Mediar e interceder, en muchos casos son términos de significado equivalente.
Pero más bien, resulta que el término mediación, se aplica para la intervención entre partes iguales, y el de intercesión sea una mediación ante un superior para obtener un bien o librar de un mal a un inferior. Pero en general se emplean ambos términos equivalentemente, así por ejemplo, Nuestra Señora es mediadora universal de todas las gracias divinas, pero teniendo en cuenta que las gracias emanan de Dios, ser superior, y son para las personas, seres inferiores, el término más correcto sería hablar de Nuestra Señora como intercesora universal y no mediadora.
La intercesión es el arma más poderosa de que disponemos las personas en este mundo, para obtener lo que necesitamos o deseamos. Y nuestra intercesora más poderosa, es Ella, nuestra Madre celestial. La intercesión se ejercita por medio de la oración, que es el cauce que escogemos para que nuestra petición o deseo llegue a su destino final. En la simbología del Apocalipsis podemos ver que nuestras oraciones son como perfumes que se elevan a la presencia de Dios: “Otro Ángel vino y se puso junto al altar con un badil de oro. Se le dieron muchos perfumes para que, con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono. Y por mano del Ángel subió delante de Dios la humareda de los perfumes con las oraciones de los santos”. (Ap 8,3-4).
En el orden material humano, la intercesión que toma el nombre de recomendación, se encuentra siempre en el orden del día. Si tenemos que resolver cualquier problema, inmediatamente tratamos de enterarnos de quien es la persona que tiene en sus manos la capacidad de decirnos si, o no a nuestras pretensiones y tratamos de buscar apoyo en otras personas que conozcamos y que a su vez conozcan al que nos interesa. Hasta tal punto, esto es importante, que si median dadivas ofertadas por el interesado o entregadas, se puede llegar a incurrir en delito penal. Esta es la gran diferencia que existe entre el orden humano y el orden sobrenatural, en el cual nunca incurriremos en delito alguno.
Nuestro Mediador por antonomasia es Jesucristo que intercede por todos nosotros, pero tal como manifestaba San Bernardo apasionado enamorado de Nuestras Señora, “Necesitamos, de un mediador para ir a Cristo mediador, y nosotros no podemos encontrar otro mejor que María”. Esta es doctrina sacada de los escritos de San Bernardo y San Buenaventura. De modo, que según estos santos doctores, para llegar a Dios tenemos que subir tres escalones: el primero, más cercano y adaptado a nuestras posibilidades es María; el segundo es Jesucristo y el tercero es Dios Padre.
Ella es madre de todos nosotros, porque se puede decir que nos ha engendrado a todos en el orden sobrenatural, y por disposición divina, María es Mediadora de todas las gracias, ya que todas ellas, pasan a través de Ella, ya que solo a Ella, es a quien se le ha dado sobre la tierra el poder concebir a Cristo. Es, pues, tal como expresa San Agustín, por María, en María y de María como recibimos todos los bienes espirituales; es Ella quien nos introduce, corredentora en la vida de Cristo. En Ti, por Ti y de Ti reconocemos en verdad que todo lo bueno que hemos recibido y lo que hemos de recibir, ya que lo recibiremos a través de Ti.
Otro gran santo enamorado de Nuestra Señora, San Luís María Grignion de Montfort, escribía: “María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto para llegar a Jesucristo”. Y añade este santo en sus escritos: Y este fue con frecuencia el gran descubrimiento de muchos santos, el ver y comprender que con María se llega “antes, más rápido y mejor", a la perfecta santificación de nuestras almas.
El deseo de muchos entre los cuales me incluyo, es que el próximo dogma mariano sea el de “María mediadora universal de todas las gracias”. La iniciativa de celebrar la fiesta de María mediadora de todas las gracias, partió de Bélgica, y al papa Benedicto XV le correspondió el honor, de instituirla canónicamente. Se fijó la fiesta el día 31 de mayo, último del mes de María. La institución de esta fiesta no es todavía una definición dogmática pero se le prepara el camino, como la fiesta de la Inmaculada Concepción fue preludio para su posterior definición dogmática.
La fuerza intercesora de Nuestra Señor, es tal que el demonio la tiene siempre muy presenta. San Alfonso María Ligorio, escribe diciendo: “Como Olofernes, para rendir la ciudad de Betulia, ordenó cortar el acueducto, así el demonio procura como puede hacer, que el alma pierda la devoción a la Madre de Dios, porque una vez cegado este canal de la gracia, más fácilmente la conquistará”.
Entre los fieles se encuentra muy extendida la intercesión de los santos, la cual es buena y recomendable, pero esta nunca llega a alcanzar la importancia de la intercesión mediador de Nuestra Señora. Escribe Fdz. Carvajal diciendo: “La intersección de la Virgen es mayor que la de todos los santos juntos, pues los demás santos nada obtienen sin Ella. La mediación de los santos depende de la de María, que es universal y siempre subordinada a la de su Hijo”. Para el teólogo Cándido Pozo: El fundamento de la intersección de los santos consiste en que presentan ante el Padre “los méritos que en la tierra consiguieron, por el Mediador único entre Dios y los hombres, Cristo Jesús como fruto de haber servido al Señor en todas las cosas y de haber completado en su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo a favor de su Cuerpo que es la Iglesia” (Col 1,24)”.
Nosotros deberíamos agarrarnos fuertemente a los pies de Nuestra Señora y de la misma forma que los judíos, en los momentos de prueba, se dirigían a Dios diciendo: “Acuérdate de nuestro padre Abrahán”, así nosotros podemos ahora dirigirnos a Él diciendo: “Acuérdate de Nuestra Madre María”. Y lo mismo que ellos le decían: "Por Abrahán tu amigo, no nos niegues tu misericordia”, así nosotros podemos decirle: “Por María, tu Madre no nos niegues tu misericordia”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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