Desgraciadamente apenas hablamos hoy del cielo y casi nunca se escribe sobre él.
Vivimos muy polarizados en cantidad de cosas que apetecemos y deseamos; lo peor es que se trata de cosas pequeñas comparadas con el punto final y meta de nuestra vida en plenitud de amor, plenitud que no va a tener fin.
Hoy día en la Iglesia hablamos mucho de compromiso, de apostolado, de ayudar a los hombres... Todo eso hay que hacerlo, pero ¿por qué no hablamos más de la meta hacia la que caminamos? Cuando uno inicia un camino, como por ejemplo, los estudios para una carrera, mira hacia la meta; se ve como profesional y ve las condiciones de vida que va a tener. Cuando uno participa en una competición deportiva, se preocupará de cómo va a poder ser campeón. Según sea la meta que se proponga, hacia ella irá orientando su vida.
Cuando uno piensa seriamente en su futuro, ¿no es normal plantearse hacia dónde está dirigiendo sus pasos, hacia qué meta está caminando? Es cuando podrá plantearse con serenidad si su vida está orientada hacia la verdadera meta de todo hombre, o si está haciendo algo que no ha de acabar de llenarle nunca.
Lo que no se comprende es el hecho de que uno inicie una actividad cualquiera sin plantearse en serio la meta a la que conduce dicha actividad. Eso es lo que nos pasa actualmente en nuestra sociedad. Vivimos sin plantearnos con seriedad el por qué y el para qué de nuestra vida.
Es cierto lo que los cristianos esperamos llegar al cielo si vivimos en gracia de Dios, en amistad con Dios, ¿pero tenemos idea de lo que es el cielo y de cómo es? Quizá hablamos del cielo pero sin tener idea de lo que es. Sabemos que consiste en estar con Dios, en vivir unidos al Padre, llenos por el Espíritu Santo, queriendo a Jesús, sintiéndonos queridos por él; que veremos a la Virgen, a nuestros familiares…, sencillamente, que seremos felices; pero ¿en qué consistirá esa felicidad?
Pienso que nos irían bien unos cuantos artículos sobre el cielo. A ver si me siento capaz de escribirlos para mis lectores, porque uno de los grandes problemas que debiéramos plantearnos es en qué va a consistir lo que llamamos el más allá.
Recuerdo aquello que uno se preguntaba ¿y si cuando morimos, vemos que no hay nada? Y otro le respondió ¿y si vemos que hay?
Gracias a Dios, supongo que los que me están leyendo serán hombres y mujeres de fe. Precisamente por eso, voy a escribir unos pocos artículos sobre el cielo. Por ejemplo: qué hay más allá de la muerte, podríamos hablar de la parábola del mejor diamante, en qué consiste la plenitud de amor, ver el cielo algo así como la parábola del río…
Espero que les gusten y que les ayuden a enfocar bien sus vidas como cristianos y creyentes en Jesús.
José Gea
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