miércoles, 23 de noviembre de 2011

DE YORK A TARRASA: POR QUÉ CUESTA TANTO EVANGELIZAR EN UN OCCIDENTE FRENÉTICO



Francesc Torralba y Christopher Jamison dicen lo mismo.

Los occidentales estamos demasiado ocupados, nos creemos seguros y felices y hasta pensamos ser espirituales, dicen los expertos. "No tiene sentido empezar la evangelización a alejados invitándoles a venir a misa", dicen: "antes hay que pararlos".

A medida que el Papa Benedicto XVI insiste en sus llamados a la Nueva Evangelización, diócesis e iglesias locales en Occidente se plantean cómo llegar a los alejados, a gente que quizá está bautizada, pero no parece interesada en el mensaje cristiano.

Un ejemplo se pudo ver el pasado sábado 19 en el Casal Borja de Sant Cugat del Vallès, en una jornada diocesana convocada por José Ángel Saiz Meneses, obispo de Tarrasa, a la que asistieron 350 personas con funciones pastorales para escuchar el análisis del filósofo Francesc Torralba, un pensador con más perspectiva sociológica de lo que es habitual.

El diagnóstico de Torralba.
Torralba, en su conferencia "Dar razón de la fe en un mundo incierto", explicó algunas de las características que hacen especialmente difícil evangelizar nuestras sociedades occidentales:
1) Para escuchar el Evangelio, que da fortaleza, hay que tener conciencia de vulnerabilidad. En una sociedad opulenta muchos se sienten seguros y no tienen esta conciencia de vulnerabilidad. En cambio, la muerte y el dolor se convierten en momentos muy especiales... y ahí el mensaje cristiano sí ofrece sentido y liberación.
2) Para escuchar el Evangelio, hay que pararse. Por desgracia, nuestra sociedad es frenética, la gente no está quieta ni atenta, sino muy dispersa. La Iglesia tiene que fomentar espacios y momentos para detenerse y escuchar. Por ejemplo, hay que pararse y reflexionar ante la enfermedad. O ante la belleza. ¡La clave está en pararse!
3) Además, ¡hay otras opciones religiosas y espirituales! Llegan otras religiones y mensajes... eso obliga a afinar más en la razonabilidad de la propuesta cristiana. Es verdad que hay desencanto ante las viejas ideologías políticas, pero se mantiene el consumismo, el individualismo, "una hipertrofia de medios y una atrofia de sentido".

En Inglaterra dicen lo mismo.
Curiosamente, el benedictino inglés Christopher Jamison expuso esos mismos elementos en un encuentro en York el pasado 12 de noviembre sobre evangelización a alejados.

"No tiene sentido empezar la evangelización a alejados invitándoles a venir a misa. La gente primero necesita sentir que les invitamos a un sentido de propósito renovado, no a llenar un banco en la iglesia", explicó en la primera sesión de un ciclo llamado "Cruzando el umbral", que empezó en York pero llegará a Birmingham en febrero, a Crawley en marzo, a Westminster en abril y a Cardiff en junio.

"Los mayores obstáculos no son los sospechosos habituales, como el materialismo o la apatía. El mayor reto es que la gente está ocupada, feliz y espiritual", añadió Jamison.

Obsérvese que coincide con lo explicado por Torralba: "ocupada, feliz y espiritual" es lo mismo que dice el filósofo catalán: "frenética, sin vulnerabilidades y con otras opciones espirituales". El benedictino inglés y el filósofo catalán han coincidido en el análisis.

Jamison lo explica así:
1) "Ocupados": todos creen estar muy ocupados, y les gusta porque les hace sentirse importantes. Quizá son católicos, bautizados, y creen en Dios, pero no tienen tiempo para Él.
2) "Felices": en realidad, dicen que "se sienten bien" y que, en cualquier caso, el sentido de la vida es "sentirse bien". Eso se consigue manteniéndose bien con tus amigos cercanos y tu familia. Pero... ¿y si fallan la familia y los amigos más cercanos? Entonces falla todo, porque no hay nada más: ni clan, ni tribu, ni nación, ni gran visión para mejorar el mundo, darse a los demás, etc...
3) Espiritual: "casi todo el mundo dice hoy que no es religioso pero sí muy espiritual".

Resultado: sólo 1 de cada 3 católicos es practicante, y sólo lo es uno de cada 8 jóvenes católicos (en Inglaterra y Gales).

Algunas "soluciones".
1) Para los ocupados: sólo hay una respuesta, hay que pararlos. Que se estén quietos. [Esto implicaría quizá retiros, peregrinaciones, viajes, santuarios... o, como hace el Curso Alpha, ratos para comer y charlar]
2) Para los "felices", que buscan "sentirse bien", recomienda "ayudarles a que conozcan el bien y a que hagan el bien, que vivan el bien: ¡eso es la felicidad!"
3) Para los "espirituales": han de entender que lo religioso no es opuesto a lo espiritual. Metafísica, ayunos, ascetismo... ¿no ofrece todo eso la Iglesia?

Por eso, antes de invitar a ir a misa a los alejados, tiene sentido empezar con otras invitaciones:
a) invitarles a grupos católicos que se reúnen en casas y a grupos católicos de oración.
b) invitarles a encuentros de reflexión y/en silencio. "A los jóvenes se les puede animar a hacer silencios acompañados; no infravaloremos el poder de lo simple"
c) invitar a conciertos de música sacra en hermosos edificios eclesiales (un momento para pararse y contemplar la belleza)
d) crear "santuarios": parroquias que estén abiertas 24 horas para que la gente rece, se siente, reflexione... capillas, lugares especiales, disponibles...
Después, ya es posible invitarles a misa... eso sí, acompañándolos.

Pablo Ginés/ReL

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