miércoles, 28 de abril de 2010

EL NIÑO POBRE


Había una vez un niño pobre, sin estudios, que no había conocido a sus padres e iba por el mundo mendigando un poco de pan para vivir.

La mayoría de la gente le despreciaba y nadie se preocupaba por él. Un día fue a pedir limosna a casa de un hombre muy rico, un Rey poderoso que tenía muchos hijos, siervos y muchas posesiones. El Rey tuvo misericordia de él y lo adoptó como hijo. La Reina lo cuidó y lo llenó de amor. Fue encomendado para su educación a un gran Maestro, de manera que poco a poco, con el tiempo, llegó a ser un hombre grande y poderoso en su Reino. Vivía feliz y, como era bueno, todos los pobres y enfermos, ancianos y necesitados acudían a él para pedir ayuda. Y el Rey le nombró administrador de sus bienes para los pobres. Se hizo muy amigo del hijo primogénito del Rey, el príncipe heredero, y amaba con cariño a todos los siervos y siervas del Rey. Cuando murió lo enterraron en un gran mausoleo a donde acudían a visitarlo los pobres y necesitados, a quienes tanto había ayudado y para quienes era un ejemplo, cuyo recuerdo los animaba en el camino del deber y del amor agradecido a su Rey y Señor.

Hermano, tú puedes ser ese niño. Tu eres un hijo adoptivo de Dios. Dios es el Rey, su Hijo heredero es Jesús, el Espíritu Santo es el gran Maestro que te educa, María es la Reina que te cuida y te llena de su amor, los hijos del Rey son los Santos, los ángeles son sus siervos y siervas, los pobres y necesitados son las Almas del Purgatorio y los hombres de la Tierra. Y tú puedes llegar a ser santo e hijo de Dios. Dios no necesita de tus méritos, porque te ama infinitamente y ya te ha adoptado como hijo. Él espera de ti que le ayudes a salvar a tus hermanos y les distribuyas sus bienes, que Jesús nos ganó en la Cruz, y que ayudes también a los que esperan en el purgatorio. Tú puedes ser un ejemplo para las generaciones venideras. Tú `puedes ser un buen administrador de los tesoros de Dios. Tú puedes ser un gran hombre a los ojos de Dios. Basta que te hagas como niño y te dejes ayudar. María te ama y te llenará de su amor y tus hermanos mayores están dispuestos a ayudarte si tú se lo pides. ¡Ojalá lo consigas!

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