jueves, 2 de septiembre de 2010

SEXO Y MATRIMONIO - ¿VALE TODO?


Aquí les presento una consulta hecha por un padre de familia.

Queridos hermanos en la fe:
Que Dios Padre y Jesucristo resucitado en Espíritu Santo los guarde y que la paz esté en ustedes, y que la bendición de Dios Trino los guarde por siempre en su apostolado como en su camino de salvación.

Soy un fiel, felizmente casado con cuatro hijos infantes y somos una pareja muy joven de 30 y 24 años.

Nos nació experimentar inocentemente las caricias intimas o púdicas de tipo genital, es decir, recurrir al sexo oral mutuo, penetración anal y caricia manual mutua, y experimentar de vez en cuando un orgasmo voluntario como involuntario debido a la sensibilidad extrema de estas zonas de excitación. Lo realizamos como un acto complementario a nuestro placer o complacencia conyugal, pero siempre respetándonos y en consenso, velando en no caer en el abuso agresivo, egoísta y obsesivo de cada uno de nosotros, cuidando celosamente no dañar nuestra convivencia y nuestra felicidad por usar este medio, este lenguaje sexual en nuestro lenguaje corporal. Incorporado a nuestro acto conyugal próximo o remoto y durante este, no perdiendo de vista la dignidad de cada uno de nosotros y sus valores, fantasías, y respeto a nuestra intimidad, etc.

Muchos orientadores católicos, teólogos de ética cristiana, enmarcan esta actividad genital como pervertidas o corruptas de carácter grave y desordenado, pecado grave, por separar los aspectos biológicos generativos: el unitivo y el procreativo en una unión natural completa, es decir, como un medio contraceptivo y lujurioso, pero otros, también lo catalogan como moralmente permisible, y la tercera postura como buena y aceptable, y la integran en la dimensión dinámica de amor sexual conyugal. Nosotros no la hemos usado con fines anticonceptivos, sino como he explicado, con fines de mutua satisfacción y adornado de ternura, atención y delicadeza por el amado.

Es verdad que nace esta actitud por la insinuación e invitación no maliciosa de terceros (parejas amigas), sexólogos, etc., con la finalidad de no caer en la mecanicidad repetitiva de la rutina, y de la publicidad excesiva de la industria porno en los medios de comunicación, pero muchas parejas la viven dentro de su sexualidad humana como tras parejas que tienen la inquietud de reanalizar estos actos o caricias eróticas conyugales, pero todos tememos de caer en pecado, como otros no lo catalogan como pecado.

Además, todo este lenguaje sexual corporal, se ve inmerso en su valoración negativa y contra la dignidad humana, por ser considerado como técnicas, más que amatorias, de contracepción y de tipo agresiva e impositiva, es decir, venérea y otra connotación que se les otorga, es que es tipificada como indigna por considerarse como sexo duro y sodomítico por crear un ambiente de imitación al acto homosexual y además prestarse a un posible acto masturbatorio de satisfacción sexual completa por las características de esta zona. Y, finalmente, crear una posible inclinación homosexual.

Otro fenómeno en el interior de nuestra Iglesia, los confesores, los pastores no orientan ni educan en esta materia de cuál es el camino a seguir y lo dejan en libertad de la conciencia honesta de los esposos. Realmente, no sé si estoy pecando formalmente o materialmente contra la castidad, pero he intentado abstenerme de seguir usándolos, pero nace en el cónyuge la duda interna del por qué, de la renuncia o negativa al solicitarlo, en el juego sexual y dentro del acto.

