Virtud que ha de ir siempre de la mano con la Fe…
El siguiente cuadro comparativo, pretende ayudarnos a apreciar claramente la importancia de la Esperanza…
Pedro (Simón) Apóstol y Judas Izcariote Apóstol - Ambos apóstoles de Jesús.
Pedro, primer apóstol del Señor, pescador de profesión, sencillo de corazón, y a la vez muy vehemente. Ante las Palabras reveladoras del Señor, Simón Pedro le dice:
-«Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió:
-«Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde»
Pedro le dice:
-«¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti»
Le responde Jesús:
-«¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces» Jn 13, 36-38
Movido por su ímpetu, Pedro le promete al Señor, que dará su vida por Él… sin embargo, no fue así, pues apenas le llegó la oportunidad de dar su vida por su Señor, que apresado y llevado detenido con intenciones de sentenciarlo a muerte, se va alejando de él; aquel valeroso Pedro, que prometió fidelidad a su Señor, lo niega cobardemente y reiteradamente, (3 veces) hasta que el gallo canta, y es esta la campana que le retumba en la conciencia y le hace caer en la cuenta de lo que acaba de cometer, abrumado por la culpa y la cobardía, llora amargamente, su falta, amargo consigo mismo, pues no pudo ser consecuente con sus propias palabras, fue rápido en hablar pero No en actuar, fue presto en ofrecerse valientemente, pero No en cumplirlo. Sin embargo no vaciló en arrepentirse, e incluso ir mas allá, pues tras arrepentirse, se abrazó a la Misericordia de Dios, movido por la Esperanza que en él habitaba. Y es así, como surge de las “cenizas del dolor”, y superando su oprobio, vuelve con la cabeza en alto, a reparar no sólo su traición, sino a entregar incluso su propia sangre por Aquél a quien amándole tanto, le salió traicionando, y es así como repara, ahora si valientemente, lo que a otro le significó incluso, perdidamente la muerte, Judas.
Judas, también Apóstol del Señor, Tesorero de los Apóstoles por encargo de Jesús, se sabe también por la Santa Biblia, que atesoraba mucho la riqueza y la posesión económica. Visiblemente impresionado, apresura el paso, cuando Nuestro Señor, le indica de manera directa y a la vez simulada, delante de los otros once, que la traición que iba a cometer ¡la hiciera Ya, sin demorar mas!…
Es claro que él corrió a hacerlo, de noche como todos los gángster y ladrones en común que realizan sus fraudes y fechorías en la penumbra nocturna.
Si, lo vendió por unas pocas monedas, si hubiera sido un desconocido o un espía, un infiltrado, etc, en fin… pero era uno de los suyos, adoctrinado igualmente que Pedro, Santiago, Juan y todos los demás del grupo de los doce, era obvio que creía en la figura de Mesías en Jesús, lo cual lo mueve a negociar con su persona, y es justamente éste hecho de que siendo miembro de los mas íntimos del Señor, de sus escogidos, de sus testigos directos, de los que testificaban visiblemente los milagros y maravillas que obraba el Señor, que lo lleva no solo a creer en Él, sino a traicionarlo, digo esto porque un traficante de mercadería cualquiera que sea, no transa un arreglo-negocio, sino tuviera en su haber una mercancía “valiosa”, a mi parecer en eso tenia por estima, Judas a Nuestro Señor Jesús, en una mercancía valiosa.
Desde aquí en adelante, me atrevo a comparar su condición de traidor con la condición de traidor de Pedro Apóstol.
“¿Judas, con un beso entregas al Hijo del Hombre?” Lc 22,48
Que espectáculo habrán presenciado sus ojos, y que crueldad en el trato del apresamiento que al contrastar con la mansedumbre de Jesús, y quien sabe cuantos detalles mas, habrían movido a Judas a caer en la cuenta de su traición-culpa. Es evidente que se conmueve, se arrepiente al extremo, pues corre a devolver el dinero, en un intento desesperado de deshacer el negocio, «pequé entregando sangre inocente» (Mt 27,4). Y en vista de que ya no podía hacer nada, su culpa lo abruma, al punto de la desesperación.
No lo puede soportar, y en ese desesperar de la Misericordia de Dios, pese a que cayó en la cuenta, o sea reconoce su falta, es más, reconoce la gravedad de la misma, se arrepiente, trata de arreglarlo, no puede, verdaderamente conciente de lo que había hecho se abandona, Y terriblemente triste acaba con su vida sin ánimo de soportarla por el peso que le acusaba.
A diferencia de Pedro que pese a atravesar por una similar situación, cae en la cuenta de su falta, se arrepiente, llora amargamente y espera en la Misericordia de Dios.
Si tan solo Judas hubiera alcanzado la Esperanza que Pedro sí tuvo, de seguro que incluso hasta habría podido llegar a ser un gran santo.
