viernes, 30 de abril de 2010

EL TERCER FEMINISMO


Actualmente está surgiendo un feminismo más evolucionado.

Un movimiento encabezado por las mismas mujeres que en un principio promovían un feminismo radical y que tras experimentar las consecuencias, en ellas mismas, de las ideas que defendían con pasión, han ido transformando su pensamiento y el cambio de rumbo no deja de sorprender a muchos.

Este grupo de mujeres se han sentado a analizar la situación actual de la sociedad, de las familias y de los individuos y han llegado a conclusiones que hace 50 años les eran imposibles aceptar.

El fenómeno ha incluido el análisis de dos aspectos esenciales: por un lado el de sus propias vidas, de su propia experiencia existencial, y por otro, el de tantas personas que han elegido otro tipo de valores para su vida y que a su vez, han obtenido distintos resultados y al final distintos niveles de felicidad a los que ellas objetivamente han logrado.

Como todas ellas son mujeres inteligentes, generalmente profesionistas, han tenido la capacidad de descubrir la realidad de lo que implica ser persona humana, la dignidad que encierra, y por lo tanto, la exigencia de un estilo de vida particular. Ha sido un camino en ocasiones muy doloroso para ellas, pero no han querido quedarse ahí. Con el mismo ímpetu, o tal vez mayor, que el de antes, ahora luchan incansablemente contra las mismas ideas que ellas promovieron.

Un caso sobresaliente es el de Eva Herman, periodista alemana de primera línea, que ahora se opone a la ideología de género que ella misma sostuvo y propugnó. Ella ha elegido, en ejercicio soberano de su libertad, optar por aquello que su capacidad intelectual le ha permitido ver en la realidad como bueno y ha puesto todos los medios para comunicarlo a más mujeres.

Lo que este tercer feminismo busca es una postura más madura y menos radical, que trata de encontrar un punto medio de equilibrio para sus vidas, rechazando el enfrentamiento y la lucha, buscando ciertamente la igualdad entre los géneros, pero sin renegar de su feminidad.

Un ejemplo de esta actitud renovada es la de Sharon Stone, la actriz, ícono erótico, rostro de Dior a sus 51 años, que tras varios fracasos matrimoniales, afirma: Hubo un tiempo en que ser la famosa Sharon Stone fue uno de los objetivos de mi carrera. He comprendido que la adoración vacía, estar sola en la cumbre, no es sustituto de la familia. He estado enamorada de mi profesión y ahora también lo estoy de mi familia”. “Siento que el verdadero amor es equilibrio, calma, paz, paciencia y amabilidad, no una emboscada como yo viví. Recibo cientos de ofertas para hacer televisión, pero el horario es muy intenso y yo tengo niños pequeños. Si tuviera un padre que cuidara de ellos, tal vez sería diferente.

Para estas mujeres el desafío es construir una sociedad con madre y una familia con padre. Para que sociedad y familia puedan convertirse en el lugar donde se respete y promueva la dignidad de cada persona: masculina y femenina. Se podría decir que es un feminismo de la complementariedad, donde se busca crear sinergias que, por su misma naturaleza, tienen la capacidad de enriquecer los ámbitos donde se generan. Que busca enriquecer nuestra época con la riqueza del ser masculino y con la riqueza del ser femenino, pero sobretodo del ser humano.

Aprovechando este momento de la historia de la humanidad en que los roles tradicionalmente masculinos y femeninos han ido perdiendo vigencia, por diversas razones. Se desea crear un modelo más igualitario, más bueno, más generoso, más digno, más alegre, más hermoso, más positivo y sobretodo más realista.

Un buen libro para profundizar sobre esta nueva propuesta es: Por un feminismo de la complementariedad. Ed. EUNSA, editado por los profesores de la Universidad de Navarra Ángela Aparisi y Jesús Ballesteros. Que a través de varios ensayos analizan, desde diversas perspectivas, las propuestas de esta nueva filosofía de vida, más acorde con la realidad espiritual del ser humano. No deja de ser interesante su punto de vista acerca de: el cuidado y la promoción de los más necesitados; la crítica que hacen a los presupuestos ideológicos de la reproducción artificial; la cultura de corresponsabilidad; la participación de la mujer como alma de la familia y la humanización del ámbito laboral. Y para terminar tan valiosísimo y recomendable volumen nos regalan con: El Plan Interdepartamental de Apoyo a la Familia del Gobierno de Navarra, elaborado por José Luis Allí, como ejemplo de lo que en algunos lugares se está logrando en ese sentido.

Estas mujeres cansadas de luchar contra sí mismas, de emplear sus mejores energías en un trabajo extenuante, de que sus hijos - si llegaron a tenerlos - los cuiden empleadas, abuelos o el Estado, y de llegar a ser extrañas en su propia casa. De sufrir la pesadilla del síndrome post-aborto. De ser altas ejecutivas pero estar solas. Intentan buscar un punto medio entre el sometimiento multisecular y las carreras suicidas del feminismo a ultranza.

El objetivo es aportar su capacidad humanizadora a la sociedad, al trabajo y a la familia, y por otro lado, promover al hombre para que ocupe también el papel y la responsabilidad que le corresponde en cada uno de esos ámbitos para construir una sociedad más justa, que explote la riqueza que comporta la complementariedad de varón y mujer. Se desea construir una sociedad que entienda y valore a la mujer por lo que es como mujer, y al varón por lo que es como varón, no por lo que se asemejen entre sí. Un ejemplo sería, que las empresas vean que la mujer, por sus propias características, es un elemento que vale la pena tener, a pesar de las bajas maternales o los horarios reducidos; o que la sociedad cobre conciencia que la ausencia del padre y/o de la madre biológicos supone un prejuicio para los hijos, difícilmente reparable.

Estas mujeres han llegado a la conclusión, por experiencia propia, de que la complementariedad aporta riqueza personal, social, y familiar; son consientes de que aún existe mucha desigualdad de derechos, por eso, el reto para este tercer feminismo es la consecución de la igualdad real y efectiva de oportunidades en todaslas esferas de la vida que una persona pueda aspirar, sin relegar su posibilidad y gusto de ser una buena madre, una buena esposa y a la vez una buena trabajadora, una buena ciudadana, en una palabra una buena persona, sin tener que quebrar su propia identidad.

El reto para la sociedad, desde esta perspectiva, es lograr conciliar trabajo y familiar tanto para varones como para mujeres, para que la realización de ambos sea integra e integral. Tenemos que recordar que la identidad de las personas es una identidad familiar. No olvidemos que el trabajo, por más importante o necesario o fructífero sea, jamás logrará ofrecer a la persona y, a través de ella, a la sociedad, la riqueza de valores y la felicidad que ellos aportan en el matrimonio y en la familia.
Blanca Mijares

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