El mayor es obispo en la India.
«Cuidó de mi hermano menor, que estuvo quince años en cama», destaca su hijo Joseph, rector de un colegio salesiano. Joseph recuerda los inicios humildes de esta familia como pioneros en plena jungla.
Elizabeth Anikuzhikattil, llamada Aleykutty por sus amigos, murió el pasado 14 de julio a los 94 años en Kerala, una de las zonas con más cristianos al sur de la India, después de una vida dedicada a su familia y a la Iglesia. Su marido Luke murió en 2006. Tuvieron 15 hijos y 10 de ellos entraron en vida religiosa.
El mayor, Mathew, es el obispo católico siro-malabar de Idukki, una diócesis con 170 sacerdotes, donde 260.000 personas (un tercio de la población) son católicos de rito siro-malabar.
De sus siete hijas, cuatro son religiosas: dos hermanas del Sagrado Corazón, una salesiana y una franciscana misionera de María.
De los ocho hijos, seis se ordenaron sacerdotes (incluyendo al obispo Mathew). Uno, misionero de Santo Tomás Apóstol, murió atropellado por un camión en 1992, cuando volvía en motocicleta de dar catequesis en un pueblo.
Nacer en la jungla entre elefantes salvajes.
Otro hijo, Joseph, rector de un colegio salesiano y doctorado en misionología por la Gregoriana de Roma, recuerda su infancia familiar en la selva. Él nació en pleno bosque hace 53 años: sus padres estaban entre los pioneros que colonizaron la densa jungla de Idukki. En aquellos días hacían casas en los árboles para defenderse de las fieras y de los elefantes salvajes. "Mi padre, con otros pioneros, limpió el terreno boscoso y se asentaron en Idukki. Recuerdo crecer en una gran casa-árbol", explicó a DonBoscoIndia.com.
Otro hijo, Joseph, rector de un colegio salesiano y doctorado en misionología por la Gregoriana de Roma, recuerda su infancia familiar en la selva. Él nació en pleno bosque hace 53 años: sus padres estaban entre los pioneros que colonizaron la densa jungla de Idukki. En aquellos días hacían casas en los árboles para defenderse de las fieras y de los elefantes salvajes. "Mi padre, con otros pioneros, limpió el terreno boscoso y se asentaron en Idukki. Recuerdo crecer en una gran casa-árbol", explicó a DonBoscoIndia.com.
En esas condiciones precarias, de frontera, su madre dio a luz a 15 bebés a los que crió "con mucho éxito", afirma Joseph, orgulloso. La prueba más dura para la familia fue quizá cuando en más joven de los chicos, Savio, fue atacado a los 19 años por el síndrome de Gillen Barry, que causa grave debilidad muscular y ataca al sistema nervioso. "Estuvo 15 años postrado, y mi madre le cuidó sin que él nunca tuviese ni una llaga por estar en cama".
Hijos consagrados, para ir al Cielo.
Muchos en Idukki y diócesis cercanas recuerdan estos días una promesa de San Juan Bosco, el fundador de los salesianos: "Un sacerdote es la mayor bendición para una familia y todos los que ofrecen sus hijos a la Iglesia serán bendecidos por muchas generaciones. Tienen el cielo asegurado", citan algunos, como el arzobispo de Shillong, Dominic Jala.
Muchos en Idukki y diócesis cercanas recuerdan estos días una promesa de San Juan Bosco, el fundador de los salesianos: "Un sacerdote es la mayor bendición para una familia y todos los que ofrecen sus hijos a la Iglesia serán bendecidos por muchas generaciones. Tienen el cielo asegurado", citan algunos, como el arzobispo de Shillong, Dominic Jala.
Un anciano salesiano de 90 años, el doctor Syvanus Sngi Lyngdoh, que está recopilando un comentario a la Biblia en 60 volúmenes en lengua khasi, se mostró contundente al comentar el caso de la señora Anikuzhikattil con la prensa católica local: "los padres que eduquen a más de cinco hijos como personas que amen a Dios y ciudadanos honestos, pueden estar seguros de ir al cielo".
La Iglesia católica Siro-malabar (www.smcim.smonline.org), a la que pertenece la diócesis de Idukki (www.idukkidiocese.org), está en plena comunión con Roma desde el siglo XIX, tiene su propio calendario litúrgico y celebra mediante el rito siríaco. Cuenta con 3,6 millones de fieles (solo 200.000 fuera de la India), 29 diócesis y más de 9.000 sacerdotes.
P. J. Ginés/ReL
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