lunes, 18 de julio de 2011

DOS NUEVOS PASOS EN LA FE... ¿CUÁLES?



Por su nombre la fe es única, pero es en realidad de dos clases.

Hay una clase de fe que se refiere a los dogmas, que incluye la elevación y la aprobación del alma con respecto a algún asunto. Ello reporta utilidad para el alma, como dice el Señor: «El que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio» (Jn 5,24) y, además: «El que cree en él (en el Hijo), no es juzgado» (Jn 3,18), «sino que ha pasado de la muerte a la vida» (Jn 5,24)14. ¡Oh gran bondad de Dios para con los hombres! Los justos agradaron a Dios con el trabajo de muchos años. Pero lo que ellos consiguieron esforzándose en un servicio a Dios durante largo tiempo, esto te lo concede a ti Jesús en el estrecho margen de una sola hora. Si crees que Jesucristo es Señor (Cf. Rm 10,9; Flp 2,11) y que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo (Rm 10,9; cf. Rm 1,4 ss; cf. I Co 12,3) y serás llevado al paraíso por quien en él introdujo al buen ladrón (Lc 23,43). Y no desconfías de que esto pueda hacerse, pues el que salvó en este santo Gólgota al ladrón tras una fe de una sola hora, ese mismo te salvará a ti también con tal de que creas.

Pero hay otra clase de fe, que es dada por Cristo al conceder ciertos dones. «Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones...» (1 Cor 12,8,9). Esta fe, dada como una gracia por el Espíritu, no es sólo dogmática, sino que crea posibilidades que exceden las fuerzas humanas. Pero quien tenga esta fe, dirá «a este monte: "Desplázate de aquí allá", y se desplazará» (Mt 17,20). Y cuando alguno, al decir esto mismo, «crea que va a suceder lo que dice» «y no vacile en su corazón» (Mc 11,23), recibirá aquella gracia. De esta fe se dice: «Si tuviereis fe como un grano de mostaza» (Mt 17,20). Pues el grano de mostaza es de un volumen muy reducido, pero dotado de una fuerza como fuego y, sembrado en un espacio estrecho, hace crecer grandes ramas y se desarrolla, pudiendo albergar a las aves del cielo (cf. Mt 13,32). Del mismo modo, también la fe obra grandes cosas en el alma en rapidísimos instantes. Pues, una vez que se le ha infundido la luz de la fe, se hace una imagen acerca de Dios y piensa en cómo es en la medida en que puede entenderlo. Abarca los extremos de la tierra y, antes de la consumación de este mundo, ya ve el juicio y la concesión de los bienes prometidos. Ten, pues, esta fe que está en ti y a él se refiere, para que también de él recibas la que está en él y que actúa por encima de las fuerzas humanas. (S. Cirilo de Jerusalén. Catequesis V, 10-11)

Volvemos a la fe y su polisemia intrínseca. San Cirilo nos ofrece otros dos nuevos entendimientos de la Fe. El primero lo publiqué en la entrada previa.

Podemos entender la fe como el compendio de aquello que ha sido revelado por Dios. Es, por lo tanto, una fe dogmática. Una fe-confianza en aquello que no vemos ni tocamos, pero que ha salido de boca de Dios.

Está escrito, ‘No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’ ” (Mt. 4,3-4). ¿Vivimos nosotros de esa Palabra que procede de Dios? Complicado, complicado. Nos falta fe. Precisamente fe. Fe para dejar atrás el cómodo y vacío sentido que el mundo nos ofrece.

¿Confiamos en la voluntad de Dios? Normalmente no. Nuestros afanes se topan constantemente con el hecho de creernos autosuficientes o con la desesperanza de sabernos incapaces. Por eso no conseguimos más que frustraciones. Queremos construir torres para alcanzar a Dios y no somos capaces de terminarlas.

Necesitamos fe para que la Divina Providencia actúe a través nuestra. El Buen Ladrón evidencia que esta fe es imprescindible y básica para nosotros. «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,42-43)

El Buen Ladrón acepta la Verdad que es Cristo y no necesita más. Incluso si esta aceptación llega un segundo antes de morir.

Hay otro aspecto de la Fe. Dice San Cirilo: hay otra clase de fe, que es dada por Cristo al conceder ciertos dones” “Esta fe, dada como una gracia por el Espíritu, no es sólo dogmática, sino que crea posibilidades que exceden las fuerzas humanas. Fe que es dada por la Gracia y que nos confiere posibilidades que exceden las fuerzas humanas. ¿A qué se refiere San Cirilo? ¿Podremos volar como Supermán o ser más poderosos cualquier ser humano?

Me temo que no va por ahí a lo que San Cirilo se refiere. “…una vez que se le ha infundido la luz de la fe, se hace una imagen acerca de Dios y piensa en cómo es en la medida en que puede entenderlo Vaya, no son superpoderes. San Cirilo se refiere al entendimiento de Dios. ¿Cómo vamos a entender a Dios? Dios excede todo entendimiento.

San Cirilo no se refiere a entender el Ser de Dios, sino a que obtenemos la capacidad de comprender la voluntad de Dios y libremente poner nuestra voluntad en sintonía y sincronía con ella. De esta forma es Dios quien obra prodigios a través de nosotros. Estas son las posibilidades que exceden las fuerzas humanas. Si tuviéramos la fe del tamaño de un grano de mostaza.

Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe» El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido» «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: "Pasa al momento y ponte a la mesa?" ¿No le dirá más bien: "Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?" ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc 17, 5-10)

Cristo nos lo deja claro: primero confianza, después unir nuestra voluntad a la voluntad de Dios. ¿Nos sabemos siervos inútiles? ¿Hemos hecho lo de debíamos hacer? Lo maravilloso de Dios no es que tome como siervos a los mejores, sino a defectuosos e incapaces y aún así consiga maravillas.

Que fácil es decirlo y que complicado es hacerlo. Dios nos ayude.

Néstor Mora Núñez

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