miércoles, 29 de septiembre de 2010

¡TE NECESITO, SEÑOR!


¡Te necesito, Señor!, porque sin ti mi vida se seca.

Quiero encontrarte en la oración, en tu presencia inconfundible, momentos en los que el silencio se sitúa frente a mí, ante ti.

¡QUIERO BUSCARTE!

Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza que tú has creado; en la transparencia del horizonte lejano, desde un cerro, en la profundidad de un bosque que protege con sus hojas los latidos escondidos de todos sus inquilinos.

¡NECESITO SENTIRTE ALREDEDOR!

Quiero encontrarte en tus sacramentos, en el encuentro con tu perdón, en la escucha de tu palabra, en el misterio de tu cotidiana entrega radical.

¡NECESITO SENTIRTE DENTRO!

Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres, en la convivencia con mis hermanos: en la necesidad del pobre y en el amor de mis amigos; en la sonrisa de un niño y en el ruido de la muchedumbre ¡tengo que verte!

Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser, en las capacidades que me has dado, en los deseos y sentimientos que fluyen en mí y, un día, en la debilidad de mi vida, cuando me acerque a las puertas del encuentro cara a cara Contigo.

¡GRACIAS!

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