-“¡Madre, estoy cansado!” - le dije a Santa Teresita, desde el centro del corazón.----¿De qué?” - me contestó desde el cielo.
-“No sé… será el tentador”.
-“¿Y qué te dice?”
-“Que toda da igual, que viva y deje vivir, que no me implique tanto, que no merece la pena, que orar no sirve para mucho, que el ambiente no es tan malo, que sea optimista, que las cosas no tienen tanta importancia, que la gente… es feliz”.
-“¿Y tú qué le contestas?”
-“¡Que existe la vida eterna!, que tenemos abierto el cielo y las gentes no lo saben y hay que decírselo. Que Dios mismo sostiene el mundo, sostiene la historia, sostiene la humanidad. Que la felicidad está en Cristo, que nada sacia excepto él, él, él…”.
-“No sé… será el tentador”.
-“¿Y qué te dice?”
-“Que toda da igual, que viva y deje vivir, que no me implique tanto, que no merece la pena, que orar no sirve para mucho, que el ambiente no es tan malo, que sea optimista, que las cosas no tienen tanta importancia, que la gente… es feliz”.
-“¿Y tú qué le contestas?”
-“¡Que existe la vida eterna!, que tenemos abierto el cielo y las gentes no lo saben y hay que decírselo. Que Dios mismo sostiene el mundo, sostiene la historia, sostiene la humanidad. Que la felicidad está en Cristo, que nada sacia excepto él, él, él…”.
En ese momento, algo cae desde la profundidad de la noche… suave, tierno, liviano. Es un ramo, un ramo de rosas. Las Rosas de Santa Teresita de Lisieux.
-“Pero, sigo teniendo miedo”.
-“¿De qué?”
-“De no ser capaz, de no dar la talla, de no responder, de dormirme, de no ser fiel…”
-“Ofrece simplemente tu pequeñez, tu impotencia, tu simplicidad. Eres niño, débil y pequeño, eres inutilidad, vanidad e impedimento. Pero ten confianza, él lo sabe, cuenta con ello, cuenta contigo, cuenta con tu nada para llenarla, para sobreabundarla. Imagina que no supieras que eres así. No podrías oírle, no querrías oírle, no necesitarías oírle. Todo está bien. Confía…”
Una nueva caricia de pétalos roza mi cara. Caen directamente desde su mano…allá arriba.
-“¡Dudo, madre! A veces pienso que me la juego a cada paso, que esto es un continuo examen y siento que fallo, que me pierdo, que no veo. No sé si él está contento, me gustaría saberlo. A veces pienso que soy egoísta, que sólo le quiero por sus consolaciones y cuándo no las tengo, me caigo, flojeo, me paro…- él quiere que le quieras, que le pidas, que le reclames. Llama, no pares nunca, llama. No se cansa de ti, está deseando dar, dar, dar… Llama, sin miedos, no dudes. Aunque tus faltas y pecados fueran como el negro cielo de esta noche, si le llamas, si le gritas, el te escuchará, te recogerá en sus brazos, te mecerá con su espíritu. Te inundará de fuerza y perdón. Porque no rechaza para siempre el Señor. Te amará, y te llevará hasta lo más alto”.
-“¿Allí dónde estas tú… contigo?”
-“Sí. Pero todavía no. Espera un poco…”
Me dejo caer en el suelo. Está repleto de pétalos. Una alfombra de rosas. Olor, el buen olor de la santidad, del cielo, del amor.
-“Pero veo que no tengo suficiente amor, muchas veces me sorprendo de lo insensible que puedo ser. Inconmovible, frío y solitario. Calculador, independiente y orgulloso. Perdón, perdón por ser así. Me gustaría ser más amable y valiente. Me gustaría dar, me gustaría ser perfecto…”
-“Olvídalo. Cuánto más te acercas a él, más pequeño e imperfecto te ves, porque más luz arroja él sobre ti. Asómbrate de que te quiera tan deforme y tan incapaz. Él suplirá, él completará. No quieras ser lo que ni él quiere que seas. Abandónate a él, sumérgete en él. Escóndete en él. Que sea tu refugio, tu paz, tu amor”.
Amor. Si supiera amar, estaría seguro. El amor disipa el mal y lo asume, lo engulle, lo digiere. Soportar el mal por amor y con amor. Pero me rebelo, me cierro, me repliego ante el mal. No me entrego, no me doy, no amo. No me humillo, no desaparezco, no me deshago. Sale siempre mi orgullo, mi soberbia, mi rebeldía…- “Ellos atacan, porfían, no soportan su casa, no soportan su designio. Insultan y se mofan, se imponen, y ganan. Se apoyan en razonamientos y comprensiones y no saben nada de su compañía, de su cercanía, de su amor”.
-“No te preocupes. Ora, ora, ora…Ellos no son el enemigo, ellos son pobres, ciegos y cojos. No se reconocen así, aunque saben que no están plenos. Ora por ellos. Él los conoce, él conoce todo y a todos. Tú sólo sumérgete en él. Él sabe lo que hay que hacer, sabe cuándo y sabe cómo. No te preocupes. Descansa en él. Descansa, descansa… descansa”.
“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.(Mt11, 28)
Mi homenaje a Santa Teresita del Niño Jesús y la Santa Faz, patrona de las misiones.“Soy un alma muy pequeña que solo puedo ofrecer cosas muy pequeñas a nuestro Señor"
“Después de mi muerte haré caer una lluvia de rosas”
“Pasaré mi cielo, haciendo bien sobre la tierra”
Lo mismo para los católicos como para los no católicos Teresita sigue dejando caer su lluvia de rosas, y los que son suficientemente prudentes para recoger sus preciosos pétalos, se encuentran atraídos irremediablemente hacia Jesús.
Juan Manuel Carrasquilla
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