No sé si sabían Uds. que en el Reino Unido, - y en otros países también -, los homosexuales tenían y tienen todavía prohibido donar sangre.
La razón, constituir un grupo de riesgo para la transmisión de determinadas enfermedades, entre las cuales, notablemente, el sida, pero también la sífilis y otras. Pues bien, basándose en los criterios que imponen las leyes así llamadas "de igualdad" que se proceden a implementar en algunos países actualmente, - próximamente España también -, y de las que el Reino Unido es uno de sus grandes valedores, se estudia ahora el sustituir en ese país dicha prohibición por una nueva, la cual impediría a los homosexuales donar sangre a no ser que no hayan tenido relaciones sexuales en los últimos diez años.
“La prohibición total es injusta y discriminatoria, pero necesitamos proteger la salud pública; así que la regla de los diez años está siendo considerada”, ha declarado un portavoz del Gobierno de Su Real Majestad. A lo que yo me pregunto: ¿y realmente se espera que haya muchas personas en Gran Bretaña que no hayan practicado sexo en diez años? ¿Y eso, además, como se demuestra?
El tema me ha dejado perplejo. Pero desde el mismísimo inicio, para ser sincero. Lo primero que me deja estupefacto es que los controles de la sangre que recibimos en transfusión se basen en el testimonio de las personas que la donan sobre sus hábitos. Yo habría preferido creer que la sangre que recibimos en donación ha pasado por unos mínimos controles de calidad que para nada necesitan conocer de los hábitos de las personas que donan, y que garantizan que su sangre está exenta de determinadas enfermedades básicas a los efectos: sida, diabetes, hepatitis... En cuyo caso, poco tendría que ver el que la persona fuera homosexual, heterosexual, del Madrid o del Aleti. Pero es que aunque efectivamente ello sea así, es decir, aunque efectivamente la sangre que se transfunde en los hospitales haya pasado por todo tipo de controles, como así parece que es, resulta que “no hay en el mundo un test de laboratorio que detecte una infección reciente; por eso, si alguien contrajo por ejemplo sida el día anterior a donar no se puede detectar”, según declara la doctora Alejandra Matteacio, de Argentina. Un país donde, por cierto, una polémica idéntica está sucediendo también, hasta el punto de que el presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), Esteban Paulón, tras calificar la situación de “altamente discriminante”, ha afirmado que está considerando la posibilidad de realizar una reclamación ante el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la xenofobia y el racismo).
He tratado de encontrar información sobre la situación en España, y en la página de Cruz Roja Española, he visto que “no” pueden donar sangre las personas que padezcan las siguientes enfermedades:
-Enfermos de hepatitis B o C, SIDA, Sífilis y todas aquellas enfermedades que se transmiten por la sangre.
-Personas que convivan en el mismo domicilio con enfermos de hepatitis B o C.
-Diabéticos insulinodependientes.
-Epilépticos.
-Enfermos graves.
Si bien nada se dice sobre los hábitos, sexuales o de otro tipo, de las personas donantes. Me he quedado, ante todo ello, sin saber muy bien qué pensar. Nunca se me había ocurrido pensar que en determinados lugares del mundo, entre los cuales no España según parece, la donación de sangre pudiera estar condicionada a aspectos tan íntimos del comportamiento personal.
Me pregunto, por un lado, cuánto ha de ser mayor la incidencia del sida en homosexuales como para justificar que éstos no puedan donar y sí los heterosexuales, siendo así que tampoco ellos están exentos de padecer sida o, usando las palabras de la Dra. Mateacci, de haberlo contraído en una relación sexual el día anterior a realizar la donación de sangre. Como tampoco entiendo muy bien que una legislación que por basarse en aspectos meramente técnicos debería ser similar en todos los países que comparten unos determinados criterios sociales y sanitarios, sea, sin embargo, tan diferente en cada uno de ellos: o la homosexualidad representa un factor de riesgo respecto de la donación de sangre, y entonces en España no debería permitirse la realizada por homosexuales; o no lo representa, en cuyo caso, la discriminación implementada en Reino Unido y Argentina es absurda.
Pero lo que menos entiendo es la politización y la irrupción en el escenario del colectivo de homosexuales en una cuestión en la que, como es el caso de la que nos ocupa, el único criterio que debe entrar a consideración es la salud de la colectividad, y en la que toda otra consideración o reivindicación es, o debería ser, irrelevante. En fin, en cualquier caso, ahí queda el tema, un tema más para la reflexión.
Luis Antequera
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