Por favor ayúdenme a corroborar mi postura sana de este lenguaje, o bien, invítenme a la conversión y renuncia si fuera pecado y el cómo hacerlo, sin afectar nuestra convivencia, y el hacer entender al amado del por qué ya no más se hará ese acto.
Se despide cordialmente, Ricardo,

Respuesta:

Querido hermano en Cristo.
Que la paz del Señor esté en sus corazones.
Como puede ver por la fecha de nuestra respuesta a su consulta, hemos dudado mucho en dar una respuesta. El titubeo tiene varias razones. En primer lugar la forma de su e-mail tiene las marcas de un reenvío (forwarding); uno utiliza generalmente este método cuando envía un mensaje que no es propio. En segundo lugar hemos observado que el mensaje maneja muy bien los términos técnicos de la teología moral matrimonial; esto no es una capacidad a encontrarse habitualmente en los hermanos laicos. El saludo al comienzo de su e-mail también tiene asonancias no muy frecuentes entre los miembros del pueblo de Dios. En tercer lugar, la consulta recorre toda la gama de posibilidades, es decir, se presenta como una de las casuísticas que nos proponían en aquel entonces con ocasión de nuestros exámenes de teología moral para comprobar si habíamos estudiado. Se podría tratar de un caso de su consulta de una especie de sondeo. Se desea comprobar de esta manera si en este sitio de los MSC Misioneros del Sagrado Corazón, estamos en comunión con el magisterio de la Iglesia. Además, estas cuestiones delicadas suelen responderse mejor en la consulta personal y no por los medios públicos del Internet, donde es muy fácil entrometerse en mensajes ajenos.

Sin embargo, al final hemos optado por contestar porque podría tratarse de una inquietud real que necesita aclaración, y porque el Internet está repleto de propaganda de la cultura de muerte, y queremos ayudar a los hermanos en Cristo que tienen alguna incertidumbre al respecto.

Queremos partir de algunos presupuestos básicos para darle la respuesta.
¿A quién consultar? Lamentablemente se da el caso que los orientadores católicos discrepan entre sí de manera que la consulta a varios teólogos puede tener como resultado varias respuestas contradictorias. Por eso, el católico necesita un discernimiento claro también respecto a las personas a consultar. Por supuesto, el cristiano puede utilizar la consulta múltiple para tener una amplia gama de alternativas. De esta manera puede escoger la que más le guste o la que le parezca más fácil o razonable de aplicar. Vienen muchos a consultar con la intención de que se les tranquilice la conciencia tomando en cuenta las razones “inocentes” que motivan el proceder.

Mire usted la actitud con la que está haciendo la consulta. ¿Por qué no busca más bien lo que tiene visos de santidad? No le sugiero que imite el voto de Santa Teresa de Jesús de hacer siempre lo más perfecto cuando se presentan varias alternativas. Sin embargo, le vendría bien una disponibilidad que querer escoger lo que lleva más a vivir su matrimonio en el Espíritu de Cristo. La conciencia delicada prefiere aquilatar sus actos y actitudes no con la pregunta si es pecado grave o no. Esto es un tipo de cristianismo minimalista. La pregunta debería ser más bien: ¿Qué me ayuda a hacer la voluntad de Dios con mayor perfección?. Porque es una realidad indiscutible que cuanto más uno se conforma con la voluntad de Dios, tanta más felicidad embargará su vida y su corazón.

En cuanto a los teólogos es necesario comprobar el espíritu que lo inspira en sus enseñanzas. Ahora bien, el esperar los frutos para calificar el árbol toma tiempo. Sin embargo, hay un criterio que está siempre a la mano de cualquier cristiano para protegerse de los lobos disfrazados de ovejas. El criterio es muy simple: ¿El teólogo en cuestión está habitualmente en comunión con el magisterio de la Iglesia?. Esto se ve fácilmente.

Le traigo una cita de la Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo emanada de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para que vea como ha de proceder el teólogo. Una de las tareas del teólogo es ciertamente la de interpretar correctamente los textos del Magisterio, y para ello dispone de reglas hermenéuticas, entre las que figura el principio según el cual la enseñanza del Magisterio – gracias a la asistencia divina – vale más que la argumentación de la que se sirve, en ocasiones deducida a una teología particular. En cuanto al pluralismo teológico, éste es legítimo únicamente en la medida en que se salvaguarde la unidad de la fe en su significado objetivo. Puede usted leer el texto completo en:
http://www.iespana.es/mscperu/blteologo_Fe.html.

