A menudo oímos decir que el avance de la ciencia nos trae nuevos problemas e incertidumbres morales. No niego la validez de esta afirmación.
A menudo oímos decir que el avance de la ciencia nos trae nuevos problemas e incertidumbres morales. No niego la validez de esta afirmación. Sin embargo, también debiéramos fijarnos en aquellos problemas que se resuelven simple y llanamente porque la ciencia y la técnica avanzan. Y presiento vivamente que es Dios mismo el que acompaña el avance de las mismas.
En los tiempos anteriores a los fármacos antituberculosos se podía discutir, por ejemplo, si cortar a una persona casi por la mitad inferior, eliminando las caderas y ambas piernas en el caso de una grave tuberculosis pélvica se trataba de un encarnizamiento terapéutico. Es decir, un tratamiento abusivo para el fin esperado en el paciente. Pero hoy el debate no existe gracias a la farmacopea. El problema se ha disuelto. Y presiento vivamente que Dios mismo y su Madre no han desoído las súplicas de tantas generaciones de tuberculosos. Pensemos que muchísimos milagros de Lourdes son curaciones de tuberculosis en tiempos en que la Medicina podía hacer muy poco.
Todos los colegas obstetras católicos y otros no católicos que conozco por mi cargo en la FIAMC, a los que considero como auténticos héroes modernos en un mundo al que le gusta lo fácil, me dicen que el aborto provocado para salvar la vida de la madre no existe. Aquel dilema de antaño de “salvar la vida de la madre o la del hijo” simple y llanamente no existe. Hoy se puede salvar la vida de ambos. Es cierto que hay embarazos y partos difíciles o de riesgo. Pero la obstetricia moderna no necesita nunca provocar el aborto para salvar a ninguna madre. Respecto a la antigua, los colegas más mayores me dicen que a veces hubo la tentación, pero que siempre resolvieron los casos de manera favorable a la vida. Lo que es imperdonable hoy en día, especialmente en zonas pobres de África, es la falta de atención sanitaria a muchas madres y el déficit endémico de obstetras y comadronas. Y presiento que nos pide hacer algo más de lo que estamos haciendo para ayudar.
En cuanto a la prevención del HIV-sida, hoy una madre infectada puede dar a luz a un niño perfectamente sano siempre que se trate el embarazo y parto de una manera adecuada. Y presiento que pronto desaparecerán también, respecto a los afectados por Sida, problemas que ahora parecen agobiarnos y están siempre en los medios de comunicación. Quizá con la ingesta de algún fármaco de pocos efectos secundarios los esposos puedan seguir manteniendo relaciones sexuales de manera segura y sin pensar en el preservativo. Este plástico ha sido criticado por cerrar la relación a la fertilidad, pero también podría criticarse por ser una barrera a la unión carnal de los esposos. Además de estar clasificado entre los medios de barrera, lo cual ya es una elocuente prueba de separación, muchos fabricantes añaden el rótulo comercial de “muy sensible”, lo que está diciendo que muchos o todos disminuyen la sensibilidad de los que los utilizan.
Muchas personas sufren y enferman. Ello es un misterio. Los médicos estamos ahí para ayudarles. Hasta cierto punto somos los dedos de Dios. Pero Dios no lo permite todo. La Medicina - arte, ciencia y técnica - avanza y se nos ahorran muchos sufrimientos. ¿No es sorprendente que casi al mismo tiempo que apareció la píldora anticonceptiva se aprendió a conocer certeramente los ritmos fértiles de la mujer y los métodos naturales de regulación de la fertilidad? No es posible atribuir al azar o a la ley de la gravedad el poderoso empuje del desarrollo. Los avances son demasiado sofisticados para ser casuales.
También existe la muerte, que a todos llega. Parece que es lo mejor para el ser humano actual: después de un tiempo de vida en este mundo, el alma se desprende del cuerpo en espera de la nueva vida mientras que el cuerpo se estropea en espera de su restauración junto con ella en un futuro. Y también respecto a la muerte, en casi todo el planeta, se nos es dado vivir más tiempo gracias a los avances sociales y científicos. Alguien está siempre pendiente de cuidar a los que se ha dado a sí mismo y redimido. Los rastros, las semillas de su Sabiduría se pueden seguir a través de la Historia de la Medicina. Y sus silencios, que los hay pero siempre terminan siendo intermitentes, son peticiones de confianza y de entrega a nosotros. ¡Al fin y al cabo nuestra vida aquí no deja de ser un examen que tenemos que aprobar!
PS: Un pequeño ejemplo de la técnica como resolución de problemas morales lo tenemos en un pequeño instrumento que, mediante una pequeña carga eléctrica, obtiene semen del varón sin necesidad de masturbación. Así se supera de raíz la discusión de si la obtención de semen para estudios de fertilidad es o no es verdadera masturbación.
José María Simón Castellvi
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