El anciano miró sonriendo al joven y respondió:
- En el evangelio de ayer vimos que Jesús predicaba, curaba y oraba. Predicar y curar
corresponde a la acción y orar a la contemplación.
Se detuvo un instante y luego continuó:
- Creo que cometemos un error si separamos acción y contemplación. Si predicamos sin haber
meditado antes, nos predicamos a nosotros mismos, no a Jesús. Si sanamos, liberamos a los demás, pero no meditamos, nos iremos secando y utilizaremos a los otros en nuestro provecho en vez de liberarlos. Si sólo meditamos y la oración no nos lleva a anunciar la Buena Nueva ni a liberar y sanar a los otros, simplemente, nos estamos mirando el ombligo.
Volvió a detenerse y concluyó:
- Vida activa y contemplativa han de estar unidas. Claro que en unas personas una primará sobre la otra, según su vocación, pero ambas han de ir siempre. unidas...
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