Conclusión:
No basta con darnos cuenta de que hemos pecado, y que con eso hemos ofendido y lastimado a Dios que es todo Amor para con nosotros; tampoco basta arrepentirse, y desear no haberlo hecho o no volverlo a hacer, sino que hay un “ingrediente” mas y a la vez vital, fundamental, para la Salvación de nuestras almas y es que la Confiada Espera en la Misericordia de Nuestro Señor ha de reconfortar nuestra alma y a la vez avivar nuestra fe, y por lo tanto incluso devolvernos la alegría de vivir plenamente en Cristo, de allí que incluso un asesino tiene el “derecho” a ser feliz otra vez, si es que logra atravesar ésta “metamorfosis” de Reconciliación con Dios.
Si, hermanos no creo haber errado al emplear estos términos, “derecho” y “metamorfosis”… “Derecho”, porque Cristo mismo te lo da, y así, y solo así, no hay quien pueda imponerse ni quitarlo. “Metamorfosis”, porque quien tras la muerte espiritual (vivir en pecado mortal), aunque con el cuerpo humano aun en vida, atraviesa verdaderamente por el Sacramento de la Reconciliación, Nueva criatura es, en Cristo que lo Salva.
-«Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde»
Pedro le dice:
-«¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti»
Le responde Jesús:
-«¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces» Jn 13, 36-38
Movido por su ímpetu, Pedro le promete al Señor, que dará su vida por Él… sin embargo, no fue así, pues apenas le llegó la oportunidad de dar su vida por su Señor, que apresado y llevado detenido con intenciones de sentenciarlo a muerte, se va alejando de él; aquel valeroso Pedro, que prometió fidelidad a su Señor, lo niega cobardemente y reiteradamente, (3 veces) hasta que el gallo canta, y es esta la campana que le retumba en la conciencia y le hace caer en la cuenta de lo que acaba de cometer, abrumado por la culpa y la cobardía, llora amargamente, su falta, amargo consigo mismo, pues no pudo ser consecuente con sus propias palabras, fue rápido en hablar pero No en actuar, fue presto en ofrecerse valientemente, pero No en cumplirlo. Sin embargo no vaciló en arrepentirse, e incluso ir mas allá, pues tras arrepentirse, se abrazó a la Misericordia de Dios, movido por la Esperanza que en él habitaba. Y es así, como surge de las “cenizas del dolor”, y superando su oprobio, vuelve con la cabeza en alto, a reparar no sólo su traición, sino a entregar incluso su propia sangre por Aquél a quien amándole tanto, le salió traicionando, y es así como repara, ahora si valientemente, lo que a otro le significó incluso, perdidamente la muerte, Judas.
Judas, también Apóstol del Señor, Tesorero de los Apóstoles por encargo de Jesús, se sabe también por la Santa Biblia, que atesoraba mucho la riqueza y la posesión económica. Visiblemente impresionado, apresura el paso, cuando Nuestro Señor, le indica de manera directa y a la vez simulada, delante de los otros once, que la traición que iba a cometer ¡la hiciera Ya, sin demorar mas!…
Es claro que él corrió a hacerlo, de noche como todos los gángster y ladrones en común que realizan sus fraudes y fechorías en la penumbra nocturna.
Si, lo vendió por unas pocas monedas, si hubiera sido un desconocido o un espía, un infiltrado, etc, en fin… pero era uno de los suyos, adoctrinado igualmente que Pedro, Santiago, Juan y todos los demás del grupo de los doce, era obvio que creía en la figura de Mesías en Jesús, lo cual lo mueve a negociar con su persona, y es justamente éste hecho de que siendo miembro de los mas íntimos del Señor, de sus escogidos, de sus testigos directos, de los que testificaban visiblemente los milagros y maravillas que obraba el Señor, que lo lleva no solo a creer en Él, sino a traicionarlo, digo esto porque un traficante de mercadería cualquiera que sea, no transa un arreglo-negocio, sino tuviera en su haber una mercancía “valiosa”, a mi parecer en eso tenia por estima, Judas a Nuestro Señor Jesús, en una mercancía valiosa.
Desde aquí en adelante, me atrevo a comparar su condición de traidor con la condición de traidor de Pedro Apóstol.
“¿Judas, con un beso entregas al Hijo del Hombre?” Lc 22,48
Que espectáculo habrán presenciado sus ojos, y que crueldad en el trato del apresamiento que al contrastar con la mansedumbre de Jesús, y quien sabe cuantos detalles mas, habrían movido a Judas a caer en la cuenta de su traición-culpa. Es evidente que se conmueve, se arrepiente al extremo, pues corre a devolver el dinero, en un intento desesperado de deshacer el negocio, «pequé entregando sangre inocente» (Mt 27,4). Y en vista de que ya no podía hacer nada, su culpa lo abruma, al punto de la desesperación.
