María Moreno, de la Fundación Ciudad de la Esperanza.
El Papa ha elogiado con alegría y esperanza la labor de la fundación, que ha recibido el premio de Naciones Unidas.
-La realidad en la India, ¿supera toda ficción imaginable o filmada?
-Allí los pobres son muy pobres, pero tienen dignidad. Son muy pobres, pero intentan agradar. Sus hijos son lo más importante. Y por supuesto que quieren salir de la pobreza. ¿Cómo una madre no va a querer dar de comer a sus hijos? ¿Cómo no va a querer que su hijo se eduque?
-¿En qué Educación cree la Fundación «Ciudad de la Esperanza y Alegría»?
-La Educación es nuestro pilar. Sin Educación no hay esperanza, futuro o alegría. Educamos a niños y mujeres para que puedan salir adelante y cambien su vida; no nosotros. Enseñamos Primaria, Secundaria, oficios, Politécnica, ingeniería...
-En India la mujer, en las castas bajas, es un cero a la izquierda, cuando debería ser el epicentro del núcleo familiar. ¿Por qué esa ignominia?
-En Uluberia se lleva a cabo el programa «Asha-o-anand», que tiene como fin conseguir las «dotes» para casar a jóvenes pobres y evitar que sean obligadas a prostituirse. Para ello aceptamos todo tipo de piezas de oro, que ya no se usan, piezas dentales con coronas de oro, que sirven para que un joyero voluntario haga joyas que sirvan para las «dotes». Queremos ayudar sin hacer ruido, con generosidad, respetando su cultura, tradición, religión...
-Su labor es admirable cuando en nuestra sociedad se ha instalado la «cultura de la muerte indigna», donde se quiere legalizar la eutanasia...
-¡No hay derecho! Madre Teresa quería que todo el mundo muriera con cariño, amor y dignidad. Ella enseñaba esa dignidad.
-¿La conoció?
-Sí, en Nueva York. Yo estudiaba Economía en la Universidad de Columbia, y al llegar allí sentí un vacío enorme... Y la conocí. Madre Teresa construyó la primera casa de enfermos de sida en el mundo, en plena capital del mundo cosmopolita. Y se llevó una oración que hizo ella a orillas del Ganges sobre la vida: «La vida es una oportunidad, aprovéchala; la vida es un reto, afróntalo... Defiéndela, vívela y disfrútala». Ella era una gran entusiasta de la vida.
-¿Y una mujer con mucho carácter?
-Lo tenía, sin duda. O tienes carácter o te comen.
-La Fundación es un gran camino de ida y vuelta para los voluntarios que arriman el hombro.
-Todas las personas que enviamos voluntarias regresan con esa semillita, y cuando en el día de mañana sean empresarios o gobernantes tendrán iniciativa. Y no habrá que ir a pedir, porque lo que más nos cuesta es pedir. Como decía Madre Teresa, «una gota de agua en el océano no es nada, pero ¿qué haría el océano si se quedara sin gotas?»
-¿Qué sintió con el premio Naciones Unidas?
-¡Es gasolina para seguir adelante! Me emocioné y recordé a una persona maravillosa: Bernardino, un señor mexicano que nos envió una carta con renglones torcidos y a lápiz en la que se ofrecía a redactar cuentos para que los tradujéramos y se los contáramos a los niños huérfanos de la India. Era cuentacuentos y vendía chuchesen Baja California. Y nos mandaba unos quesitos para enviárselos a los niños, pero él murió antes del premio.
-Voluntarios como Bernardino harían este planeta más habitable y comprensible.
-Hay que seguir trabajando con fuerza, decisión, determinación, y con mucha esperanza y Educación, porque entre todos podemos hacer muchas cosas. Traemos a niños desahuciados para curarlos: enfermos de leucemia, que necesitan un trasplante de hígado, riñones... y necesitamos más y más voluntarios en este proceso largo.
-Y el Santo Padre ha elogiado con alegría y esperanza la labor de la Fundación en estos diez años.
-Le llevé un elefantito, y la medida del manto de la Virgen del Pilar, que le hizo toda la gracia del mundo. Me pareció un hombre humilde, profundo, maravilloso. Y bendijo a todas las personas que trabajan y colaboran en la Fundación.
