Luego, volviendo a sentarse, dijo a su joven seguidor:
- ¿Te has fijado la cantidad de grupos en los que nos dividimos los humanos? Tenemos un
sentido de la comunidad muy restringido. Sólo consideramos comunidad a los "nuestros". Los que piensan como nosotros... Los demás son los "otros". Y nos esforzamos por resaltar nuestras diferencias...
- ¿Te has fijado la cantidad de grupos en los que nos dividimos los humanos? Tenemos un
sentido de la comunidad muy restringido. Sólo consideramos comunidad a los "nuestros". Los que piensan como nosotros... Los demás son los "otros". Y nos esforzamos por resaltar nuestras diferencias...
El joven seguidor escuchaba atentamente y preguntó:
- Pero, ¿acaso la comunidad, el grupo no es lo que nos da fuerzas?
Sonrió el anciano y, tras unos momentos de reflexión, respondió:
- Tenemos un punto de vista equivocado. Establecemos las comunidades fijándonos en las
diferencias, separándonos de los demás, marchando a la periferia. Deberíamos fijarnos en lo que nos une, marchar hacia el centro, buscar la comunidad humana. Pasamos la vida queriendo ser diferentes, originales y olvidamos lo más importante: que somos Hombres. Thomas Merton exclamó un día: "¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios porque tan solo soy un hombre como los demás!...Ser miembro de la raza humana es un destino realmente glorioso"
Luego, mirando fijamente a su joven seguidor, concluyó:
- ¿No crees que si nos sintiéramos comunidad humana desaparecerían muchos de los problemas que tenemos?
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