martes, 11 de octubre de 2011

REFLEXIÓN MARIANA



María es la nueva Arca de Noé.

Así como Noé se salvó con su familia de las aguas del diluvio, entrando en el Arca; así también en estos tiempos se salvarán del diluvio de fuego que caerá sobre el mundo, los que entren en el Arca, que es María Santísima.

Inmediatamente antes del diluvio universal, Dios invitaba a los hombres a entrar en el Arca, a quienes debían salvarse del torrente de aguas.

En estos tiempos, también Dios está invitando a los hombres a entrar en el Arca que es María, consagrándose cada uno al Inmaculado Corazón de la Virgen, para pasar a salvo a través del fuego del castigo.

¡Pobre quien no acepte esta invitación divina, y quiera seguir su camino por su cuenta, sin hacer caso de las advertencias de Dios!

Hay un aviso de Jesús en el Evangelio que dice que en los tiempos del castigo sucederá como los tiempos de Noé, que nadie sospechaba nada de lo que podía venir sobre el mundo, hasta que Noé entró en el Arca y comenzó el diluvio.

Así también puede suceder ahora, que el mundo vive olvidado de Dios, y cree que gracias al progreso se ha conseguido construir un paraíso en la tierra. Pronto serán desengañados los hombres, y ojalá nosotros ya hayamos entrado en el Arca del Corazón de María.

CONSAGRACIÓN A LA STMA. VIRGEN DEL CARMEN

¡Oh, María, Reina y Madre del Carmelo!

Hoy vengo a consagrarme a ti, pues toda mi vida es, como he recibido de Dios a través de tus manos.

Y porque tú miras con ojos de benevolencia a los que visten tu Escapulario, te ruego que me sostengas con tu fortaleza, ilumines con tu sabiduría las tinieblas de mi mente, y aumente en mí, la fe, esperanza y caridad, para que cada día pueda rendirte el tributo de mi humilde homenaje.

Yo te ruego, que el Santo Escapulario atraiga sobre mí, tu mirada de misericordia, protegiéndome en las luchas de cada día, y constantemente me recuerde el deber de pensar en ti, revistiéndome de tus virtudes.

De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu, ofrecerlo todo a Jesús por tu medio y convertir mi vida en imagen de humildad, paciencia, mansedumbre y espíritu de oración.

¡Oh, Madre querida!

Sostenme con tu amor para que yo pueda llevar en mi pecho tu Santo Escapulario, signo de mi consagración a tu inmaculado corazón; entregarme sin reservas a tu persona, dedicarme con generosidad a tu servicio con inquebrantable amor.

¡Quiero vivir en ti, por ti, contigo y para ti! Amén.

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