martes, 13 de diciembre de 2011

LA CIUDAD DEL REMORDIMIENTO



No había planeado viajar este año, pero sin darme cuenta me encontré preparando el equipaje. Y una vez que salí, me llené de temor. Fue otro viaje de culpa.

Reservé mi tique en la línea aérea El deseo que tuve. No necesité chequear mi equipaje porque en esa aerolínea todo el mundo lo carga teniendo que llevarlo por lo que parecen ser largas millas en el aeropuerto de la ciudad Remordimiento. Había allí gente de todo el mundo, encorvados bajo el peso del equipaje que ellos mismos habían empacado.

Tomé un taxi para que me llevara al Hotel Último Recurso. Durante todo el trayecto, el chofer no dejó de mirar por sobre su hombro. Al llegar, busqué el salón donde tendría lugar mi reunión, el Encuentro Anual de Compasión. Al registrarme, vi que todos mis antiguos colegas estaban en la lista:
Toda la familia Hacer: Haría, Hice e Hiciese Las dos Oportunidades: la Malgastada y la Perdida Todos los Ayer:

Había demasiados como para enumerarlos uno a uno, pero todos tenían historias tristes para contar. Sueños Rotos y Promesas Incumplidas también estaban allí junto con sus amigos No me eches la culpa a mí y No pude hacer nada.

Y, por supuesto, el renombrado cuenta-historias Es su culpa estaba allí para ofrecer horas y horas de entretenimiento.

Mientras me preparaba para pasar una larga noche, me di cuenta que una persona tenía el poder de enviar a toda esa gente a casa y terminar con la fiesta. Y esa persona era yo. ¡Todo lo que tenía que hacer era volver al presente y dar la bienvenida al nuevo día!

Si se ha encontrado embarcándose en un vuelo a la ciudad Remordimiento, reconozca que es un viaje que usted mismo planea y que puede cancelar en cualquier momento, sin multa ni penalidad. Pero la única persona que puede hacerlo es usted.

Las personas que no logran superar los problemas o el dolor del pasado terminan por ser amargadas. Es la consecuencia inevitable de no procesar viejas heridas y tragedias.

Maxwell, John C

NO sigas lamentadote con el Ayer. Piensa que en Cristo todas las cosas son hechas nuevas y que Él tiene algo nuevo cada día para tí.

Estas dos mujeres les causaron mucha amargura a Isaac y a Rebeca. Genésis 26:35.
Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo: ¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! Genésis 27:34.

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