo llevaba una estampa y me dijo: ´deme una, que esa es mi Madre también´, y la puso al lado de la foto de Fidel y la de Raúl en la mesa del despacho".
¿Y CUANDO HAYA LIBERTAD?
¿Qué pasará si se amplía la libertad de la Iglesia y se puede evangelizar de forma más directa en Cuba, con hospitales, escuelas, predicadores, más misioneros, etc...? La realidad es que se parte de muy abajo: apenas un 2% de cubanos van a misa los domingos, un 10% quizá si se cuentan los que acuden de forma más esporádica.
Sólo un 60% son católicos. Anastasio Gil, director en España de Obras Misionales Pontificias (http://www.omp.es/) recuerda que hasta hace poco apenas se permitían rehabilitaciones de edificios eclesiásticos, y sólo recientemente han permitido un seminario. "La labor de la Iglesia en Cuba tendrá que ejercitar esa gran virtud misionera, a veces poco valorada, que es la paciencia.
Y con enorme prudencia. Los tiempos los marca Dios", señala el padre Anastasio.
"No cabe esperar un movimiento insólito misionero que se vuelque en Cuba de forma especial",
asegura el director de OMP. "En cuanto se pueda, lo que habrá es un fortalecimiento de las diócesis. La Iglesia anunciará a Cristo mediante el kerigma, el testimonio y el trabajo en las necesidades humanas y materiales.
Liberará de la esclavitud del pecado y la ignorancia, por la vía ordinaria de la Iglesia. De hecho, más que una misión, se trata de nueva evangelización, porque allí ya hay comunidades
cristianas arraigadas".
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