Hace algún tiempo operaron a uno de mis hermanos y me quedé a cuidarlo en el hospital la noche de un viernes.
El permanecía dormido la mayor parte del tiempo así que yo me dedicaba a estar sentada junto a él y de vez en cuando a pasear por los pasillos del hospital o ver por las ventanas.
En uno de esos paseos me acerqué a una ventana que daba hacia la calle de un fraccionamiento residencial y lo único que pude ver fue una inmensa oscuridad y solo una que otra luz encendida en el exterior de alguna casa, al ver todo tan oscuro pensé: ¡apenas es la media noche!, pero cual fue mi sorpresa que al ver el reloj este marcaba las 4:00 a.m. del día sábado, es decir que ya era de día, aunque yo viera todo oscuro.
Después de observar por esa ventana me fui a dar un paseo por los solitarios pasillos del hospital, cuando de un elevador salió una mujer que llevaba puesto un colorido vestido y una amplia sonrisa y al verme me saludo con un efusivo ¡¡BUENOS DIAS!!, le respondí un poco dudosa ya que yo insistía que era la media noche a pesar de haber visto el reloj y a esta mujer diciendo buenos días.
Al regresar a casa ese sábado por la mañana me encontré con que en mi familia había una situación un tanto desastrosa, mi mamá estaba muy preocupada por un problema familiar. Me quedé sola en casa y me empecé a preocupar por la situación y a pedirle a Dios que nos ayudará ya que el problema era algo grave y fue entonces cuando Él me mostró y me recordó que ¡YA ERA DE DÍA! ¡YA ERA SÁBADO!... me dijo Dios que así como la noche anterior yo veía oscuro y era de día, ahora yo veía el problema muy difícil pero en realidad Él ya lo tenía resuelto y efectivamente, para después de medio día el problema ya no existía, no había ni rastro de él.
Dios me quería enseñar que por más oscura y difícil que vea una situación si Su reloj marca que ya es de día es porque así es, si Él me dice que mis problemas están en sus manos aunque para mi no lo parezca así es, si Él me dice que le crea más a su reloj y a su palabra que lo que ven mis ojos es porque así es.
No importa que digan las circunstancias o que vean nuestros ojos, lo ideal es creerle a Él.
Eunice Rodríguez
Salmos 40:4 - Bienaventurado el hombre que puso en Dios su confianza.
Salmos 31:1 - En ti, Señor, he confiado; no sea yo confundido jamás. ¡Líbrame en tu justicia!
Salmos 28:7 - El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón.
Salmos 31:1 - En ti, Señor, he confiado; no sea yo confundido jamás. ¡Líbrame en tu justicia!
Salmos 28:7 - El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón.
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