domingo, 24 de octubre de 2010

MISIONERO EN EL CHAD: ENTRE LA BRUJERÍA Y EL FATALISMO QUE PARALIZA


DOMUND 2010, una ayuda que cambia vidas.

Salvador Romano es un catalán que lleva media vida en África y ha visto como las comunidades cristianas, por el Evangelio, transforman las condiciones de vida de sus países y los hacen más humanos y solidarios.

En la diócesis de Pala, en el sur de Chad, viven 1,2 millones de personas. Los católicos apenas son unos 30.000 (y otros 10.000 que se preparan para bautizarse), pero esta diminuta minoría es quien levanta las escuelas, las ONG contra el sida, los grupos «Justicia y Paz» contra la corrupción de los jefes... Eso es posible porque misioneros como Salvador Romero sustituyen una cultura fatalista por otra llena de esperanza: el Evangelio.

-Chad es uno de los sitios del mundo donde más crece el catolicismo: del 5 a 20% de la población en 20 años. ¿Cuál es la causa?
-Ha habido guerras durante mucho tiempo. Aún sigue habiendo guerrilleros y conflictos por la zona de Darfur. Los chadianos han comprobado que los misioneros y la Iglesia se quedan, pase lo que pase. Eso les inspira confianza. También está el soplo del Espíritu Santo. Conozco un cura que era de familia cien por cien pagana. A los 14 años quiso ser cura porque, me dijo, «vi que mis amigos cristianos tenían más alegría y más esperanza». Los cristianos damos testimonio de esperanza y cambio en una sociedad fatalista.

- ¿Cómo es la fe del africano?
-El africano tradicional cree en el mismo dios lejano que los aristotélicos, un dios que hizo, quizá, el mundo, pero se alejó, se desinteresa de los hombres. Este lleva al fatalismo, a una cultura de poco esfuerzo, poca ilusión. La Buena Noticia cristiana es que el Dios cristiano se acerca a los hombres, nos quiere, nos hace sus hijos. Con ese Dios cercano, las personas sienten ganas de crecer, de enfrentarse a la vida. Dicho esto, en África, la fe es algo alegre, porque casi todo se vive allí con alegría.
-¿Tienen problemas con la brujería?
-Siempre hubo brujería, pero antes eran cosas pequeñitas, y ahora, en cambio, abundan las acusaciones muy graves y frecuentes de que tal o cual persona es bruja, maldice a los demás, causa desgracias, etc... No sabemos a qué se debe este resurgimiento. Quizá nos llega del norte de Chad.

- ¿Cómo surgió su vocación religiosa?
-Como muchos en Cataluña, yo trabajaba de obrero textil, y formaba parte de la JOC, la Juventud Obrera Cristiana. En la JOC encontré sentido a la fe, al catecismo que memoricé de niño. Descubrí el Evangelio, empecé a leerlo, y a los 18 años decidí que quería ser misionero. Conocí, por casualidad o Providencia, a los javerianos, me gustó su manera de ser, y con ellos fui a África.

-¿Cuándo pasó más miedo?
-En Burundi, que fue mi primer destino. En 1979, cuando llevaba un año allí, empezaron a sonar disparos y antes de darme cuenta ya estaba escondido debajo de la cama. Era el ejército tutsi, que hacía maniobras, básicamente, para asustar a la gente.

-¿Y cuándo ha llorado más?
-En 1981, cuando me expulsaron de Burundi. ¡Me había enamorado del país, de su gente, su lengua! Y me daban 48 horas para salir. También he llorado en ocasiones de impotencia. Recuerdo un día en que un vecino vino a buscarme. Acudí rápido a su casa. Su niño, de 8 años, estaba enfermo. Se murió en mis brazos. En casos como ese lloras, y le preguntas a Dios «¿por qué?». Como Jesús, al decir: «¿Dios mío, por qué me has abandonado

-¿Y qué respuesta hay a ese misterio, el dolor de los niños, los inocentes?
-La única respuesta es la Cruz. Fíjese: Dios Padre no salvó a su Hijo de la muerte, sino en la muerte, a través de la muerte. La única respuesta es la Pascua, que resucitaremos, como Cristo.

-¿Es mejor invertir en clero local, en misioneros o en catequistas?
-Yo llevo las cuentas en mi diócesis. Tenemos tres niveles de seminario. Cada seminarista nos cuesta unos 150 euros al mes. Roma nos cubre el 15% a través de la Obra San Pedro Apóstol. Para el resto, el Domund y la Providencia. Los catequistas son la clave para evangelizar África. En mi misión somos tres misioneros para atender 60 poblados. Sólo se puede hacer con catequistas. Pero formar seglares no es caro, podríamos decir que se autofinancian. Lo caro son los profesores del seminario. Algunos son voluntarios, que vienen de Francia, de países francófonos, y se lo pagan todo, incluso hacen donativos, pero a otros hay que pagarles, al menos, el viaje y la manutención. Por eso, la mayor inversión ha de ser el seminario.

-¿Cómo se gestiona la venganza o la violencia en su región?
-En Pala, que estamos al sur, no hay cultura de la venganza. Los notables o ancianos del pueblo conminan al criminal a que reconozca su delito. Si es muy grave, se le expulsa. El objetivo es siempre recuperar la armonía. La gente de las zonas del norte sí son más vengativos y practican lo de matar al que ha matado.

-¿Qué piensa del nombramiento del guineano Robert Sarah como cardenal y presidente del Consejo «Cor Unum»?
-Es un hombre fabuloso, de una pieza, gran espiritualidad. Lo conozco de mi época como vicepresidente en la Unión de Institutos Misioneros. Sufrió mucho bajo la dictadura de Guinea. Está muy preparado y lo hará bien.
Pablo J. Ginés/ La Razón

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