lunes, 6 de diciembre de 2010

A LA VIRGEN INMACULADA


Quisiera regalarte un poema, Madre.
Un poema con muchas flores dentro. Jazmines, iris, crisantemos, rosas... Con esas pocas cosas que son mi vida ofrecerte lo que soy: un poema imperfecto. Pero transparente, sin nada superfluo. Y que leas en cada palabra una mirada. Una mirada que sólo desea mirarte. Una mirada muy pequeña, de niño grande. Quiero regalarte, Madre, todo lo que tengo; y hacerlo verso, canción, pureza, arte. María, mi dulce Reina Inmaculada, ayúdame a ser mejor hijo: más Cristo.

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