viernes, 26 de agosto de 2011

QUE DONDE HAYA DUDA PONGA FE



Una de las principales funciones de la religión formalizada es proteger a la gente de una experiencia directa de Dios. C. G. Jung.

A menudo utilizo el ejercicio del mango para ilustrar que la fe es imposible si no se tiene una experiencia directa. Cuando hablo ante un público numeroso, invito a alguien que nunca haya probado un mango a salir para realizar un pequeño experimento. Luego pido a personas que lo han probado que expliquen al voluntario exactamente el sabor que tiene. Cuando intentan trasmitir el sabor de un mango se dan cuenta de lo infructuosos que son sus esfuerzos. La conclusión es que es imposible trasmitir esta información con palabras. El voluntario siempre vuelve a su asiento sin saber cómo sabe un mango.

El ejercicio del sabor del mango es análogo a tu capacidad de tener fe donde hay duda. Igual que no puedes conocer el gusto de un mango si no has tenido una experiencia de comerte uno, no puedes conocer la fe si no has tenido una experiencia de Dios. Si confías en el testimonio y las experiencias de otros para tener fe, siempre tendrás alguna duda donde quieres que sólo haya fe. Te hallas en la misma posición que el voluntario que nunca ha probado un mango. Es imposible poner fe en presencia de la duda si no abandonas la idea de conocer a Dios a través de las palabras o experiencias de otros. Debes efectuar un esfuerzo para conocer las frecuencias superiores y más rápidas de la energía espiritual a través de tus propios medios para establecer contacto conciente.

Una vez que conozcas esta conciencia espiritual por ti mismo, ni siquiera acariciarás la posibilidad de la duda. Procurarás vivir cada vez más al nivel espiritual donde en todo momento tienes acceso a este conocimiento. Este conocimiento es lo que yo llamo fe, y no puede sustanciarse o comprobarse mediante fuentes externas. Y cuando conozcas la fe, encontrarás una solución espiritual para cualquier problema que se te presente.

SUSTITUYE LA DUDA POR LA FE
¿Por qué vas a vivir con dudas sobre tu capacidad de acceder al espíritu en momentos de preocupación o en presencia de problemas? La respuesta reside en comprender la diferencia entre lo que crees y lo que sabes.

Las creencias derivan de la experiencia y del testimonio de otros que, de un momento u otro, han intentado persuadirte de sus verdades. Toda tu formación religiosa institucional, los libros santos y los dogmas teológicos pueden ser válidos y extremadamente rotundos; no obstante, suelen ser presentados como la verdad para todos, incluso tú. La presión para que creyeras puede haber sido casi insoportable si te asignaron esas creencias al nacer y creciste con ellas. No estoy diciendo que la formación religiosa sea mala. Sin embargo, creo que cualquier método de condicionamiento a aceptar creencias sobre Dios crea dudas, porque las creencias no vienen del contacto consciente o de la experiencia directa de Dios. Para crear un conocimiento que te dé fe debes tener una experiencia directa de Dios.

Tienes fe en que puedes montar en bicicleta no por el testimonio o la experiencia de otros, sino porque has hecho contacto consciente con el acto de montar en bicicleta. Tu experiencias te ha proporcionado la fe en esta empresa. No es por ninguna prueba que te hayan presentado demostrando la existencia de leyes del equilibrio o porque otros te hayan persuadido de que el equilibrio es una posibilidad para ti, ni siquiera porque haya otra persona cerca de ti montando en bicicleta. Tu conocimiento por la experiencia directa y nada más es lo que te da esa fe.

Lo mismo ocurre con todo conocimiento, incluido el conocimiento de Dios. Debes abandonar tus temores y crear en tu vida un lugar en el que seas independiente de las influencias externas, que te permitan ascender la escala de la energía y entrar en contacto directo con estas frecuencias superiores y más rápidas a las que en este libro llamamos conciencia espiritual. Cuando vivas en ellas y respires la energía de la comprensión de Dios tendrás esa fe que nunca puede perderse, y lo conseguirás ahuyentando los temores que surgen al tomar la decisión de tener esta experiencia directa, independiente de las opiniones de las fuerzas externas que han sido tan poderosas en tu vida.

SUSTITUIR LOS MIEDOS
El miedo produce ciertos cambios en el cuerpo a través de un proceso químico. También cambia el mundo exterior. Por ejemplo, la madre Teresa dirigía los temores de los enfermos y los sin hogar. Le dijo a un amigo mío que le preguntó qué podía hacer por ella: “Levántate a las cuatro de l madrugada y sal a las calles de Phoenix, busca a alguien que viva allí que crea que eatá solo y convéncele de que no lo está.

Los que viven en la miseria y han perdido su camino, que están destrozados por las adicciones y la falta de esperanzas, creen que están solos. Aparentemente han perdido su alma y tienen que encontrar una base espiritual. Esta base es el amor, que es el único poder permanente en el universo. Es el ingrediente primordial de la curación y la armonía. Si reconoces y comprendes el poder del amor sobre todas las cosas, tú y los demás seréis devueltos a un lugar donde no existe el miedo. Haz una lista de todos tus problemas y examínala para ver si encuentra alguno arraigado en el miedo de estar separado del espíritu.

La próxima vez que experimentes miedo, piensa que formas parte de este amor perfecto y observa lo que ocurre dentro de ti, donde residía el miedo. El amor sustituirá al miedo. Así empezarás a poner fe donde hay duda: mediante el sencillo acto de reconocer ante ti mismo tu capacidad de poner amor, en cualquier momento, donde te sentías separado de tu origen.

He utilizado esta técnica cuando me he encontrado en una situación de fuerte desacuerdo con mi esposa. Cuando me he sentido exasperado defendiendo mi postura, ya que ella se esfuerza con igual tesón por defender la suya, he podido pararme y comprender que me sentía dolido a causa de una especie de miedo de estar solo en la discusión. En una fracción de segundo soy capaz de hacer desaparecer ese temor y alejarme de mi ego. Sé que nunca estoy solo y que el amor arrojará de mí todo miedo y todo sentimiento de dolor. San Francisco nos anima a poner fe donde hay duda para hacer así que esta desaparezca.

La fuerza del EspírituWayne W. Dyer

Grupo Católico de Oración por los Enfermos “Sí Señor

José Miguel Pajares Clausen

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