martes, 21 de febrero de 2012

LA DAMA EN EL ESPEJO


Ella se miró en el espejo de manera larga y dura con ojos vidriosos.

Ella no estaba viendo el reflejo que la miraba de vuelta, se hallaba perdida en un mundo de recuerdos. En un instante estuvo de vuelta; el reflejo en el espejo la confundió. Por un segundo pensó que era su madre la que la miraba de vuelta. Pero al asentarse lentamente la realidad, se dio cuenta de que el reflejo era en realidad el de ella.

Ida estaba la hermosura de antaño; en su lugar vio un lunar. Idos estaban los hoyuelos que alguna vez agraciaron sus mejillas. ¿A dónde se habían ido esos monos hoyuelitos, pensó para sí misma? ¿De dónde habían venido esas arrugas?

Tan atareada había estado en los quehaceres cotidianos de la vida que no había notado que el tiempo no se había detenido, hasta hoy cuando se detuvo a mirar, mirar de verdad al espejo; el espejo que la había visto transicionar a partir de la joven de 20 años con ojos brillantes llenos de esperanza.

Los años le habían pasado al lado y se preguntaba acerca de este cruel giro del destino, que la madre naturaleza eventualmente lanzaba en el camino de todos… comenzó a sonreír.

Los años parecían haberle pasado de largo a una velocidad increíble y su luz - por lo menos así parecía - se tornaba cada vez más tenue; fue entonces que cayó en cuenta. Ella sabía en lo profundo de su corazón, en lo más profundo de su ser, que si se le diese la oportunidad de volver a tener su tiempo de nuevo, no cambiaría un sólo aspecto; estaba donde debería estar.

Al observar a la extraña en el espejo, la miró a lo profundo de sus ojos. Podía ver la sabiduría y la bondad que emanaba de ellos. También notó que había una calidez que no había estado allí por muchos años.

Después de años de querer vivir a la altura de los estereotipos que constantemente la asaltaban, finalmente vio la belleza, la verdadera belleza.

“Eres hermosa”, susurró al espejo y esta vez fue sincera… en realidad sincera.

Elisabeth Folino,
copyright 2011
Fuente: www.motivateus.com

La reflexión de hoy nos confronta con el resultado y consecuencia del paso de los años, tanto a hombres como a mujeres.

Y es que la autora del pensamiento de hoy, utilizando una experiencia cotidiana como el mirarse al espejo, nos lleva a enfrentar la realidad de que envejecemos y que necesitamos actualizar constantemente nuestra percepción de nosotros mismos.

Siempre recuerdo cuando niño que hablábamos de los “viejos de 50 años”… bueno, ya no hablo de esa manera, tal vez porque ya los sobrepasé hace mucho y porque en realidad tampoco me siento “viejo”. Sin embargo, el querer aferrarnos a la nación de que nos mantenemos jóvenes y querer seguir comportándonos como cuando teníamos veinte ó treinta años menos, no sólo nos sumiré tarde que temprano en la depresión sino que nos robará la bendición de vivir la etapa
actual de la vida que Dios nos ha regalado. Todos pasamos por esto… entonces, ¿por qué no celebrarlo en vez de pelear contra ello? Adelante y que el Señor les continúe bendiciendo.

Raúl Irigoyen
El Pensamiento Del Capellán

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