miércoles, 15 de diciembre de 2010

DEL 14% DE PEDERASTAS QUE SON MUJERES


Si señor, como lo oyen.

Podría haber titulado el artículo Del 86% de los pederastas que son hombres. Y sin embargo, fíjense Uds., la noticia me parece la contraria, a saber, que ¡nada menos que uno de cada siete! de cuantos abusan de un menor son mujeres.

El interés por el tema me lo suscitó hace apenas tres días un artículo aparecido en la revista 20 minutos, firmado por Victoria Luna, cuya entrada, en la línea arriba apuntada y contraria a la elegida por mí, afirmaba: El 19% de la población española ha sufrido abusos sexuales durante su infancia. El 90% de ellos son cometidos por varones.

Curiosamente, en el cuerpo de la noticia no se volvía a mencionar el tema, y mucho menos, de donde procedía el dato.

Pues bien, yo sí me he interesado por su precedencia. En España existen, por lo menos, dos grandes estudios sobre los abusos sexuales a menores, uno de ellos firmado por Noemí Pereda y María Forns, de abril de 2007, en el que no se dice nada sobre el perfil del agresor según sexo; y el otro del profesor de psicología de la Universidad de Salamanca, Félix López titulado Abusos sexuales a menores. Lo que recuerdan los mayores, editado por el Ministerio de Asuntos Sociales en 1994. Pues bien, en el resumen que para su documental Infancia Rota elaboran Olivia Acosta y Elena Ortega citando la obra del psicólogo de Salamanca, es donde encuentro el dato, en realidad más espeluznante que el que recoge 20 minutos, pues no es un 10% el porcentaje de pederastas que son mujeres, sino casi un 14%.

El abuso de niños está penado en el Código Penal español, cuyo artículo 181 reza de la siguiente manera:

1. El que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona, será castigado, como responsable de abuso sexual, con la pena de prisión de uno a tres años o multa de dieciocho a veinticuatro meses.
2. A los efectos del apartado anterior, se consideran abusos sexuales no consentidos los que se ejecuten sobre menores de trece años, sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuyo trastorno mental se abusare.

Donde, por lo menos hasta la fecha - en la España de ZP ningún disparate tiene la certeza de no verse convertido en realidad -, no se establece diferenciación alguna por el sexo de la persona que lo comete.

El dato que da título a este artículo es un dato estremecedor, que demuestra que la sociedad igualitaria por lo que a los sexos se refiere que, afortunadamente, estamos consiguiendo implementar en occidente por primera vez en toda la historia, y de la que, con toda justicia, tan orgullosos nos hallamos, tiene también consecuencias indeseables, como, por ejemplo, el ritmo al que la mujer se incorpora a la comisión de delitos que tradicionalmente hemos imaginado realizados por hombres: éste de los abusos a menores; los maltratos domésticos que tantas veces hemos tratado en esta columna; los atentados terroristas, algo de lo que conocemos bien en España, donde alguno de los más sanguinarios etarras han sido y son mujeres...

Esta es una realidad que no podemos desconocer, y menos aún el legislador. A no ser que, como se ha pretendido hasta la fecha, la regulación de determinados delitos como el de los maltratos domésticos dentro de una concepción de cuotas de sexo presente en tantas otras leyes de este Gobierno, no haya tenido otra pretensión que la de obtener réditos políticos, y en todo caso, alimentar una ideología, la lucha de los sexos, más comúnmente conocida como ideología de género, que es la única que parece guiar a un Gobierno como el español, sostenido por un partido que un día, hace ya muchos años, pareció ser socialista, pero que al día de hoy, carece de sostén ideológico o de principio alguno más allá del de su estricto aferramiento al poder. Aunque sea haciendo sin el menor escrúpulo lo que mil veces se prometió que nunca se haría. Algo a lo que tanta gente conoce ya como pesoísmo, la ideología de ZP.
Luis Antequera

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