Había un hombre que cada noche jugaba con su hijo.
Cierto día, supo que tendría que trabajar horas adicionales hasta tarde en la noche, y deseaba darle a su pequeño algo que hacer.
Miró a su alrededor en su oficina y vio una revista con un gran mapamundi en la portada. Desprendió la portada con el mapa y con mucha paciencia lo partió en pequeños pedazos para llevárselo a su hijo.
Cuando llegó a su casa, el hijo corrió a su encuentro. El hombre le explicó que no podía jugar con él, pero que le había traído algo para hacer en su lugar. Colocó sobre la mesa todos los pedazos de papel y le explicó que era un mapa mundo.
Unos treinta minutos después el pequeño niño se acercó a su padre y le dijo:
-“Bueno, ya lo terminé. ¿Podemos jugar ahora?”
Sorprendido, el hombre fue a ver la obra de su hijo, y ciertamente allí estaba el mundo con cada pieza en su debido lugar.
-“¡Es asombroso! ¿Cómo lograste hacerlo?” - dijo el hombre.
-“Fue muy sencillo. En la parte trasera de la página había una foto de un hombre. Cuando formé el rostro del hombre, el mundo entero ocupó su debido lugar” -respondió el chico.
-“Bueno, ya lo terminé. ¿Podemos jugar ahora?”
Sorprendido, el hombre fue a ver la obra de su hijo, y ciertamente allí estaba el mundo con cada pieza en su debido lugar.
-“¡Es asombroso! ¿Cómo lograste hacerlo?” - dijo el hombre.
-“Fue muy sencillo. En la parte trasera de la página había una foto de un hombre. Cuando formé el rostro del hombre, el mundo entero ocupó su debido lugar” -respondió el chico.
Uno de los grandes regalos que puedes darles a tus hijos es el deseo de aprender sobre el mundo que los rodea, sobre ellos mismos y sobre su Creador.
Mateo 7:7 - Pedid, y se os dará, buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
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