El cristiano escuchará con mayor agrado al teólogo que más se conforma con el Magisterio.

Razones para decidir.
Usted aduce como atenuante de su proceder la motivación de que no se ha procedido “con fines anticonceptivos, sino como he explicado, con fines de mutua satisfacción y adornado de ternura, atención y delicadeza por el amado”. Esto sugiere que de su parte la presuposición que todo acto que se hace con respeto y sin intenciones anticonceptivas es moralmente justificado. Además tiene usted la loable intención de no caer en la mecanicidad repetitiva de la rutina. Entonces no debe caer en la rutina de decir a su esposa que la quiere. ¡Qué tal mecanicidad repetitiva! Precisamente la pornografía tiene que inventar cada vez más bestiales para poder variar sus rutinas.

Usted confiesa que su actitud nace por la insinuación de terceros y acto seguido cita la industria porno como fuente de donde proveerse de técnicas para su vida conyugal. No sea ingenuo. San Pablo exhorta de no conformarse al mundo, y Santiago dice apodicticamente que quien se hace amigo de la carne se hace enemigo de Dios. ¿Comenzarán a drogarse para salir de la rutina?.

Todo esto quiere decir que la intención pretendidamente inocenteno hace que un acto sea bueno o malo. Las intenciones generalmente sólo entran en juego cuando se trata de calificar la gravedad del acto como completamente informado, libre y responsable ante la conciencia de un lado y la verdad (bondad) objetiva del otro.

Aspecto unitivo y procreativo.
Usted mismo menciona estos aspectos. Entonces debe haberse enterado que uno de los principios para la moralidad del acto conyugal consiste en que los dos aspectos no deben separarse. Lea usted la “Humana vitae de Paulo VI.

Luego quisiera recordarle que el sexo oral ha sido un invento de homosexuales. Es que no aparece por ningún lado ni el aspecto unitivo ni mucho menos el aspecto procreativo.

A base de estas consideraciones podemos decir los siguiente: Todo proceder que separe el aspecto unitivo del procreativo es objetivamente malo. También, todo proceder contra natura es objetivamente malo. ¿Sabe que es sexo contra natura? Cuando se procede contra la naturaleza del acto.

La concupiscencia lleva consigo la pérdida de la libertad interior del don. El significado nupcial del cuerpo humano está ligado precisamente a esta libertad. El hombre puede convertirse en don – es decir, el hombre y la mujer pueden existir en la relación del recíproco don de sí – si cada uno de ellos se domina a sí mismo. La concupiscencia, que se manifiesta como una constricción sui generis del cuerpo, limita interiormente y restringe el autodominio de sí, y, por eso mismo, en cierto sentido, hace imposible la libertad del don interior del don. Además de est, también sufre ofuscación ka belleza que el cuerpo humano posee en su aspecto masculino y femenino, como expresión del espíritu. Queda el cuerpo como objeto de concupiscencia y, por tanto, como terreno de apropiación del otro ser humano. La concupiscencia, de por sçí, no es capaz de promover la unión como comunión de persona. Ella sola no une, sino que se adueña. La relación del don se transforma en la relación de apropiación.

Llegados a este punto, interrumpimos nuestras reflexiones. El último problema aquí tratado es de gran importancia, y es además tan sutil, desde el punto de vista de la diferencia entre el amor auténtico (es decir, la comunión de las personas) y la concupiscencia, que hace resaltar que su cuestionamiento se mueve sólo en lo que le ofrecen los garantes no muy fiables.

¿Alguna vez ha reflexionado sobre la diferencia entre amor y concupiscencia?

Como ve, en lugar de aconsejarse sobre actitudes extremas, hay todo un mundo que los esposos deberían descubrir.

¿Se les ha ocurrido alguna vez que el esfuerzo en esta dimensión podría ser mucho más satisfactorio para los esposos?

¡Que Dios te bendiga! Se lo desean y por ello rezan...
Los MSC Misioneros del Sagrado Corazón en el Perú
http://www.iespana.es/mscperu/

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