A lo largo de toda su vida, imagino que en parte también para sobrellevar de una forma posible el propio misterio de su existencia, el Padre Pío hizo alarde de un fino sentido del humor.
Si bien él estaba participando de la Pasión de Jesús como seguramente ningún otro ser humano lo ha hecho, luego su vida cotidiana no estaba impregnada de afectación y amargura, sino del amor en el que vivía inmerso, bondad, firmeza en la virtud, y un fino sentido del humor.
Ved por ejemplo este episodio que cuenta el P. A. D´Ascanio en su libro “La sonrisa del Padre Pío”
Estábamos esperando que el Padre Pío viniera a confesar. La sacristía estaba repleta y todos los ojos estaban fijos en la puerta sobre la que tenía que salir. La puertita no se abrió, pero yo ví al padre que, caminando sobre los fieles, entraba en el confesionario y comenzaba a confesar.
No dije nada, con la duda de haberme vuelto loco de repente o de haber visto mal.
Pero cuando encontré al Padre no pude evitar preguntarle:
-"Padre, ¿se camina bien sobre la cabeza de la gente?"
-"Te aseguro, hijo mío, igual que encima de un enladrillado..."
Georgina Trias
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