-Allí los pobres son muy pobres, pero tienen dignidad. Son muy pobres, pero intentan agradar. Sus hijos son lo más importante. Y por supuesto que quieren salir de la pobreza. ¿Cómo una madre no va a querer dar de comer a sus hijos? ¿Cómo no va a querer que su hijo se eduque?
-¿En qué Educación cree la Fundación «Ciudad de la Esperanza y Alegría»?
-La Educación es nuestro pilar. Sin Educación no hay esperanza, futuro o alegría. Educamos a niños y mujeres para que puedan salir adelante y cambien su vida; no nosotros. Enseñamos Primaria, Secundaria, oficios, Politécnica, ingeniería...
-En India la mujer, en las castas bajas, es un cero a la izquierda, cuando debería ser el epicentro del núcleo familiar. ¿Por qué esa ignominia?
-En Uluberia se lleva a cabo el programa «Asha-o-anand», que tiene como fin conseguir las «dotes» para casar a jóvenes pobres y evitar que sean obligadas a prostituirse. Para ello aceptamos todo tipo de piezas de oro, que ya no se usan, piezas dentales con coronas de oro, que sirven para que un joyero voluntario haga joyas que sirvan para las «dotes». Queremos ayudar sin hacer ruido, con generosidad, respetando su cultura, tradición, religión...
-Su labor es admirable cuando en nuestra sociedad se ha instalado la «cultura de la muerte indigna», donde se quiere legalizar la eutanasia...
-¡No hay derecho! Madre Teresa quería que todo el mundo muriera con cariño, amor y dignidad. Ella enseñaba esa dignidad.
-¿La conoció?
-Sí, en Nueva York. Yo estudiaba Economía en la Universidad de Columbia, y al llegar allí sentí un vacío enorme... Y la conocí. Madre Teresa construyó la primera casa de enfermos de sida en el mundo, en plena capital del mundo cosmopolita. Y se llevó una oración que hizo ella a orillas del Ganges sobre la vida: «La vida es una oportunidad, aprovéchala; la vida es un reto, afróntalo... Defiéndela, vívela y disfrútala». Ella era una gran entusiasta de la vida.
-¿Y una mujer con mucho carácter?
-Lo tenía, sin duda. O tienes carácter o te comen.
-La Fundación es un gran camino de ida y vuelta para los voluntarios que arriman el hombro.
-Todas las personas que enviamos voluntarias regresan con esa semillita, y cuando en el día de mañana sean empresarios o gobernantes tendrán iniciativa. Y no habrá que ir a pedir, porque lo que más nos cuesta es pedir. Como decía Madre Teresa, «una gota de agua en el océano no es nada, pero ¿qué haría el océano si se quedara sin gotas?»
-¿Qué sintió con el premio Naciones Unidas?
-¡Es gasolina para seguir adelante! Me emocioné y recordé a una persona maravillosa: Bernardino, un señor mexicano que nos envió una carta con renglones torcidos y a lápiz en la que se ofrecía a redactar cuentos para que los tradujéramos y se los contáramos a los niños huérfanos de la India. Era cuentacuentos y vendía chuchesen Baja California. Y nos mandaba unos quesitos para enviárselos a los niños, pero él murió antes del premio.
-Voluntarios como Bernardino harían este planeta más habitable y comprensible.
-Hay que seguir trabajando con fuerza, decisión, determinación, y con mucha esperanza y Educación, porque entre todos podemos hacer muchas cosas. Traemos a niños desahuciados para curarlos: enfermos de leucemia, que necesitan un trasplante de hígado, riñones... y necesitamos más y más voluntarios en este proceso largo.
-Y el Santo Padre ha elogiado con alegría y esperanza la labor de la Fundación en estos diez años.
-Le llevé un elefantito, y la medida del manto de la Virgen del Pilar, que le hizo toda la gracia del mundo. Me pareció un hombre humilde, profundo, maravilloso. Y bendijo a todas las personas que trabajan y colaboran en la Fundación.
Antonio Astorga/ABC
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