No voy a descubrir la pólvora, diciendo que el ser humano necesita relacionarse.
El es un ser social, y la conversación es el medio más genéricamente extendido, para satisfacer esa necesidad de comunicación, que todo el mundo tiene. Aunque hay que reconocer que existen almas elegidas del Señor, que sacrifican el poco o mucho deseo que se tenga de relacionarse socialmente y buscan la soledad y el silencio para que su necesidad de relación social, sea dirigida y satisfecha, única y exclusivamente con el amor del Señor.
Pero no todo el mundo está llamado a una vida eremítica, estos solo son un pequeño y reducido número de elegidos del Señor, a los que Él les ha regalado el don eremítico y han sabido o podido aprovecharlo. Digo esto porque también hay almas que disponiendo de ese deseo de vida eremítica, el Señor no considera oportuno darles facilidades para alcanzar un eremitorio y así por ejemplo, tenemos el caso del Santo Cura de Ars, que se pasó su vida suspirando por entrar en una cartuja, y encontrar la soledad y el silencio que deseaba ofrecerle al Señor, y el Señor estimó, que mejor servicio le prestaría el santo cura en su parroquia de Ars, que en la soledad de una cartuja.
Pero no va esta glosa dirigida al tema de la soledad y el silencio, sino que va por otros cauces. La conversación, tal como antes decíamos es el medio más empleado para crear y fomentarla la relación humana, pero en el ejercicio de esa relación, en la conversación, hay que tener mucho cuidado en lo que se dice y como se dice y tratar de evitar que nos cataloguen como un “bocazas”, o lo que es peor produzcamos heridas, al que nos escucha o a terceras personas difamándolas. Los temas que escojamos para conversar y relacionarnos son muy importantes y trascendentes, pues ellos están dando fe de nuestras ideas, de nuestras convicciones, de nuestra forma de ser, de nuestra seriedad o trapacería, de muchas cosas más, en resumen de nuestra personalidad. Y sobre todo no seamos charlatanes, porque el que es charlatán generalmente es un imprudente. Los sefardíes, tiene un refrán que dice: Dios te dio el doble de posibilidades para escuchar que para hablar, porque te dio dos orejas y una sola lengua. También es conocido el refrán español, que dice que: Quien mucho habla mucho yerra.
En relación a este tema de lo que decimos y los que conversamos, el Señor nos dejó dicho: "Raza de víboras, ¿cómo podéis vosotros hablar cosas buenas siendo malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas y el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas. Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado”. (Mt 12,34-37). El texto da de sí, a muchos comentarios en su análisis por lo que solamente haremos unas breves consideraciones.
La expresión: “Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca”, es una afirmación tremendamente importante y que nos cataloga a cada uno de nosotros. Observemos en las personas que nos rodean, en sus temas de conversación y observaremos que cada persona tiene unas fuentes de suministro de información, de carácter específico y otras generales. Con respecto a las fuentes específicas vemos que todo el mundo tiene como tema central de su conversación, aquello que más le ocupa y le preocupa, así si tiene confianza nos habla de sus problemas familiares y laborales y generalmente sin darse cuenta, no piensa en que los demás también tienen sus propios problemas, pues nadie está libre de ellos y resulta más caritativo y fraternal, escuchar los problemas ajenos y no interrumpir con los propios, ya sabemos que en la mayoría de los casos nada podemos hacer, pero el hecho de escuchar, crea hermandad y consuela al que sufre.
En las otras clases de temas de conversación, los que podríamos denominar de carácter genérico, las fuentes de suministro de estos temas, se encuentra en general en lo que nos dicen o leemos en los medios de comunicación. En esta clase de temas, todo el mundo se siente capacitado para opinar y estos temas generalmente van referidos a las noticias de carácter político. Casi todas la TV tienen montadas unas tertulias, que el “personal”, como diría uno de pueblo, se bebe el programa. En estos casos la mayoría de los contertulios, no tienen elementos directos de juicio sino solo lo que leen en los periódicos, escuchan en la radio o ven en la televisión, que son las tres grandes máquinas de fabricar interesadas opiniones, que nos las tragamos como si fuesen la Biblia y las difundimos como propias, es decir las metemos en nuestro corazón y de ellas habla nuestra boca como un papagayo.
Hay otro tipo de personas, generalmente más féminas que hombres, que se pirran por otra clase de programas, cuales son los llamados “programas rosa o del corazón”, es de suponer que la palabra corazón hace referencia a los intentos que hacen los periodistas de estos programas, para descuartizar el corazón de la víctima Vip, que cada día presentan para su sacrificio. En estos programas, un grupo de leones y leonas, siendo ellas más agresivas, que ellos, y que se titulan periodistas, despiadadamente se ensañan en sacarle a la víctima sus intimidades, siendo la victima un pobre o una pobre desgraciada Vip, que necesita dinero para mantener su imagen de fatuidad, y se presta a que las leonas, con un león en jefe les despedacen. Verdaderamente pienso que los espectáculos de los circos romanos, aunque eran cruentos, eran mucho más nobles que estos incruentos, que tanto daño están haciendo en la mente de los espectadores. Aquí lo que se contempla son corazones rebosantes de malas ideas y nulo amor a Dios.
Las normas que son aconsejables, para nuestros temas de conversación, están maravillosamente recogidas en las anteriores palabras del Señor. Hay que ser parco en el hablar, ser lo más recatado posible pues es el Señor, el que nos llama la atención sobre las palabras ociosas, y hay que ver cuántas de ellas emitimos sin necesidad alguna. Luís de Bloís, - Blosio - escribía hace ya más de 500 años: “En el hablar has de ser muy recatado, honesto, irreprensible y muy comedido…, en el día del juicio han de dar cuenta los hombres de toda palabra ociosa que hablaren" (Mt 12,36). Prudente en las afirmaciones.
Evitar confrontaciones que a ninguna parte nos llevan. Escribía San Josemaría Escrivá en su libro Camino, que: “De la discusión no nace la luz, porque la apaga el soplo de la pasión”. Sobre todo en temas de nuestra fe. A este respecto escribía Garcia Morente: “Cuando encontréis alguna vez doctrinas o sistemas filosóficos que contradigan un dogma de nuestra santa fe, estad seguros de que algún vicio oculto mina sus entrañas intelectuales”.
No hablar mal de nadie, El apostol Santiago dice en su epístola: “No habléis mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la Ley y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, ya no eres un cumplidor de la Ley, sino un juez”. (Sant 4,11). Habla siempre bien de todo el mundo y si no puedes cállate. Y si es de uno mismo de quien hablan mal, cállate también hasta que quede desangrado tu amor propio, pues la humillación soportada te hará más humilde. Ten en cuenta que hablen bien o mal de ti, tú sigues siendo a los ojos del Señor el mismo que eres.
Y sobre todo sé veraz, porque siendo veraz estas amando la Verdad que es el Señor. No confundas nunca la objetividad con la veracidad. Lo objetivo solo es bueno cuando sus raíces están en la Verdad, la mayoría de las objetivaciones que se nos presentan en la mayoría de los medios de comunicación están, prostituidas por la lacra del relativismo y no tiene raíz alguna en la única y auténtica Verdad que es el Señor.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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