lunes, 12 de diciembre de 2011

DIFUSIÓN DEL REZO DEL ÁNGELUS



Francisco Javier Flores Gutiérrez, sacerdote diocesano, se he propuesto propagar el rezo del ángelus con todo lo que esta oración significa.

Desde el desconocimiento personal del impulsor de la iniciativa pero desde la adhesión a su propósito creo muy interesante difundir la oración y un poco de su historia, estructura y modo de rezarlo.

REZO DEL ÁNGELUS
V/. El Ángel del Señor anunció a María.
R/. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve, María... Santa María...
V/. He aquí la esclava del Señor.
R/. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María... Santa María...
V/. Y el Verbo se hizo carne.
R/. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María... Santa María...
V/. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
V/. Oremos: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

ORACIÓN FINAL
Gloria al Padre… Como era en el… Amén. (3 Veces)
V/. Dales, Señor, el descanso eterno.
R/. Y brille para ellos la Luz perpetua.
V/. Que descansen en Paz.
R/. Amén.

REGINA COELI (por Pascua)
Reina del cielo, alégrate, aleluya.
Porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya.
Ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
V/. Goza y alégrate, Virgen María. Aleluya.
R/. Porque resucitó verdaderamente el Señor. Aleluya.
V/. Oremos: Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

ORACIÓN FINAL
Gloria al Padre… Como era en el… Amén. (3 veces)
V/. Dales, Señor, el descanso eterno.
R/. Y brille para ellos la Luz perpetua.
V/. Que descansen en Paz.
R/. Amén.

MEDITACION
San Lucas refiere que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Luego añadió: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús».
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón
El ángel le aclaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios».
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Días después, María fue a casa de Zacarías y saludó a Isabel, la cual exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno» (Lc 1,26ss).
A modo de conclusión: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn 1,14).

EL ÁNGELUS
Breve historia del Ángelus.
El Ángelus se reza a las 6 de la mañana, a las 12 (mediodía) y a las 6 de la tarde. La costumbre de rezar en estos tres momentos de la jornada es muy antigua (en el judaísmo, se recitaba dos veces al día la profesión de fe conocida como Shemá Israel (escucha Israel), posiblemente a causa del texto del Deuteronomio 6, 7 y 11, 19: "Repetirás estas palabras (de la Ley) a tus hijos, las dirás lo mismo en casa que cuando vayas de camino, cuando te acuestes y cuando te levantes". No es una mera plegaria, sino un acto de fe y de reconocimiento al Dios salvador que se ha manifestado en los acontecimientos de la historia. Es como el credo israelita, y formaba parte de la liturgia oficial del Templo y de la vida privada).

La costumbre de contemplar el anuncio del ángel Gabriel a María de Nazaret influyó en las comunidades cristianas de los primeros siglos en la comprensión del misterio de la encarnación. Dan fe de ello las aportaciones de los Padres de la Iglesia, tanto orientales como occidentales.

En el siglo XVI se introdujo la costumbre de separar las tres Ave María con tres versículos, tal como se hace ahora en el rezo del Ángelus. Esta fórmula está documentada por primera vez en un catecismo impreso en Venecia en 1560.

El Papa Pío V hizo insertar en 1571 esta misma fórmula en el Oficio de la Virgen, aprobado por él, introduciéndola bajo el título "Ejercicio cotidiano". La fórmula adquiría así un carácter oficial.

La oficialidad del Ángelus, si es lícito hablar así, recibe una confirmación definitiva en el Ceremonial editado en 1600 por orden de Clemente VIII.

A finales del siglo XVII en Francia se rezaba en todas las iglesias: "no hay familia cristiana que no rece el Ángelus cuando oye tocar las campanas. Creo que no hay necesidad de exhortar a los cristianos para que lo recen, ya que esta práctica está bien establecida y observada en todas partes". (Bocquillot).

El triunfo definitivo y universal del Ángelus se logró cuando Benedicto XIII, el 14 de septiembre de 1724, con el breve Iniunctae nobis, concedía cien días de indulgencia por cada vez que se rezara y una plenaria al mes al que lo rezase diariamente de rodillas por la mañana, a mediodía y por la tarde al toque de las campanas. Exhortando a pedir al Señor por la paz y la concordia entre los príncipes cristianos y la liberación de las herejías.

Benedicto XIV estableció el 20 de abril de 1742 que durante el tiempo pascual se sustituyese el Ángelus por la antífona: Regina caeli laetare.

Finalmente, Pío VII en 1815, añadió al Ángelus tres glorias al Padre...” en acción de gracias por los dones copiosamente otorgados por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción a los cielos.

Pío XII favoreció la práctica del Ángelus al mediodía, rezándolo él mismo con sus visitantes peregrinos. El mismo Pío XII, al inaugurar la Radio Vaticana el 11 de febrero de 1958, con el rezo del Ángelus a mediodía, volvía a proponer esta oración a los fieles.