No lo puede soportar, y en ese desesperar de la Misericordia de Dios, pese a que cayó en la cuenta, o sea reconoce su falta, es más, reconoce la gravedad de la misma, se arrepiente, trata de arreglarlo, no puede, verdaderamente conciente de lo que había hecho se abandona, Y terriblemente triste acaba con su vida sin ánimo de soportarla por el peso que le acusaba.
A diferencia de Pedro que pese a atravesar por una similar situación, cae en la cuenta de su falta, se arrepiente, llora amargamente y espera en la Misericordia de Dios.
Si tan solo Judas hubiera alcanzado la Esperanza que Pedro sí tuvo, de seguro que incluso hasta habría podido llegar a ser un gran santo.
Conclusión:
No basta con darnos cuenta de que hemos pecado, y que con eso hemos ofendido y lastimado a Dios que es todo Amor para con nosotros; tampoco basta arrepentirse, y desear no haberlo hecho o no volverlo a hacer, sino que hay un “ingrediente” mas y a la vez vital, fundamental, para la Salvación de nuestras almas y es que la Confiada Espera en la Misericordia de Nuestro Señor ha de reconfortar nuestra alma y a la vez avivar nuestra fe, y por lo tanto incluso devolvernos la alegría de vivir plenamente en Cristo, de allí que incluso un asesino tiene el “derecho” a ser feliz otra vez, si es que logra atravesar ésta “metamorfosis” de Reconciliación con Dios.
Si, hermanos no creo haber errado al emplear estos términos, “derecho” y “metamorfosis”… “Derecho”, porque Cristo mismo te lo da, y así, y solo así, no hay quien pueda imponerse ni quitarlo. “Metamorfosis”, porque quien tras la muerte espiritual (vivir en pecado mortal), aunque con el cuerpo humano aun en vida, atraviesa verdaderamente por el Sacramento de la Reconciliación, Nueva criatura es, en Cristo que lo Salva.
Notas Analíticas:
Tratemos de encontrar la razón por la cual Judas no alcanzó la virtud de la Esperanza, que Pedro si abrazó, poniendo un ejemplo: Es común aquella frase que dice: “El ladrón cree que todos son de su misma calaña”
Se entiende y creo que en sicología e incluso en criminalística, se utiliza bastante esto, ya que se analiza el comportamiento incluso psicológico del delincuente, llegando a la conclusión de que el delincuente por llevar esta especie de “conducta predominante” en su vida (por no decir “naturaleza innata”), es de por si desconfiado puesto que como quiera que él mismo sabe como es en su interior, como quien diría, que el mismo no confiaría ni en si mismo, mucho menos va a poder confiar en ninguna otra persona, ni siquiera en su propia madre según sea el caso o en todo caso el nivel de desconfianza del individuo.
De manera que si no soy capaz de confiar ni en mismo, menos en los demás, ¿como esperar, que confíe en Dios?
Personalmente conozco a personas que son muy creyentes, incluso profesan su fe, creen en Dios, se reconocen pecadores, pero por alguna triste razón, no confían en el perdón o lo que es peor a veces creen en que Dios perdona, sin embargo creen ser tan indignos ante Dios por cuanto se saben pecadores que no confían en que Dios les perdone tanto o tan fácilmente. Y por eso incluso viven con una aparente calma en sus vidas, pero en el fondo algunos llegan a reconocer o mejor aun, a darse cuenta que sienten una falta de sosiego profundo, que lo describen como una “felicidad incompleta” en sus vidas, por decirlo de alguna forma.
Me pone muy triste, saber de estas personas, porque los veo y sé que están tan cerca de alcanzar la felicidad plena y sin embargo, parece como si el enemigo se ensañara con ellos y les vendara los ojos impidiéndoles el pase a vivir su Cristiandad con esa clave de vida que nuestra misma Santa Iglesia nos enseña, “Fe, Esperanza y Caridad”.
Nota Importante:
Es bien sabido aquel dicho que dice: “Todo en exceso, daña”
Si bien es cierto que Dios dijo: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» Mt18,22
Cuando el Señor dice perdonar 70 veces 7, se refiere a perdonar sin limites, o sea perdonar siempre. Esto no justifica que uno haga “uso” y “abuso” de la Misericordia de Dios, Ojo con esto, no olvidar que Dios observa incluso nuestra conciencia, por lo tanto conoce nuestra Intención, ya sea correcta, o perversa.
Que Dios y su Santísima Madre los Bendigan ahora y Siempre,
Y ¡sean verdaderamente felices en Cristo y Maria que nos aman!
su hermana en Cristo,
Susann C.
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