Hno. José
Se dirige a Ud. alguien muy atormentado y muy infeliz. Trataré de ser breve para no aburrirlo.
Mi vida tenía todo para ser de lo más agradable y satisfactoria. Yo mismo me he encargado de que no sea así. Mi infancia fue en verdad feliz. Mi padre obrero y a su manera me quiso mucho. Mi madre con estudios universitarios siempre me inculcó la fe en Dios y me dio mucho cariño, aunque siempre tratando que yo hiciera lo que ella consideraba pertinente.
Apareció la lujuria muy temprano en mi vida y hasta la fecha ha sido la causante de todas mis angustias y todos mis pesares. Para darme seguridad en mi juventud, empecé con el tabaco, después con el alcohol y posterior a esto con la cocaína, a la cual estuve encadenado de los 32 años a los 40 más o menos. Acudí a todos los lugares donde había mujeres, tuve todas las novias y amantes que yo quise.
Me case hace 20 años y tengo ya casi un año de vivir con otra mujer que apareció en mi vida hace 18 años, nos enamoramos y llevé una doble vida todo ese tiempo. Ahora vivo con ella y con sus padres que ya están ancianos y que por supuesto estuvieron de acuerdo en que yo llegara a vivir ahí porque ella es la encargada de atenderlos y llevarlos a todos lados. Me quiere mucho, se desvive para atenderme, en fin si yo no tuviera conciencia seria muy feliz, he tratado de serlo... pero no puedo. Y no puedo porque tengo “Temor de Dios”, porque el Señor Jesucristo me ha dado tantas cosas, tantas señales, tantas oportunidades de vivir que me siento totalmente endeudado con Él.
La principal causa de que no he regresado a mi casa es que no sufra esta mujer, pero creo que ya le di gran parte de mi vida y ya le toca su parte de sufrimiento. Por otro lado mi mujer de la cual no le he platicado, es una buena mujer, trabajadora aunque muchas veces descuida a los hijos por su trabajo pero es lo único que le puedo reprochar y es la mujer que Jesús escogió para mi.
Hno. José, no tengo el gusto de conocerlo y sé perfectamente que me dirá que pida perdón a mi mujer y que vuelva lo mas rápido posible a mi casa, con mi familia.
Gracias por tomar en cuenta este correo y espero que rece por mi, para que la lujuria no me vuelva a llevar por otros caminos que no sean los de Dios.
Me llamo Jorge, soy medico, y sobre todas las cosas que me atormentan es no poder recibir debido a mis pecados la Eucaristía.
Le agradezco su atención y gracias de nuevo.
Se dirige a Ud. alguien muy atormentado y muy infeliz. Trataré de ser breve para no aburrirlo.
Mi vida tenía todo para ser de lo más agradable y satisfactoria. Yo mismo me he encargado de que no sea así. Mi infancia fue en verdad feliz. Mi padre obrero y a su manera me quiso mucho. Mi madre con estudios universitarios siempre me inculcó la fe en Dios y me dio mucho cariño, aunque siempre tratando que yo hiciera lo que ella consideraba pertinente.
Apareció la lujuria muy temprano en mi vida y hasta la fecha ha sido la causante de todas mis angustias y todos mis pesares. Para darme seguridad en mi juventud, empecé con el tabaco, después con el alcohol y posterior a esto con la cocaína, a la cual estuve encadenado de los 32 años a los 40 más o menos. Acudí a todos los lugares donde había mujeres, tuve todas las novias y amantes que yo quise.
Me case hace 20 años y tengo ya casi un año de vivir con otra mujer que apareció en mi vida hace 18 años, nos enamoramos y llevé una doble vida todo ese tiempo. Ahora vivo con ella y con sus padres que ya están ancianos y que por supuesto estuvieron de acuerdo en que yo llegara a vivir ahí porque ella es la encargada de atenderlos y llevarlos a todos lados. Me quiere mucho, se desvive para atenderme, en fin si yo no tuviera conciencia seria muy feliz, he tratado de serlo... pero no puedo. Y no puedo porque tengo “Temor de Dios”, porque el Señor Jesucristo me ha dado tantas cosas, tantas señales, tantas oportunidades de vivir que me siento totalmente endeudado con Él.
La principal causa de que no he regresado a mi casa es que no sufra esta mujer, pero creo que ya le di gran parte de mi vida y ya le toca su parte de sufrimiento. Por otro lado mi mujer de la cual no le he platicado, es una buena mujer, trabajadora aunque muchas veces descuida a los hijos por su trabajo pero es lo único que le puedo reprochar y es la mujer que Jesús escogió para mi.
Hno. José, no tengo el gusto de conocerlo y sé perfectamente que me dirá que pida perdón a mi mujer y que vuelva lo mas rápido posible a mi casa, con mi familia.
Gracias por tomar en cuenta este correo y espero que rece por mi, para que la lujuria no me vuelva a llevar por otros caminos que no sean los de Dios.
Me llamo Jorge, soy medico, y sobre todas las cosas que me atormentan es no poder recibir debido a mis pecados la Eucaristía.
Le agradezco su atención y gracias de nuevo.
Jorge
Respuesta:
Creo que más debería reprocharte tu mujer que tú a ella, pero en fin, gracias al “Temor de Dios” se nota que tus intenciones de regresar son sinceras. Por si acaso el Temor de Dios no consiste en tenerle miedo por lo que te pueda Él hacer, sino es el temor de ofenderlo. Me alegra que extrañes la Comunión, pero primero arregla tus asuntos.
Tampoco te creas un dulce, un regalo, hacia la mujer que actualmente vive contigo. Ella, seguramente por falta de amor estuvo contigo, y si te vas no creas que quedará satisfecha solamente porque le diste algunos años de tu vida. Ojalá que ella pueda reiniciar una vida digna en el camino del Señor.
Por otra parte creo que tú sabes – por lo que leo – lo que tienes que hacer: Pedir perdón por todas partes, confesión y comunión.
Te deseo lo mejor para ti y tu familia y nosotros, los del grupo de oración, oraremos para que todo les vaya bien. Tengo tus datos.
José Miguel Pajares Clausen
27 de Abril 2010
27 de Abril 2010
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