Tras esto, el Papa Juan XXIII, cuando empezó a impartir la bendición apostólica los días de fiesta, decidió colocar antes de la bendición la oración del Ángelus, uso que adoptaron luego sus sucesores, hasta que se hizo una de las citas de oración tradicionales del obispo de Roma con los fieles romanos y peregrinos.

En la exhortación apostólica "Marianis cultus", de Pablo VI (1974 exhorta a "mantener la costumbre de este rezo, donde y cuando sea posible”. Entre sus características se señalan: "Su estructura sencilla, su carácter bíblico, su ritmo casi litúrgico que santifica momentos diversos de la jornada, su apertura al misterio pascual, por lo que, mientras conmemoramos la encarnación del Hijo de Dios, pedimos ser conducidos por su Pasión y su Cruz a la gloria de la Resurrección" (n. 41).

Por último Benedicto XVI ha incluido al final del rezo la fórmula del eterno reposo para ofrecer esa oración en sufragio de las ánimas benditas del purgatorio (indulgencia parcial, aplicable solamente a las almas del purgatorio).

Cuando el Papa Pablo VI repasó en su magnífica Exhortación Apostólica El Culto de María”, las devociones de la Iglesia a la Virgen, al llegar al Ángelus dijo sin más: Que se conserve tal y como está porque es una plegaria perfecta.

Los tres momentos de rezar el Ángelus han sido tradicionalmente avisados con el toque de la campana en los pueblos cristianos.

Al amanecer, al mediodía y al ponerse el sol, tocaba la campana, y toda la comunidad cristiana entendía: - ¡es la hora de rezar a la Virgen!... El Ángel del Señor anunció a María…

Todos interrumpían el trabajo, todos rezaban las tres Avemarías, todos tenían un recuerdo cariñoso para sus difuntos, todos oxigenaban el alma con la oración más tierna a la Madre del Cielo.

El mundo se paraba a las doce para alabar a la Virgen, para alabar a Nuestra Reina, en el mayor homenaje que le hacen juntos, hombres y ángeles.

Es muy conocido el cuadro de Jean-François Millet. Anochece. El esposo y la esposa han pasado el día trabajando en el campo. Y al oír la invitación de la campana, interrumpen la faena, azadón en mano y canasto en tierra, con los ojos hacia el suelo, rezan y quedan sumidos en profunda oración.

Recuerdan a un San Carlos Borromeo, que al oír la invitación de la campana como si viniera del cielo, se bajaba de la cabalgadura, estuviera donde fuese, y se arrodillaba aunque fuese sobre el fango.

¿Por qué no dedicar un par de minutos a contemplar el misterio más profundo de nuestra fe, como es la acción de la Santísima Trinidad, que, por María, nos manda la salvación al mundo? Porque esto y no otra cosa es el rezo del Ángelus.

Vemos al Padre enviando al Hijo, al Hijo encarnándose, al Espíritu Santo, pues todo esto es obra Suya, vemos a La Virgen María, ofreciéndose en todo a la Trinidad. Todo esto tan grandioso, se capta de un vistazo en el Ángelus.

Merece la pena gastar dos minutos en el rezo del Ángelus, porque esos minutos ofrecidos a María, no se pierden, sino que acaban a los pies de Dios.

Dice Bruno Forte: El ser humano que se detiene, y tiene tiempo para Dios, es la respuesta adecuada ante el Dios que tiene tiempo para el ser humano.

MODO DE REZARLO.
El Ángelus se debe de rezar tres veces al día, a las 6 de la mañana, a las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde.

Originalmente era necesario que el Ángelus se dijese de rodillas (excepto en domingos y tarde de los sábados, cuando las rúbricas prescribían postura de pie), y que se recitara al toque de campanas; pero una más reciente legislación permite dispensar de éstas regulaciones por motivos justificados, con tal que la Oración sea dicha en las horas apropiadas; mañana, al mediodía y por la tarde.

En éste caso, el Ángelus debe ser dicho como oficialmente ha sido impreso; pero aquellos que no conocen la oración de corazón, o no saben leer, pueden decir cinco avemarías en su lugar.

Durante el tiempo pascual, la antífona Salve Reina del cielo...” con sus versos y oración, sustituye al Ángelus.

Con el rezo del ángelus se gana indulgencia parcial para vivos e indulgencia parcial para los difuntos.

El toque característico del Ángelus consiste en el tañido de tres campanadas antes de cada Avemaría, seguidas, finalmente de nueve campanadas algo más rápidas que las tres rítmicas anteriores.

Nuestros mayores conservan fielmente esta preciosa práctica, que hoy, por desgracia, se ha descuidado.

Manuel Morillo

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