Un ángel de la guarda llamado Helen Beard.
La policía ha concedido a la heroína la Medalla al Mérito. ¿Habría actuado usted igual en una situación similar?
Hace falta mucha sangre fría y reflejos, a partes iguales, para hacer lo que hizo Helen Beard. Y todo en un suspiro: un grito, un bebé colgando de un balcón, una carrera, un cuerpecito en caída libre y, al final, unos brazos abiertos de par en par, como los del mejor portero de fútbol. A tiempo para salvar una vida.
La historia cotidiana, esa que se esconde detrás de los periódicos, está llena de héroes, anónimos la mayoría de ellos. De ángeles de la guarda que salvan a un peatón de morir atropellado gracias a un rápido agarrón, o tras un certero volantazo, o en un arranque de valor (hasta los más tímidos lo tienen) que sirve para interceder en una pelea.
Helen Beard es uno de estos ángeles de la guarda. Tiene ya su medalla de agradecimiento, muchos aplausos y un puñado de entrevistas en periódicos, radios y televisiones. Y eso que sólo era una turista británica sesteando junto a la piscina de un hotel de Florida, el Econolodge, cuando todo ocurrió.
La otra parte, inevitable en esta historia, se llama Jah-Nea Myles, una niña de un año y tres meses. Una cuidadora irresponsable, un descuido y la curiosidad innata de un bebé completan el argumento, planteamiento, nudo y desenlace. Feliz, esta vez. Muy feliz.
Un hotel de Florida.
Jah-Nea estaba en la habitación del hotel, en un cuarto piso, al cuidado de una amiga de la madre. Beard, de 44 años, descansaba, cuatro pisos más abajo, junto a su hijo, en la piscina del hotel. Todo iba bien hasta que la cuidadora de la pequeña se metió en el baño, momento que el bebé aprovechó para acercarse al balcón y asomarse.
Jah-Nea estaba en la habitación del hotel, en un cuarto piso, al cuidado de una amiga de la madre. Beard, de 44 años, descansaba, cuatro pisos más abajo, junto a su hijo, en la piscina del hotel. Todo iba bien hasta que la cuidadora de la pequeña se metió en el baño, momento que el bebé aprovechó para acercarse al balcón y asomarse.
Según relata el periódico local Orlando Sentinel, la niña traspasó la pequeña separación entre los barrotes y quedó unos instantes colgando a punto de caer. Ese lapso de tiempo le salvó la vida.
Es fácil pensar que, en este tipo de situaciones, hay dos tipos de personas: las que gritan y las que actúan. También aquí las hubo. Y fue el grito aterrador de varios turistas el que alertó a Beard. Quizás alguien tuvo tiempo de decir algo - “¡ese niño se va a caer del balcón!” - o quizás fue solo eso, un grito, suficiente en cualquier caso para que Helen saliera disparada hacia allí, al palmo de terreno que está justo debajo del balcón.
“Menos mal que tenía puestas mis zapatillas”, confesará después con toda la inocencia y sencillez del mundo. En ese momento, sin embargo, en lo único que piensa es en lo bien que estaría que llegase alguien “con los brazos más fuertes”. Pero no llega nadie. Se le adelanta el bebé, que se ha soltado, que ya está cayendo, quizás gritando también, como los otros turistas.
Cuánto pesará un cuerpo tan pequeño en caída libre que el impulso llevó los brazos de su salvadora hasta el suelo, y la hizo tambalearse hasta el punto de acabar con el cuerpo de la niña en las baldosas. Jah-Nea acabó en el suelo, sí, a la orilla de la piscina, y antes se había golpeado en la cabeza con la barandilla del tercer piso, pero no sufrió heridas de gravedad. Ese es el verdadero milagro. Lo comprobaron los médicos de un hospital cercano, a donde fue trasladada para ser examinada. Jah-Nea se había salvado.
Medalla al mérito por su acción heroica.
La hazaña ocurrió el pasado miércoles. El viernes, Beard ya estaba recibiendo la Medalla al Mérito “por su rapidez de reflejos y su acción heroica para salvar la vida de la niña”. “Esta es, ciertamente, una de las historias más sorprendentes del año” - reconoce el sheriff del Condado de Orange, Jerry Demings -. "Beard demostró un inusual instinto y una inusual iniciativa, con los que salvó a la niña de extremas heridas físicas o incluso de su muerte”.
Durante el acto de reconocimiento, la homenajeada hizo un ejercicio de modestia: “Es un poco inquietante estar aquí solo por hacer algo que fue instintivo”.
La madre y la cuidadora.
Sabemos ya el destino de la turista heroína y del bebé milagro, pero faltan otros protagonistas de esta historia. Helena Myles es la madre. Dominique Holt, la amiga que se había quedado al cuidado de Jah-Nea. Myles declaró a la policía del Condado de Orange que había dejado momentáneamente su hija al cuidado de Holt, y que fueron los gritos de ésta los que le alertaron de lo ocurrido.
Sabemos ya el destino de la turista heroína y del bebé milagro, pero faltan otros protagonistas de esta historia. Helena Myles es la madre. Dominique Holt, la amiga que se había quedado al cuidado de Jah-Nea. Myles declaró a la policía del Condado de Orange que había dejado momentáneamente su hija al cuidado de Holt, y que fueron los gritos de ésta los que le alertaron de lo ocurrido.
Holt, por su parte, reconoció que había ido un momento al baño y que, cuando salió, no encontró al bebé. Cuando se asomó descubrió que estaba en brazos de una mujer. Ninguna de las dos ha sido localizada desde el viernes.
Para las autoridades de Florida, sin embargo, lo más importante es que tanto Helen Beard como el bebé han proporcionado algo de lo que la sociedad está muy necesitada: una buena noticia. Por fin.
Ernesto Villar/La Razón
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