domingo, 29 de mayo de 2011

EL PODER DE HITLER LLEGÓ A PONER EN DUDA EL FUTURO DEL CRISTIANISMO, AFIRMA BENEDICTO XVI



Al recibir a la sociedad mariana de Ratisbona.

"Siempre tuve claro que no se puede ser católico sin tener una actitud mariana; que ser católico significa ser mariano", afirma el Papa.

Benedicto XVI recordó que cuando él tenía 14 años Hitler ya había sometido a media Europa, la sombra del nazismo se extendía por el continente y la congregación mariana de Ratisbona donde acababa de ingresar fue disuelta, algo que le marcó en su vida interior.

El papa recibió en audiencia a una delegación de la congregación mariana de Ratisbona (Alemania), la misma donde él mismo ingresó hace 70 años.

«En una época oscura» a causa de Adolf Hitler y «marcada por la guerra», dijo. A los miembros de sociedad mariana de Ratisbona, Benedicto XVI les dio las gracias en lengua alemana «por el don de haber sacado del cajón recuerdos de una fecha importante» de su propia vida.

Evocó el Obispo de Roma aquellos días lejanos y relató su experiencia personal «en un época oscura, marcada por la guerra, cuando Hitler había ya ocupado Polonia, Dinamarca, los estados del Benelux, Francia, y sucesivamente sometió a Yugoslavia y Grecia».

«Parecía que Europa – comentó - estuviera en manos de este poder que ponía en duda el futuro del cristianismo».

El joven Ratzinger apenas había ingresado en la congregación cuando el «fuhrer» inició la campaña contra Rusia, casi al mismo tiempo el seminario fue disuelto y, antes de que lograran reunirse, la congregación mariana ya se había sido dispersada «a los cuatro vientos».

«Sin embargo - agregó el papa -, aquella experiencia me ha quedado como un elemento interior (...) Siempre tuve claro que no se puede ser católico sin tener una actitud mariana; que ser católico significa ser mariano».

Una convicción confirmada por el papa por los estudios de mariología concluidos tras la II Guerra Mundial.

El papa recordó que todavía hoy en Baviera hay alrededor de 40.000 congregaciones marianas y animó a los miembros de la delegación de Ratisbona a que sigan «dando testimonio del Señor, en las horas difíciles y en aquellas felices».

Efe

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