miércoles, 1 de junio de 2011

LA MÚSICA HACE REFLEXIONAR AL PAPA SOBRE LA FIDELIDAD DE DIOS



CIUDAD DEL VATICANO, martes 31 de mayo de 2011 (ZENIT.org.).- Aunque la humanidad siente el peso de la maldad que existe en el mundo, Dios no nos abandona. Él nunca nos traiciona ni nos olvida, dijo Benedicto XVI.

El Papa realizó esta reflexión el pasado viernes, después de un concierto ofrecido en su honor por el presidente de Hungría, Pál Schmitt. El concierto celebraba la presidencia húngara del Concilio dela Unión Europea y el bicentenario del nacimiento del músico húngaro Ferenc Liszt.

El Pontífice realizó varias reflexiones sobre la música, deteniéndose en particular para hablar de la composición del Salmo 13.

Dijo que el fragmento interpretado durante el concierto daba una idea de la calidad y profundidad de la fe (del compositor)”.

Es un Salmo en el que el que está rezando se encuentra en dificultades, el enemigo lo rodea, lo ataca, y Dios parece ausente, parece haberlo olvidado”, explicó el Pontífice. Y la oración se vuelve angustiosa frente a esta situación de abandono: '¿Hasta cuando, Señor?' repite el salmista unas cuatro veces”.

El Papa destacó que este estribillo se repite de una manera casi martilleante por el tenor y el coro en la parte central: es el grito del hombre y de la humanidad, que siente el peso del mal que existe en el mundo”.

La música, dijo, nos transmite esta sensación de peso, de angustia. Pero Dios no nos abandona. El Salmista lo sabe y también Liszt, como hombre de fe, lo sabe.

De la angustia nace una oración llena de confianza que conduce a la alegría: 'Mi corazón exultará en tu salvación... cantaré al Señor, que me ha ayudado'”, citó Benedicto XVI.

Destacó como la música se transforma al hacer esta proclamación: el tenor, el coro y la orquesta elevan un himno de confianza en Dios, quien nunca traiciona, nunca olvida, nunca nos deja solos.

Citando la reflexión del compositor con respecto a su Missa Solemnis, contó que Liszt decía que él oraba más que componía, observó el Papa: Creo que podemos decir lo mismo de este salmo: el gran músico húngaro lo rezó más que componerlo, o mejor, él rezó antes de componerlo”.

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