(Revelaciones)
El caos en la ley es tal que los hombres, han perdido aun el sentido del bien y del mal; padres desnaturalizados que han perdido toda sensibilidad moral y no tienen en sí ya nada de cristiano; la blasfemia se ha convertido en un hecho habitual; la conversación obscena ahora ya como la blasfemia; cuán frecuentes los pleitos, que no rara vez llegan a las más crueles violencias; libros y revistas pornográficos dejados como alimento de los hijos, aún desde su más tierna edad; el lenguaje cada vez más grosero y trivial; las infidelidades conyugales comúnmente aceptadas y frecuentemente consumadas con el recíproco consentimiento… en gran número de familias verdaderamente ha sido cancelado el concepto de bien y de mal…
El caos en la ley es tal que los hombres, han perdido aun el sentido del bien y del mal; padres desnaturalizados que han perdido toda sensibilidad moral y no tienen en sí ya nada de cristiano; la blasfemia se ha convertido en un hecho habitual; la conversación obscena ahora ya como la blasfemia; cuán frecuentes los pleitos, que no rara vez llegan a las más crueles violencias; libros y revistas pornográficos dejados como alimento de los hijos, aún desde su más tierna edad; el lenguaje cada vez más grosero y trivial; las infidelidades conyugales comúnmente aceptadas y frecuentemente consumadas con el recíproco consentimiento… en gran número de familias verdaderamente ha sido cancelado el concepto de bien y de mal…
Todo esto, mucho más, es el producto del materialismo que ha compenetrado hasta a las estructuras de la Iglesia, si bien en otras formas, pero siempre venenosas y mortales, por lo que los sacerdotes impregnados de ideologías materialistas es como si hubieran cambiado naturaleza, pues con la misma facilidad absuelven todo a todos.
No asombren estas afirmaciones, porque para muchísimos sacerdotes son importantes sólo los problemas sociales, que en ellos tienen preeminencia sobre todos los demás. Es aquí donde el sacerdote desnaturaliza el modo de concebir el sacerdocio, el modo de "ser sacerdote".
El sacerdote es Otro Cristo, y Cristo, Sumo Sacerdote, ha venido a la tierra para salvar a las almas de la tiranía del Infierno.
Por esto la misión del sacerdote ¡no es misión política o sindical, sino "religiosa", toda dirigida al solo bien espiritual de las almas!
Muchos sacerdotes han desertado; muchos se han desviado; muchos están inmóviles en su vida sacerdotal porque las realidades mundanas en las que están inmersos les han hecho perder de vista el verdadero motivo de su sacerdocio y de su vocación, y todo porque en un momento dado les ha faltado el influjo de la Gracia, que es fruto de fe viva y operante y de sincera piedad, es decir, fruto de vida interior, por lo que secándose esta fuente, todas las desviaciones y degeneraciones de la vida sacerdotal se hacen comprensibles.
He aquí algunas consecuencias en el mundo eclesial del caos de la Ley, que aparece como reseca e incapaz de lograr su finalidad.
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